El funeral del PP liberal y el triunfo de la Checa del 11M (y II)

LIBERTAD DIGITAL 26/04/17
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

· Nadie sabe «perfectamente, lo que es y lo que ha hecho», salvo el que tenga la condena hecha antes del juicio, el fiscal o juez de un Estado totalitario.

(Segunda parte del ensayo El funeral del PP liberal y el triunfo de la Checa del 11MLea aquí la primera parte)

 Este mismo sábado, J.M. Contreras, uno de los socios fundadores de la Sexta con Roures, Benet y Barroso, esos que Cebrián llamó «visitadores nocturnos de la Moncloa» de ZP, -él lo era diurno con González y ahora con Soraya-, publicó en Infolibre un artículo –Protejamos la pena del telediario– que su Sexta ha aplicado esta semana contra el PP de ayer para tapar al PP de hoy y su propia corrupción empresarial. Es decir, que los que mandan a través del duopolio televisivo en la España actual, por delegación de Moncloa y al servicio de Podemos, defienden abiertamente la muerte del Estado de Derecho y la creación de un régimen asesino y difamador como los de Cuba y Venezuela, que tienen en el linchamiento de los enemigos políticos –inocentes o no, da igual; están condenados antes de llegar a juicio, si llegan- su herramienta esencial de propaganda y terror político.

Vale la pena leerlo entero, y temblar, pero resumiré lo sustancial:

«Esta semana hemos asistido a un capítulo más de nuestra reciente historia política, la esperada detención de Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, que tantas noticias había protagonizado como recurrente sospechoso de haber cometido numerosos actos delictivos, sin que hasta ahora la ley hubiera actuado contra él. Una cámara de la Sexta pudo conseguir las únicas imágenes de su captura por las fuerzas de seguridad».

Esto es falso. Fue la UCO la que accedió al Sextabús, para proceder a la detención conjunta y tapar con lo de González la llamada a declarar de Rajoy.

«No hay duda de que uno de los momentos televisivos preferidos de muchos espectadores es el de poder ver la llamada ‘pena del telediario’. Son esas imágenes, desgraciadamente repetidas en multitud de ocasiones, en las que algún expoderoso corrupto es introducido en la parte de atrás de un coche policial tras su detención. Siempre me llama la atención su reacción, que de manera casi milimétrica suele reproducirse de forma cotidiana. El personaje en cuestión suele caminar atropelladamente con la cabeza baja, incluso cubierta, y busca meterse en el vehículo que se convierte en una especie de último refugio donde cree poder terminar con su agonía. Dentro del coche, intentan ocultar su rostro con manos y brazos o con alguna prenda de vestir o se esconden detrás del asiento».

Esto es cierto, pero se ve que Contreras no tiene familia, a la que nadie salvo un marrajo quiere humillar, o se cree impune ante el Sextabús y la UCO. Debe de serlo, porque la absorción de la Sexta por A3 fue delictiva y ahí sigue.

«Es una pena que las fuerzas de seguridad suelan colaborar en ese comportamiento que impide que algún reportero, de forma calmada, pudiera acercarse al detenido y preguntarle sobre las razones de su ocultamiento, aclarándole que, aunque se tape la cara, todos le estamos viendo y, sobre todo, todos sabemos perfectamente quién es y qué ha hecho».

Esto es falso. Nadie sabe «perfectamente, lo que es y lo que ha hecho», salvo el que tenga la condena hecha antes del juicio, el fiscal o juez de un Estado totalitario. A la Sexta la llama su Gobierno de su PP. Y en el caso Rato hemos visto a la policía tratarlo con menos celo que a los etarras.

«Es habitual escuchar voces públicas que defienden la eliminación de las penas del telediario. El argumento de base es que esas imágenes suponen una condena social de facto, que ignora el principio de la presunción de inocencia. La cuestión no puede ser más absurda. Las imágenes no reflejan la condena sino la detención, porque hay firmes indicios de que ha cometido algún delito. Si el principio de presunción de inocencia se antepusiera a todo, ni siquiera la detención debería tener lugar puesto que no ha habido aún condena. Un disparate».

