Manuel Marín-Vozpópuli
Esto no va de proteger al Estado ni la legalidad. Va de proteger a La Moncloa bajo la teoría peligrosa de que el fin justifica los medios
El franquismo tenía un Tribunal de Orden Público y el sanchismo tiene un Tribunal de Orden Político, su propio TOP. Entre la Abogacía del Estado, la Fiscalía General y el Gobierno están ya prefabricando una futura sentencia a medida de Álvaro García Ortiz para anular una eventual condena con la consigna de que el juez que instruye la causa, Ángel Hurtado, no es imparcial, prejuzga culpabilidad, y actúa por venganza después de que, habiendo pertenecido a la Sala de Gürtel, la izquierda le montase una campaña de descrédito retratándolo como un esbirro del PP con toga que se quedaba dormido en los juicios.
Fabricar sentencias a medida alegando que se vulneran derechos de los afines se ha convertido en la especialidad del Tribunal de Orden Político. Es lo que más motiva a Cándido Conde-Pumpido, pasar facturas al cobro y erigirse en el revisor revanchista que humille al Tribunal Supremo, que nunca consiguió presidir porque no tenía el respaldo de nadie. El Tribunal de Orden Público era un comisariado político para cuidar las esencias de un régimen. Hoy el Tribunal sustituto es más de lo mismo pero en refinado, con sus ponencias sinuosas y sus sentencias viscosas.
Esto no va de proteger al Estado ni la legalidad. Va de proteger a La Moncloa bajo la teoría peligrosa de que el fin justifica los medios
Contemos con que, antes o después, la causa quedará anulada porque, estimado fiscal general, te están convirtiendo ya en una víctima propiciatoria del sistema. Ahí va el verdadero ‘ómnibus’: nos ordenarán de nuevo que te pidamos perdón, que tu revelación de secretos, tan presunta, es un bulo. Te persiguen tus propios subordinados, o eso inventáis por ahí, por venganza personal, porque no los asciendes y se cabrean, y decís que por eso te odian y declaran contra ti. Desaparecen teléfonos móviles, pisoteáis sin rubor a la UCO de la Guardia Civil, retas al magistrado con desdén, alguien ‘ofrece’ a un periodista con nombres y apellidos para testificar la falacia de que tuvo los mails antes que tú y que así todo te cuadre, y eres tú mismo quien duda de todo el sistema al que perteneces y dices defender.
No dedicaste las mismas palabras a los cinco magistrados de otra Sala, la de lo Contencioso, que un día antes sentenciaron que eres idóneo para el cargo. Se ha publicado que te avalaron, pero tú sabes que no es así exactamente. Sabes que ellos no pueden alterar a capricho el sistema constitucional y se limitaron a no hacer interpretaciones extensivas de tus “arbitrariedades” y “desviaciones de poder” para validar tu nombramiento. Se limitaron a constatar que, careciendo de antecedentes penales, siendo jurista con experiencia y siendo español, cumplías los requisitos formales. Nada más. Haber anulado tu designación por causas ajenas y políticas habría sido ilegal. Y ellos no prevarican. Por eso el inmenso batallón de la izquierda calla con ellos, sólo porque de algún modo te han dado la razón… Si no hubiese sido así, también serían herencia del franquismo y tal. Pero tú sabes todo lo que ocurre y por qué. La ley dice que el informe del CGPJ contra tu idoneidad no es vinculante y punto. Si lo hubiese sido, no serías fiscal general. Conviene no olvidarlo.
Fabricar sentencias a medida se ha convertido en la especialidad del Tribunal de Orden Político. Es lo que más motiva a Conde-Pumpido, pasar facturas al cobro y erigirse en el revisor revanchista que humille al Supremo
Sabes por boca de algunos de tus propios elegidos para esa Junta de Fiscales de Sala que has diseñado a tu medida que te han pedido que lo dejes. Desde hace meses. Amigos tuyos. “¿Pero por qué no te vas? ¿Te compensa?”. Porque si has llegado a interiorizar que eres un perseguido del sistema y una víctima, solo te igualas a los puigdemonts y junqueras, y lo sabes. Eres el fiscal general del Estado, el garante de la legalidad, tienes autonomía, un deber forzoso de imparcialidad… pero te sumas al ‘lawfare’ más mezquino con una conducta impropia de la dignidad de un cargo así.
