Pablo Sebastián-Vozpópuli

Ahora todo gira en torno a este presunto delincuente que es el jefe del ministerio público, Álvaro García Ortiz

Dos cuestiones previas: ¿cómo es posible que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, se niegue a responder a las preguntas que le hace un juez del Tribunal Supremo que lo ha imputado y lo investiga por el delito de revelación de secretos; y ¿cómo es posible que un delincuente y prófugo de la Justicia española como Carles Puigdemont condicione desde Waterloo las decisiones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y del jefe de la Oposición, Alberto Núñez Feijóo?

Y dicho esto que no es poco, debemos subrayar que no parece que Pedro Sánchez quiera adelantar las elecciones, después de haberse humillado, por enésima vez, ante Puigdemont mientras tenía recluido a su Gobierno en la salita del café con pastas del Consejo de Ministros. Y menos aún cuando hace pocos días Sánchez acaba de pilotar el asalto de Telefónica como una clara advertencia al Ibex 35, en donde Sánchez, desde su omnímodo poder y en sus ratos libres, ahora se dedica a jugar al ‘Palé’.

Entre otras cosas para controlar y colocar al Grupo Prisa bajo el mando de su ‘agente mediático’ José Miguel Contreras, con la puesta en marcha de otro multimedia sanchista (con TDT incluida) con el que Sánchez completará el dominio que ya tiene de los medios públicos RTVE y Efe. Como tampoco parece casual ni inocente la ampliación, hasta finales de 2026, del decreto anti Opas, para evitar sorpresas, por ejemplo, en el accionariado de El País.

Buscaba, sobre todo, mejorar las expectativas electorales del PSOE ante un eventual adelanto electoral en el segmento decisivo de los votantes de la tercera edad

A pesar de estas señales que parecen inequívocas para confirmar que Sánchez ni se va ni adelantará las elecciones, en el PP de un iluso Feijóo insisten en afirmar que ya está agotado y: harto de Junts; preocupado con Begoña y por el Fiscal General, el tal García Ortiz que ¡se negó a contestar las preguntas del juez Hurtado del Tribunal Supremo! y, a la vez, temeroso de Donald Trump (quien todavía no se ha ocupado de España). Y por ello y en consecuencia, Sánchez, según el PP, podría ser proclive a un adelanto electoral como ya ocurrió en julio de 2023.

Incluso argumentan en el PP que, con el obligado troceo del decreto ‘ómnibus’, aceptado finalmente por Sánchez, el presidente, además de humillarse ante Puigdemont -acatando el trámite de una moción de confianza en el Congreso-, buscaba, sobre todo, mejorar las expectativas electorales del PSOE ante un eventual adelanto electoral en el segmento decisivo de los votantes de la tercera edad.

Lo que también ha obligado al PP de Feijóo (aunque se trague algún sapo) a votar a favor del nuevo decreto, que incluye la revalorización de las pensiones. Y que pasó de tener 80 apartados a solo 29, entre ellos, la mayoría de los que propuso el PP. Un partido que, como el PSOE, también y para mayor confusión, coquetea con el delincuente Puigdemont y sus ‘siete enanitos’ del Congreso a ver si, por arte de magia, les sonara la flauta de la moción de censura con la que no dejan de soñar.

¿Qué hacer para revertir esta situación? Pues solo queda esperar a las elecciones generales de 2027, o a que los tribunales conviertan en público tormento la permanencia de Sánchez en el poder.

El próximo capítulo del culebrón de Waterloo se abrirá con la negociación del Gobierno con Junts de los PGE de 2025 (o de 2026) con la que Sánchez intentará escapar del limbo presupuestario e inconstitucional en el que se encuentra y que le impide gobernar y legislar con normalidad. Aunque ya declaró Sánchez, meses atrás, que está dispuesto a permanecer en el poder sin PGE e incluso sin una mayoría parlamentaria. Salvo que Junts, poniendo en peligro su Ley de Amnistía, decidiera apoyar en el Congreso una moción de censura del PP contra Sánchez y en la compañía de Vox. Lo que al día de hoy parece imposible.

Entonces ¿qué hacer para revertir esta situación? Pues solo queda esperar a las elecciones generales de 2027, o a que los tribunales conviertan en público tormento la permanencia de Sánchez en el poder. De ahí la tensa batalla en torno al Fiscal General y a la familia y colaboradores políticos de un Sánchez quien, como su ministro Bolaños, podría y debería acabar imputado.

 Trump, el ‘ogro naranja’ de Gonzalez Pons

Un horizonte plausible pero lejano, ante el que vemos desconcertado a un PP que no fue capaz de explicar de inmediato su voto favorable al nuevo decreto ‘minibús’ de las pensiones. Y que sigue sin posicionarse sobre el nuevo tiempo de Donald Trump, a quien Esteban González Pons tildó de jocosa manera de ‘ogro naranja y macho alfa de una manada de gorilas que destrozan la democracia’ (sic).

Pero un Trump que pronto tendrá a Sánchez en su punto de mira y pondrá en aprietos a la derecha española si decide, ante los desafíos de Sánchez, subir los aranceles a España. Lo que dejaría en pésima situación a Vox. Y al PP si Feijóo decidiera sumarse a la ola ‘nacional populista’, aún a riesgo de alejarse del centro de la política.

Donde ahora todo gira en torno al episodio de este muy presunto delincuente qué es el Fiscal General que descalifica al juez instructor del Tribunal Supremo, que se niega a dimitir, y que no tiene escapatoria por el cúmulo de indicios que lo señalan como revelador de secretos. Y que parece estar convencido de que en el caso de su probable condena ‘su’ presidente, Sánchez, lo indultará.