Florencio Domínguez, EL CORREO, 30/10/12
Para llegar a dirigente de ETA hay que ser, antes que nada, un superviviente y haber logrado eludir la acción policial más de una vez. Este es el caso de la recién detenida Izaskun Lesaka que en los últimos años, por diversos motivos, logró esquivar su detención en varias ocasiones. En julio de 2007, por ejemplo, la Policía francesa la filmó entrando y saliendo de una casa de Rodez donde se ocultaba y donde fueron detenidos otros dirigentes del aparato logístico de ETA. Sin embargo, Lesaka y su compañera Iratxe Sorzabal lograron escapar entonces y gracias a ello fueron ascendiendo en el escalafón hasta llegar a la dirección de la banda ocupando los huecos que iban dejando otros dirigentes con menos suerte.
En otros tiempos, además de ser un superviviente, para acceder a puestos de dirección en la cúpula de ETA era necesario tener experiencia previa en tareas operativas, experiencia que se adquiría casi siempre por haber estado encuadrado en un comando ‘legal’, en uno de ‘liberados’ o en ambos. Nada de esto tiene Izaskun Lesaka. Su caso representa con claridad uno de los factores principales de la decadencia etarra como es la llegada a puestos de dirección de militantes sin experiencia previa en actividades operativas. Han tratado de compensar su falta de cualificación para la vida clandestina acentuando la radicalidad, pero la incompetencia no se supera sólo con las ganas. El voluntarismo de los dirigentes de los últimos años no ha sido suficiente para compensar las carencias de una organización debilitada.
Hace apenas un mes, la dirección de ETA de la que formaba parte Izaskun Lesaka difundió su último comunicado en el que ponía deberes a la izquierda abertzale y le instaba a «corregir errores y superar carencias». La declaración etarra del 27 de septiembre era otra manifestación de voluntarismo porque la banda a estas alturas no está ya en condiciones de ponerle tareas a una izquierda abertzale a la que sentó muy mal aquel comunicado.
La detención de la dirigente de ETA y de su acompañante es una advertencia contra la pretensión voluntarista de aspirar a una última negociación de la banda con los gobiernos de España y Francia, retrasando mientras tanto el desarme y la disolución. En este caso el voluntarismo de ETA es compartido también por la izquierda abertzale, que se aferra a la hoja de ruta de la Conferencia internacional de San Sebastián, tan parecida al esquema negociador que ETA y Batasuna establecieron de común acuerdo en 2004.
Si los etarras albergan alguna esperanza de que pueda realizarse una negociación con París y Madrid deberían leer despacio las declaraciones del ministro francés del Interior, Manuel Valls, conocidas ayer, en las que ratificaba que París seguirá persiguiendo a ETA mientras este grupo no se desarme y que seguirá apoyando la política antiterrorista del Gobierno español.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 30/10/12