EL CONFIDENCIAL – 06/02/16
· Algunos sectores de Convergència quieren que el expresidente de la Generalitat Artur Mas sea delegado permanente de Cataluña ante la ONU en Nueva York.
El Gobierno español ha puesto ahora en el punto de mira a la consejería de Exteriores de la Generalitat de Cataluña. Era una opción (la de tener una consejería de estas características) que se había planteado hace meses, pero ante su oficialización con el Gobierno de Carles Puigdemont, el presidente en funciones Mariano Rajoy, ha dado un paso más y la recurrirá ante el Constitucional.
No obstante, la hoja de ruta de Junts pel Sí (JxS) y la CUP, los dos partidos que tienen mayoría absoluta en el Parlamento catalán y que permiten gobernar a Puigdemont lo tienen claro: las relaciones exteriores son importantísimas para el ‘proceso’. Es más: la internacionalización del conflicto es la última fase del camino hacia la independencia.
En esta carrera contrarreloj contra las normas internacionales, una de las principales acciones es convertir la Delegación de la Generalitat en Bruselas en una representación permanente ante la Unión Europea (UE). La otra gran acción es crear una delegación permanente ante la ONU en Nueva York. Algunos sectores de Convergència incluso especulan con la posibilidad de que el expresidente Artur Mas se haga cargo de esta representación. No está mal pensado. Sería un ‘retiro dorado’ para el timonel del ‘proceso’, la guinda o el colofón a su larga trayectoria política, pero el líder de CDC está, en estos momentos, más preocupado por concentrarse en la refundación de su partido que en embarcarse en esta aventura internacionalista.
El Gobierno catalán, no obstante, tiene algunas ideas avanzadas sobre lo que quiere que sea la acción exterior, de la que se encarga el execosocialista Raül Romeva. Una de las primeras medidas es reforzar y ampliar la red de ‘embajadas’. Ahora, la Generalitat cuenta con 10 delegaciones en el extranjero. En los 18 meses que prevén que dure la transición (hasta la proclamación de la independencia), habrán de crecer hasta las 29 y llegar a 44 una vez que Cataluña sea un Estado independiente. Lo curioso es que espera conseguir acuerdos bilaterales con otros países (incluida España) para que la representen en determinados Estados donde no pueda abrir ‘embajada’.
Paralelamente, creará una “red de consulados” que puedan ponerse en funcionamiento en el momento de la ‘desconexión’ con España. Los estudios previos apuntan a las necesidades de nuevo personal, medios para abastecer estos consulados e incluso ubicaciones concretas en algunas ciudades. Lo que sí tienen claro es que las actuales ‘delegaciones’ pasarán a ser embajadas “automáticamente”.
Subrogación de acuerdos
También estudia el Gobierno catalán la subrogación de los Tratados y Acuerdos Internacionales, multilaterales y bilaterales suscritos por España. De lo que se trata es de asumir los compromisos de la ‘metrópoli’ una vez se produzca la secesión. Los asesores que había designado Artur Mas ya han estudiado el tema tratado por tratado y tienen preparado un borrador de la estrategia a seguir en cada caso concreto.
El último gran escollo que tiene el Gobierno catalán para acometer una ruptura con España es la definición de los límites de lo que será la República.
El desarrollo de la acción exterior, sin embargo, ha de ir acompañado de la creación y puesta en marcha de un Servicio de Inteligencia, del que Cataluña carece y que, hoy por hoy, está en mantillas, tras el frenazo que supuso su creación después de descubrirse que Mas quería crear un CNI propio. Sin embargo, sí se está trabajando ya en las leyes del Servicio Exterior de Cataluña, y de la Acción Exterior y Cooperación Internacional. La intención esque puedan aprobarse estas leyes a medio plazo, tras la proclamación de la independencia (antes de ella serían consideradas jurídicamente ilegales).
De la misma manera, los técnicos de la Generalitat han de estudiar la creación de un pasaporte y modelo de visado catalán, pero éste ha de ir ligado a la red consular, a las embajadas y a la gestión de fronteras, segmentos en los que el desarrollo de las ‘estructuras de Estado’ está en mantillas. Por si fuera poco, el diseño e impresión de los pasaportes es muy complicado desde el punto de vista técnico y de validación internacional.
El último gran escollo que tiene el Gobierno catalán para acometer una ruptura con España es la delimitación de los límites de lo que será la República Catalana. Aquí se encuentra con que ha de tener unos límites terrestres, que supuestamente serán los menos complicados, ya que aplicará la delimitación de los actuales municipios de Cataluña. Fuera de sus términos municipales, será otro país.
Pero otra cosa son los límites marítimos y aéreos, donde no existe todavía ningún estudio definitivo sobre los mismos. En el tema del mar, la nueva Cataluña necesitará negociar esos límites tanto con España como con Francia, por lo que los augurios no son nada halagüeños. En el tema de las lindes aéreas, deberá negociar con la Organización Internacional de Aviación Civil y aplicar el Convenio de Chicago. Pero nadie le pondrá las cosas fáciles: ese Convenio regula de manera liberal la navegación aérea y deja bajo la fórmula de acuerdos bilaterales entre Estados la navegación y el tráfico aéreo, que deberán ser registrados en la OACI. Y España y Francia están dispuestas a no aflojar ni un ápice: Cataluña, pues, no las tiene todas consigo.
EL CONFIDENCIAL – 06/02/16