Alejandra Blázquez: ¿Dónde crees que vas, pichón?
Dicen que hay socialistas decentes,-yo mismo he conocido a alguno-, y entre ellos cabe destacar a Joaquín Leguina. Él estuvo en los actos de la Puerta del Sol y fue el presidente de la Comunidad de Madrid doce años, el último presidente socialista que tuvo Madrid. Antes había sido secretario general de la legendaria FSM durante otros doce. Desde que fue derrotado por Gallardón han pasado 28 años sin que un socialista se haya instalado en actitud de mando en la Casa de Correos. Y uno mira entre las posibilidades y no ve en Juan Lobato (o Lobezno, con el mote que han admitido sus propios publicistas) una alternativa a Isabel Díaz Ayuso. Miren la opinión que le merecía Félix Bolaños, el okupa de la Puerta del Sol: “No lo conozco. Lo veo en Televisión y me asusta, me asusta que un chaval joven del PSOE sea tan sectario, tan profundamente sectario y tan mentiroso”. Tarde o temprano se parece la hacienda al amo, ya se sabe.
Ayer era la fiesta del 2 de mayo en la capital, el aniversario del levantamiento del buen pueblo de Madrid contra los invasores napoleónicos y la cosa se presentaba con bronca protocolaria. Recordarán que el año pasado, la Comunidad invitó al presidente del Gobierno, pero a Sánchez es muy difícil pillarlo en campo abierto, así que delegó en Bolaños. Este año se invitó a la ministra de Defensa, que para algo iba a haber desfile y también a Isabel Rodríguez, que debía de tener otras actividades en su agenda, porque delegó en Félix Bolaños.
El pollito calimero de Pedro Sánchez fue acogido con algún pitido y gritos de dimisión, pero bajitos, nada que ver con lo que habría dispensado la peña al presidente. Pero él estaba allí para cumplir un mandato y ya que el protocolo no contemplaba la presencia del ministro de Presidencia en el acto festivo, acudió en calidad de ‘chevalier servant’ de la ministra de Defensa.
Una especialidad del sanchismo es tropezar con el protocolo. Recordarán aquel momento en que Pedro Sánchez y la Africana encabezaron el besamanos a los Reyes en la fiesta nacional de 2018 y que, a continuación, en vez de seguir caminando, se colocaron al lado de los monarcas para ofrecer gentilmente sus manos a quienes les seguían en la fila. Solo picó Ana Pastor, antes de que un mozo de Protocolo acudiera raudo a llevarse a aquellos intrusos de una fiesta que no era suya. Comprendan el gusto que este tipo siente por la función de okupa.
En esta ocasión fue la jefa de Protocolo de la Comunidad y una colaboradora suya las que frenaron en seco el intento de Bolaños de encaramarse a la Tribuna de Autoridades. No valieron sus intentos ni sus protestas. El jefe de la oposición sí estaba invitado y Bolaños no. Y recordaba razonablemente Protocolo que si llagan a estar presentes en el acto 22 ministros no habría que dejar subir a tanta peña a la tribuna de autoridades. A Félix Bolaños le quedó el consuelo de la bilis y tiró de la exclusiva del periodista amigo Romerito, que había contado en El País una cena que Feijóo había mantenido con 60 miembros de la Asociación de Fiscales en el hotel Claridge, de Madrid. Revelación enternecedora, pero no muy novedosa. No era un encuentro clandestino ni secreto. Lo había contado en El Mundo Angela Martialay el pasado 24 de abril (página 12). Y fue una reunión como la que mantuvo Pedro Sánchez con jueces y fiscales dos meses antes de la moción de censura que el juez amigo José Ricardo de Prada le preparó contra Rajoy con una sentencia ful.