¿Un disparate que todos sean inocentes hasta que se demuestre lo contrario? Quizás Contreras lo piensa sobre etarras e islamistas, no sobre los del PP, a los que tan «perfectamente» conoce. Y la burla al «cretinismo democrático y parlamentario» (Lenin) acaba en este sadismo de chequista:

«Lo que sí reflejan esas voces es el daño moral que parece infligir a los corruptos detenidos esas imágenes difundidas incesantemente en las televisiones. He de reconocer que en mi caso me provocan un efecto hipnótico. Siento un alivio cuando las veo. Por un momento, esa reproducción electrónica de la realidad me hace creer que quizá hay justicia y que, de vez en cuando, el que la hace la paga. Pienso que ese castigo público debería formar parte de cualquier condena por un delito que supone el enriquecimiento ilícito, el haber sacado provecho, quebrantando la ley, de la confianza de los ciudadanos y de transformar el servicio público en vehículo para el robo de bienes ajenos».

Y ahora llega el regodeo del co-creador de la Sexta gracias a ZP:

«Propongo por tanto regular un protocolo especial para llevar a cabo la detención de los corruptos. Puedo llegar a entender que se impida el contacto directo a reporteros y ciudadanos con los acusados para evitar altercados e incidentes. Se deberían habilitar unas vallas de seguridad que facilitaran la visibilidad del público asistente. Sin embargo, el paseíllo hasta el vehículo policial habría que reglamentarlo. Deberíamos dejar al menos 200 metros de recorrido obligado, para que el detenido, convenientemente esposado, se dirigiera hasta el coche. Propongo que el desplazamiento lo hiciera en solitario y sin elementos que entorpecieran su marcha. Todo ello, eso sí, perfectamente televisado, con posibilidad de utilizar diferentes tomas y repeticiones con cámaras superlentas, al estilo de los encierros de San Fermín. Incluso, propondría la colocación de una mini cámara que portara el detenido en su solapa que nos permitiera tener una toma subjetiva de gran valor emocional. Una buena selección musical difundida con megafonía sería el toque final perfecto. El denostado reggaetón de Luis Fonsi, Despacito, sería una banda sonora perfecta con esa simbólica estrofa final:

Pasito a pasito, suave suavecito
Nos vamos pegando, poquito a poquito
Hasta provocar tus gritos
Y que olvides tu apellido
Despacito»

Lo de «provocar tus gritos» suena a torturador vocacional o rapero podemita. A «la azotaría hasta sangrar» o «soy un marxista devenido psicópata». Pero Contreras olvida algo demasiado deprisa: el apellido del corrupto no lo ha olvidado despacito ni deprisita el directivo de la Sexta detenido junto a González ni el gran jefe Casals, sino el camarada Ferreras, que lo tapó. ¿Por qué Contreras no comenta este caso de corrupción de la empresa que él fundó, nada menos que un descarado chantaje mediático para que no lo denunciaran? ¿Todavía pertenece a la empresa?

El mal menor no es un bien, es sólo menor
En fin, al leer este alarde tiránico de los que tras participar en el tinglado corrupto del PP de Madrid fingen desarticularlo para ahorrarse ellos la cárcel, vuelvo al dilema insoluble: el destino del liberal es siempre comprometido, porque uno elige los enemigos, no los aliados. Tras reñir con Aznar, lo defendí contra los golpistas del chapapote iraquí. Tras la traición de los liberales del PP, los defendí contra Montoro y el impuesto de Sucesiones. Tras leer a los viejos golpistas del 13 M, del Nunca mais y ahora del Sextabús vuelvo a la doctrina del mal menor para combatir el mayor: la tiranía. La corrupción del PP madrileño y su artera utilización para tapar la de Rajoy me ahorrará votar al PP, porque no se puede ni se debe votar a un muerto. Pero el PP medio liberal merecía un mejor funeral.