ABC 24/08/17
· Romeva pierde peso político y confiesa que no tienen apoyo de ningún país
· Otro fiasco
El Registro de catalanes en el exterior ha sido uno de sus grandes fracasos
· Evitar riesgos
Fuentes parlamentarias descartan que Romeva «arriesgue su solvente situación económica» por una imputación
En los momentos cruciales de los independentistas, cuando se trata de dar la cara y asumir posibles responsabilidades, hay un político que desaparece de golpe y pasa rápidamente a un segundo plano. El madrileño Raül Romeva Rueda se presenta en Twitter como ministro de Exteriores de Cataluña y su misión es «internacionalizar el proceso» para encontrar fuera el aliento que no tienen dentro de España. Su fracaso ha sido rotundo y él mismo reconoció, en una reciente conferencia en Gerona, que los independentistas no tienen el apoyo de ningún país. Eso sí, muy en su estilo, aseguró que «cuando se alcance la independencia, los países saldrán».
En el Gobierno de Rajoy se considera que el pinchazo de los independentistas en su acción exterior ha sido fundamental en el fracaso de sus planes. Para ello, el Ejecutivo no ha estado de brazos cruzados, sino que ha movido todos los hilos y resortes a su alcance para que fuera de nuestras fronteras no se diera oxígeno a los que pretenden romper España. El vacío en la Unión Europea a los dirigentes secesionistas ha sido evidente, y más allá la diplomacia nacional también ha funcionado a pleno rendimiento.
Contactos en el exterior
En teoría, Romeva iba a ser el hombre clave del independentismo en el exterior. Fue eurodiputado por ICV entre 2004 y 2015, unos años que le sirvieron para lograr un buen número de contactos, con una labor bastante anodina por otra parte, sin ninguna proyección relevante en Cataluña. Al desaparecer ICV se aproximó al independentismo de la mano de otro eurodiputado, Oriol Junqueras. Romeva resultó interesante para la coalición secesionista Junts pel Sí, por su agenda de contactos y por su imagen transversal, además de la amistad que le unía a Junqueras. Encabezó la candidatura por Barcelona, un jarro de agua fría para muchos activistas independentistas, bastante más bregados que él en el «proceso». La sorpresa para ellos fue aún mayor cuando se le nombró consejero de Exteriores, un cargo considerado fundamental, vital, para el desafío independentista.
Empezó su trabajo en «Exteriores» con la premisa de hacer gestiones «de forma muy discreta», con la excusa de evitar así la actuación del Estado. En realidad, y con el paso del tiempo, se ha comprobado que ese secretismo iba dirigido a tapar los malos resultados de su gestión. Su fracaso fue aceptado públicamente el 7 de julio, cuando Romeva, en una conferencia, reconoció que no había conseguido el apoyo de nadie fuera de España. Esa es la realidad: ni un solo apoyo de calidad, más allá de exabruptos de Maduro contra España o algún mensaje de dirigentes de partidos marginales y minoritarios, siempre en la extrema izquierda y con nula relevancia política internacional, como reconocen él mismo y su entorno en privado.
Decepcionante
La gestión de Romeva no ha convencido ni a los suyos. Según ha podido saber ABC, tanto partidos como entidades soberanistas coinciden en calificarla de «mala o decepcionante». El otro gran objetivo de su departamento era la movilización de los catalanes residentes en el exterior para que pudieran votar en el referéndum. A la vista de los hechos, ha sido otro sonoro fracaso, asumido ya por los propios secesionistas. Ni ha elaborado el necesario «censo electoral» disfrazado como Registro de catalanes en el exterior, ni ha instaurado el prometido sistema de voto electrónico, ni ha sido capaz de preparar un sistema de votación más sencillo, con mesas electorales o voto por correo.
Las críticas de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC) han sido especialmente significativas, ya que sus asambleas exteriores se habían implicado de lleno en la movilización exterior y han acabado descubriendo que no había más que «falsas promesas». Algunos consideran que el resultado final es una «broma» a los catalanes residentes en el exterior, pues la única solución que reciben del Departamento de Romeva es que se apunten al censo del Consulado de España o que tomen un avión a Cataluña para votar. La campaña para la inscripción en el Registro de catalanes en el exterior ha sido uno de sus grandes fracasos, y se presentó con el disfraz de la defensa de los derechos de la colonia exterior, para evitar acciones judiciales.
Dentro del Gobierno autonómico la valoración que se hace de Romeva es claramente negativa, lo que ha hecho que el consejero de Exteriores pierda peso político de forma acelerada. Ha sido evidente para todos que ni participa en decisiones estratégicas, ni cuenta con la confianza de Puigdemont, y se limita a llevar su agenda de viajes.
En realidad, a estas alturas pocos consideran a Romeva ya «responsable del referéndum», ni en el ámbito independentista ni fuera de él. Fuentes parlamentarias dan por hecho que no está en los planes de Romeva «arriesgar su solvente situación familiar y económica para correr el riesgo de una imputación judicial». «Romeva siempre se esconde. Cuando el proceso se puede torcer él desaparece», comentan con acritud.
Así, durante la última crisis prefirió viajar a Nueva York para participar en «Agenda 2030: 17 objetivos de desarrollo sostenible», para quitarse de en medio cuando se iba a decidir el nombre del jefe del Organismo Coordinador del Referéndum. Por ciento, el viaje a Nueva York resultó ser otro fracaso, pues tenía previstos cuatro actos y solo pudo hacer uno.