- En esta semana nos han dejado muy claro que son dos caras de la misma moneda. García Ortiz se siente respaldado y por lo tanto es imposible que se le pueda pasar por la cabeza proceder contra ningún miembro del Gobierno que lo nombró para el cargo
En el desbarajuste que vivimos por la pérdida de toda referencia, nos hemos encontrado en las últimas horas con la entrevista al todavía fiscal general del Estado en el Canal 24 Horas de TVE. Ya sabemos que cuando todo se derrumba sólo se puede acudir a los periodistas de máxima confianza. Allá se fue don Alvarone García Ortiz a responder a las denuncias diciendo que «los fiscales manejamos material muy sensible y manejamos también muchísima información de sobra que por supuesto no voy a usar jamás para insinuar o para filtrar de cualquier manera». La frase no tiene desperdicio.
Ese material «muy sensible» que manejan ¿les llega por la policía judicial? Si no es por esa vía, ¿es por declaraciones voluntarias de gente que acude a la Fiscalía a ofrecer informaciones que pueden revelar delitos? No sé si existe una tercera vía de información. Quizá sí. Pero la pregunta relevante es ¿si el fiscal general del Estado tiene informaciones que pueden conllevar la comisión de delitos, por qué no los ha denunciado ya? ¿Qué quiere decir tener «muchísima información» que no se usa para insinuar? Informar es una cosa e insinuar es otra. Si el fiscal general del Estado tiene datos concretos de faltas o de delitos cometidos por cualquiera, su deber es proceder contra ellos. Ya comprendo que no lo hace porque si, con la montaña de informaciones muy concretas que tiene sobre su mesa respecto a las actividades de la familia del presidente y del entorno gubernamental y partidista del señor Sánchez, no hace nada contra ellos, sería especialmente grave que insinuara nada contra terceros. Hasta ahí podríamos llegar.
La segunda parte de esta desfachatez gubernamental es la reacción unánime y sin matices de todos los ministros habidos y por haber, del PSOE y de Sumar, que han salido a defender al fiscal general como uno más de los suyos. Ni uno ha hecho una declaración diciendo que esto no ha pasado nunca y quizá fuera bueno que García Ortiz reconsiderara su situación tras abrirse el proceso de imputación. Nada, nada. Eso son detalles irrelevantes. La Oficina de Agitación y Propaganda de Moncloa -auténtica heredera de la AgitProp nazi- ha ido sacando un ministro tras otro a respaldar al fiscal general. Lo nunca visto. No solo es algo inédito porque es la primera vez en la Historia de España que el Supremo imputa a un fiscal general, sino porque nunca vimos a un fiscal general y un Gobierno considerándose tan hermanados en sus labores y objetivos. En esta semana nos han dejado muy claro que son dos caras de la misma moneda. De una moneda en la que ya no podemos incluir a la Fiscalía porque ayer vimos como don Alvarone fue derrotado por sus compañeros tanto en el Consejo fiscal como en la Junta de Fiscales de Sala.
Pero él se siente fuerte porque tiene el respaldo del Gobierno. Y, consecuentemente, es imposible que se le pueda pasar por la cabeza proceder contra ningún miembro del Gobierno que lo nombró para el cargo. Aquí, como con Lope de Vega en el siglo XVII, «Todos a una, Fuenteovejuna».