Algo de suerte tienes. Salvo la asociación de Salvador Viada, valiente y sin temores a represalias porque están asumidas de antemano, el resto de fiscales se limita a comunicados con apariencia de contundencia. Piden tu dimisión, remiten el comunicado de turno, repetitivo y abúlico para obtener dos o tres titulares, y a otra cosa. Si esto le hubiese ocurrido, es un suponer, al fiscal general de José María Aznar, los eternos fiscales de presa al servicio de la izquierda habrían mordido sin aflojar la mandíbula. Aquellos zatos, villarejos o bermejos de guardia no habrían tenido piedad y cada Junta de Fiscales de Sala, cada Consejo Fiscal, habría sido una cacería. Pero hoy, pese a una rebelioncilla de nada en la Junta de Fiscales, sigue habiendo demasiado melifluo emboscado.
Algún viejo amigo de promoción y de penurias estudiantiles durante aquellos días ásperos de oposiciones te ayuda a templar gaitas con los fiscales, a bajar la intensidad, a que el ruido real sea solo mediático. Los fiscales callan con complejos raros
Sabes que algún viejo amigo de promoción y de penurias estudiantiles durante aquellos días ásperos de oposiciones te ayuda a templar gaitas con los fiscales, a bajar la intensidad, a que el ruido real sea solo mediático. Demasiados fiscales escandalizados callan por complejos raros. Todo se termina normalizando, hasta lo de poner a tu servicio a todo el aparato del Estado para cancelar tu proceso. Por lo civil o por lo criminal, que diría Luis Aragonés. Sánchez, Bolaños y Conde Pumpido son eso, una unidad de destino en lo universal, pero son los que mandan, los que utilizan el constructivismo jurídico a favor de quien sea o contra quien sea a conveniencia ideológica o de la vendetta de turno. Intuyes que para mayo o junio habrá un procesamiento y en otoño, banquillo. Eso, si el instructor no abre una ‘vía Moncloa’ que alargue tu suplicio y nos vuelquen en la cara los mensajes de tus no sé cuántos móviles para que sepamos de verdad que sí, que en el Estado sigue habiendo la misma cloaca que cuando otros enviaron a un tipo disfrazado de cura a casa de Bárcenas para destruir pruebas.
Estimado fiscal, que esto no va de proteger al Estado ni la legalidad. Va de proteger a La Moncloa bajo la teoría peligrosa de que el fin justifica los medios con una corbata con balancitas de la justicia, cortesía de Bolaños. En la conciencia de mucho cobardón quedará su ominoso silencio con todo esto, supongo. Porque de lo que se trata ya no es de justificar una ilegalidad, ni una operación política de desguace de un ciudadano porque es novio de quien es. De lo que se trata es de crear la atmósfera necesaria para desmontar todo el sistema de independencia judicial.
¿Indefensión? Nunca nadie tuvo de su parte tanto poder establecido ni tanto poder demostrado con tanta fuerza. Desde la presidencia del Gobierno hasta una Abogacía del Estado irreconocible en su mansedumbre lanar
Y ahí se andan los relevos por si acaso. Ansiosos. Nombres que se suceden al abur de una Fiscalía manchada, intoxicada. Están tensas las dos Teresas irritadas por si el juego político las chamusca antes de tiempo. Como a Julián Salto, que ya se pasa todos los partidos del Atlético mirando su móvil por si acaso. O Almudena Lastra. “¿Los has filtrado tú, Álvaro, lo has filtrado?”. Ahí están también los aplausos desganados, idénticos a los de Bolaños, que dedicaste a Isabel Perelló en la entrega de despachos a los nuevos jueces que nacen a este sistema viciado. Porque no os gusta lo que dice, porque no os agrada que una presidenta del Supremo defienda ¡al Supremo! y a todos los jueces en su libertad, independencia y función social. Porque no la controláis a distancia. Algunos sois más del Tribunal de Orden Político, ese que ahora, para reponer a fiscales enchufados como Eduardo Esteban o Dolores Delgado, ya tiene en el horno la doctrina ad hoc que con seguridad será el anticipo de tu propia sentencia favorable. Y apartarán al juez Macías otra vez, ahora porque participó en el informe sobre tu carencia de idoneidad.
¿Indefensión, estimado fiscal? Nunca nadie tuvo de su parte tanto poder establecido ni tanto poder demostrado con tanta fuerza. Desde la presidencia del Gobierno hasta una Abogacía del Estado irreconocible en su mansedumbre lanar. Por eso, y a la espera del besamanos en que toda España deba pedir perdón, no hay más preguntas, señoría.