EL CORREO 06/02/13
· Los tres años de investigación judicial establecen que el militante de ETA falleció en 2009 en Toulouse por causas naturales.
PARÍS. La Fiscalía francesa ha pedido el archivo de la causa abierta en Toulouse para esclarecer las causas y las circunstancias de la muerte del militante de ETA Jon Anza Ortúñez, que falleció el 11 de mayo de 2009 en un hospital de la capital occitana. Al cabo de casi tres años de investigación, el Ministerio Público ha llegado a la conclusión de que el deceso obedeció a causas naturales derivadas del cáncer que padecía tras descartar la hipótesis de un episodio de guerra sucia o de un secuestro con malos tratos por parte de un grupo parapolicial.
El informe de conclusiones definitivas de la Fiscalía de Toulouse establece que Anza (San Sebastián, 1962) falleció de una embolia pulmonar causada por la degradación de su precario estado de salud. Sufría un craneo-faringioma, un tumor cerebral del que había sido operado por segunda vez en Burdeos un mes antes de su desaparición, que le provocaba serios trastornos de la visión y del metabolismo. El médico que le seguía había apuntado desde el principio el riesgo de un fatal desenlace en caso de ausencia de tratamiento.
La investigación sumarial, dirigida por la jueza instructora Myriam Viargues, deja sentado que Jon Anza partió en tren el 18 de abril de 2009 de la estación de Bayona y llegó ese día a su destino en Toulouse, lo que descarta la teoría de un secuestro en alguna parte del trayecto. Se hospedó aquella noche como había previsto en ‘Le Clocher de Rodez’, un hotel de dos estrellas y 44 habitaciones que se encuentra a 700 metros a pie de la estación del ferrocarril de Toulouse. El personal del establecimiento, al que manifestó que estaba muy enfermo, testificó que se marchó libremente y por su propio pie la mañana del 19 de abril con su escaso equipaje.
Las pesquisas no han servido para reconstruir los pasos de Anza desde entonces hasta su hallazgo inconsciente la medianoche del 29 de abril cerca de la terraza de un céntrico restaurante de la cadena Hippopotamus en el bulevar de Estrasburgo de Toulouse. Durante ese ‘agujero negro’ de diez días se cree que estuvo con camaradas de ETA con quienes se había citado para entregarles una suma de dinero y que no supieron cómo prestarle, sin delatarse, los auxilios requeridos por su mal estado de salud.
De hecho, Jon Anza apareció en una de las vías urbanas más transitadas de la capital occitana, lo que parece indicar que quienes lo abandonaron allí querían que fuera encontrado rápidamente para recibir la atención médica que necesitaba. El cuerpo, además, no presentaba lesiones, fracturas ni señales de violencia o de ataduras con cuerdas o esposas propias de un secuestro o de una retención contra su voluntad.
La instrucción judicial también ha verificado el hallazgo de las pistolas de unos guardias civiles en el aparthotel Adagio de Toulouse el 20 de mayo, nueve días después del fallecimiento de Anza sin recobrar el conocimiento en la unidad de cuidados intensivos del hospital Purpan. La presencia de los agentes españoles se enmarcaba en una actividad oficial de cooperación policial bilateral transparente, anunciada y declarada, posterior a la hospitalización y sin ninguna relación con la causa, según las conclusiones de la Fiscalía.
Relación con un zulo
La investigación ha constatado por otra parte la exactitud de la relación de Jon Anza con un zulo hallado meses antes en el País Vasco francés y revelada por ETA en un comunicado publicado por el diario ‘Gara’ aquel mismo 20 de mayo. El escondite fue descubierto por un cazador el 16 de noviembre de 2008 en un bosque de Saint-Pée-sur-Nivelle y contenía, entre diverso material, un manual de formación militar en el que fueron detectadas sus huellas dactilares. Pero la identificación fue posterior al anuncio de la banda, que motivó el cotejo con los bancos de datos españoles. Es decir, las autoridades francesas desconocían que era un etarra ‘legal’ en activo hasta que fue delatado por su propia organización.
El informe fiscal fue transmitido la última semana de enero a la jueza Viargues, que lo ha puesto en conocimiento de los familiares de Anza, personados en la causa como parte civil, para que formulen las observaciones que estimen oportunas. A la vista de esas eventuales consideraciones la magistrada instructora deberá decidir en las próximas semanas si pronuncia el sobreseimiento y el archivo de la causa como solicita la Fiscalía.
EL CORREO 06/02/13