Enric Hernández, EL PERIÓDICO, 22/11/11
A esta hora, la ejecutiva federal del PSOE, reunida en Ferraz, debe ser lo más parecido a un funeral. Escrutinio en mano, la debacle socialista del 20-N no admite paliativos; aunque el de José Luis Rodríguez Zapatero sea el vigésimo segundo gobierno europeo que la crisis se lleva por delante, el desmoronamiento electoral del PSOE presagia una larga y azarosa travesía por el averno de la oposición. Es urgente la convocatoria de un congreso federal que reparta de nuevo las cartas, alumbre nuevos liderazgos y permita reconstruir un proyecto político en ruinas.Si bien la magnitud de la debacle podría ampliar la lista de contendientes, es previsible que la batalla entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, abortada en primavera y soterrada en campaña, se reactive en breve. Sobre todo, si el primero entiende –como editorializa hoy cierto medio progresista– que solo a Zapatero, y no al candidato, cabe endosarle la responsabilidad del batacazo electoral.
No mejor parada sale del embate la ministra de Defensa, que completa el ciclo regresivo que el PSC inauguró en las autonómicas del 2010 y ahondó en las municipales de mayo. La primera derrota del socialismo catalán en unas generales –el ascenso del CiU y el PP en Barcelona ciudad es un dato a tener muy en cuenta– tensará aún más el debate precongresual, en el que Chacón habrá de tomar partido. En la lucha por el liderazgo del PSOE, tiene Chacón a su favor la juventud –una etapa larga en la oposición emsombrece el horizonte de Rubalcaba– y, previsiblemente, el apoyo de la aún poderosa federación andaluza. El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, necesita promover y acelerar la renovación del partido con vistas a las autonómicas de marzo, en las que la derrota socialista parece asegurada, pero una Izquierda Unida al alza podría cerrar la puerta al popular Javier Arenas si este no conquista la mayoría absoluta.Eso sí, siempre que el fiasco extremeño no se repita.
Queda por ver, por lo demás, qué papel se reserva Zapatero, todavía secretario general, en la batalla intestina del PSOE. Si da un paso atrás, como ha hecho en campaña sometiéndose a los designios del candidato, el equipo médico habitual de Ferraz tendrá más margen de maniobra para pergeñar una salida continuista. En esta tesitura, conviene no olvidar que en 1997, tras la renuncia de Felipe González, la apuesta conservadora en favor de Joaquín Almunia acabó saliendo rana. Y que fue en el 2000, con el partido hecho unos zorros, cuando la vieja guardia hubo de dar un paso atás y emergió un nuevo liderazgo, el de Zapatero, capaz de devolver el PSOE a la Moncloa.
Enric Hernández, EL PERIÓDICO, 22/11/11