Iñaki Ezkerra-El Correo
- El presidente se ha acabado creyendo que Israel es el PP a fuerza de identificarlos
Llamamos cortinas de humo a las tretas escenográficas y que utiliza Sánchez para hacernos olvidar las noticias que le perjudican: el cerco judicial a su partido y a su familia, las leyes y presupuestos que no saca adelante, las pifias de sus ministros en la gestión ferroviaria y ahora en las famosas pulseras antimaltrato… Pero, desde el numerito que montó en la cumbre de la OTAN, donde desmintió el compromiso que acababa de firmar, terminó castigado en un rincón de la foto y se puso a sacar pechito contra Trump, esa táctica ha dado un salto cualitativo. Esas ya no son cortinas sino bombas de humo. Son tracas valencianas donde a la humareda se añade el fuego y la detonación sin otro propósito que el de aturdirnos.
Después del ‘atlantic show’ vino la cruzada propalestina, con sabotaje oficial a la Vuelta Ciclista incluido, y ahora viene su actuación estelar en la Asamblea General de la ONU con su consiguiente anuncio de imitar a la populista Meloni y movilizar un buque de la Marina (el ‘Furor’) para proteger a la flotilla que navega hacia Gaza. No hay que ser muy linces para entender que si esa flota y el buque español que le sigue se adentraran en zonas de combate, el incidente que se desataría con Israel no sería exactamente diplomático.
La Global Sumud Flotilla está constituida y dirigida por organizaciones no gubernamentales, lo cual quiere decir que no hay ningún país que se haya mojado con carácter oficial en esa operación marcada desde su inicio intencionadamente por la ambigüedad entre la ayuda humanitaria y la provocación. Por esa razón la mera presencia en tal iniciativa de la Armada con una hostilidad antiisraelí que no presenta la italiana, resulta altamente comprometedora para nuestro país. La pregunta es inquietante como sus respuestas: ¿Está echando Sánchez ese órdago porque no ha calculado sus graves consecuencias o porque las ha calculado precisamente? Con cualquier otro político sabríamos a qué atenernos. Con Sánchez no. Ha empezado a moverse por el tablero internacional como Pedro por su casa. Con la ligereza y la temeridad con la que lo ha hecho hasta ahora en España y con el mismo objetivo de mantenerse en el poder, así como con la ignorancia que le lleva a hablar de genocidio cuando en Israel viven dos millones de palestinos.
Sí. El ‘Furor’ de Sánchez, que es también el de Greta Thunberg y Ada Colau, nos brinda una gráfica metáfora de la furia y el ruido con los que el huésped de La Moncloa se ha puesto a echar órdagos en el escenario internacional. Cuando no usa la OTAN como si fuera el CIS de Tezanos, trata a Trump como a Feijóo. Y tanto se ha empeñado en identificar al PP con Israel para culparle de la guerra de Gaza que ha acabado creyéndose que Israel es el PP.