Santiago González, EL MUNDO, 30/5/12
El ministro del Interior francés, Manuel Valls, nació en España y es hijo de españoles como su nombre indica. Al mismo tiempo es francés, lo que explica su necesidad de aclarar conceptos en la tierra de los pinganillos. El traductor iba repitiéndole en francés las palabras del ministro Fernández, a lo que Valls, en un momento dado, hizo saber que entendía perfectamente lo que se decía en español y que no hacía falta duplicar los tiempos.
Ayer supimos que los detenidos el sábado, además de ir en coche robado, llevar documentación falsa de tres países, una pistola y un revólver, también acarreaban explosivos y ampollas de mercurio, elementos necesarios para fabricar bombas-lapa, así como dos ordenadores sobre cuyo contenido aún no tenemos datos. Valls estuvo diáfano para quien quisiera entender: preguntado por su posición sobre el acercamiento de los etarras a cárceles vascas, explicó que la disolución de la banda era condición sine qua non para cualquier cambio y que los objetivos de Francia y España iban más allá de la derrota política o militar de ETA.
Nuestro ministro insistió en que ETA está derrotada policialmente, varias veces, y usó el verbo pedir para referirse al requerimiento del Estado. Pedir es sinónimo de solicitar o invitar, no de exigir, obligar o conminar. No negaré el aserto principal, pero falta el factor subjetivo, el canto de la gallina, el reconocimiento de la derrota. Por eso, a veces aparecen los que Fernández califica de «unos cuantos miembros de ETA que están todavía en la clandestinidad, que van armados, que roban vehículos y llevan documentación falsa».
Descartada la posibilidad de que sean de aquellos soldados japoneses que no se rindieron en la 2a Guerra Mundial por ignorancia y seguían en la selva indonesia hasta 1970, esto se parece bastante a una banda que no se termina de rendir. No ha habido un comunicado etarra acusando a Gurrutxaga y Aramburu de indisciplina por no haber entendido la declaración del 20-O. Batasuna y sus marcas legales tampoco han sido más explícitas. Sí lo ha sido, lamentablemente, el consejero de Interior, a quien las detenciones de dos terroristas en esas circunstancias le han llevado a decir: «Todo confirma que ETA ha abandonado su actividad terrorista». Ares eligió un mal día para dejar de fumar y hacer esa declaración. Que Santa Lucía se la conserve. La vista, digo. Pese a todo ello y mientras nos visitan los comisionistas del Grupo Internacional de Contacto, el ministro no ve diferencias sustanciales entre la posición de Ares y la suya. Que a él también se la conserve.
«Esperamos su disolución incondicional», fue el colofón de Fernández. El ministro ganaría mucho en claridad si planteara la cuestión de manera más sencilla. «ETA no se ha disuelto, ni ha entregado las armas. No importa, nos encargaremos nosotros, con las Fuerzas de Seguridad y la colaboración de Francia. Salvo que la banda terrorista se dé prisa y lo haga antes por su propia voluntad».
Santiago González, EL MUNDO, 30/5/12