Editorial, LIBERTAD DIGITAL, 17/2/12
¿Qué problema impide al ministro Fernández hablar con claridad, en términos de memoria, dignidad y justicia? ¿Por qué no puede lanzar un sencillo mensaje a los terroristas: disolución, entrega de las armas y entrega personal a la Justicia?
Los actos de apoyo a los terroristas presos, celebrados en la plaza de toros de Tolosa (Guipuzcoa) y en el Ayuntamiento de San Sebastián, señalan que la estrategia de ETA pasa, en estos momentos, por intensificar la presión al Gobierno para que acerque y ponga en libertad a sus encarcelados. Nada nuevo, estas manifestaciones proetarras, si no fuera por dos elementos nuevos: ahora se hacen desde los ayuntamientos, con presencia activa de los alcaldes de Bildu, y desde este jueves, ese mundo siniestro ya no apunta al PP como el enemigo, sino que lo elogia y se reconoce en los gestos y las palabras del Gobierno de Mariano Rajoy.
El diario proetarra Gara ha inaugurado un tiempo insólito, en el que los propagandistas del terrorismo aprueban el discurso de un ministro del Interior de España. El dirigente batasuno Joseba Permach se ha subido rápidamente al carro, saludando con una efusividad inconcebible en otros tiempos las palabras del ministro en el Congreso.
¿Y qué es lo que ha hecho el señor Jorge Fernández para merecer el aplauso de los proetarras?
Según estos, reconocer que, en parte, el terrorismo en España obedece a un problema político enquistado en el País Vasco. El caso es que no son los únicos que han entendido en este sentido las palabras del ministro del Interior, en el transcurso de una interpelación parlamentaria de la señora Rosa Díez (UPyD). Fue este miércoles, durante la sesión de control al Gobierno, y el ministro Fernández, según recogen todas las cámaras, los cronistas y los despachos de agencias, se refirió a un «conflicto político» supuestamente existente en el País Vasco.
El propio ministro no debe dejar pasar un día más sin aclarar el sentido de sus declaraciones. ¿Cree el señor Fernández que el terrorismo obedece, en todo o en parte, a un conflicto de naturaleza política pre-existente?
El Gobierno no tiene ninguna necesidad de ser ambigüo en la cuestión de la derrota de ETA y, sin embargo, la Opinión Pública asiste a una escalada de equívocos y a un ambiente cada vez más secreto alrededor de la política antiterrorista. ¿De qué hablaron el señor Rajoy y el señor Pérez Rubalcaba durante su reunión de más de cuatro horas en el Palacio de la Moncloa?
Lo cierto es que no somos los únicos en seguir con creciente inquietud y perplejidad los acontecimientos. En este mismo diario, días atrás, tres cualificados representantes de la comunidad de víctimas, la señora Teresa Jiménez Becerril y los señores Daniel Portero y Francisco José Alcaraz, recordaban al Gobierno del presidente Rajoy que no vale dar una salida honrosa a ETA, que pase por la reinserción de sus presos antes de cumplir las condenas que el Estado de Derecho les ha impuesto por sus crímenes. Las víctimas esperan del nuevo Gobierno lo que les corresponde: memoria, dignidad y justicia.
¿Qué problema hay en que el ministro del Interior hable en estos términos? ¿Por qué se enreda en circunloquios sobre inexistentes conflictos de naturaleza política? ¿Qué le impide ser claro y lanzar un sencillo mensaje a la banda terrorista: disolución, entrega de las armas y puesta a disposición de la Justicia?
Por si faltara algún elemento de desconcierto, el secretario general del PP vasco, el señor Oyarzábal, ha vuelto a perder una excelente ocasión de callarse, al reprochar a la diputada Rosa Díez que pregunte por la política antiterrorista del Gobierno en el Parlamento, una iniciativa que, según el joven dirigente popular «da oxígeno a los terroristas». Actitudes como la del señor Oyarzábal representa una ofensiva y grosera manipulación que un ciudadano puede esperar en quienes, como el ex presidente Zapatero, hicieron de la negociación con ETA la razón de ser de su política, pero jamás de quienes, como el presidente Rajoy, llegaron al Gobierno con los votos de millones de españoles que no aceptarán otro final que no sea el de la derrota inapelable y justa del terrorismo. Empieza a ser urgente que el Gobierno marque con claridad cuál es su programa para conseguirlo.
Editorial, LIBERTAD DIGITAL, 17/2/12