Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 24/6/2011
La trampa del Gobierno para rechazar al adelanto electoral consiste en proclamar que lo defienden solo en el Partido Popular, cuya obsesión se centra en llegar a la Moncloa cuanto antes. Pero no es cierto: el adelanto de elecciones lo defendemos también gentes que nada tenemos que ver con el PP, entre ellos importantes dirigentes socialistas y muchos intelectuales.
L a forma en que se ratificó anteayer en el Congreso el decreto-ley sobre negociación colectiva -un asunto fundamental para millones de personas- pone de relieve una vez más que si el Gobierno pensara, como intenta hacernos creer, en los intereses generales y no, como sucede realmente, en las conveniencias electorales del PSOE, hace semanas que hubiera anunciado el adelanto de las elecciones generales.
De hecho, resulta difícil encontrar un ejemplo que exprese mejor el auténtico drama en que se debate un presidente que ha acabado por convertirse en un espectro, abandonado por la mayoría del cuerpo electoral y manejado como una marioneta por quien ya manda de verdad en el Gobierno y el partido -Rubalcaba- tras el golpe de mano que, para llevarse por delante a Carme Chacón, acabó también por barrer de la escena a Zapatero.
En primer lugar, el presidente se vio obligado el miércoles a sacar adelante una medida en la que no cree (si es que Zapatero cree en algo) y que contradice de un modo flagrante el programa con el que el PSOE ganó las elecciones. Una medida que aleja más todavía a los socialistas de su tradición socialdemócrata y que contribuirá, sin duda, a aumentar el triste legado que el presidente dejará en herencia a su partido: una gran finca de tierra quemada, bien abonada, eso sí, con socialpopulismo de derechas.
Por si ello no fuera suficiente, el decreto se ratificó in extremis, contribuyendo a dar así una sensación de absoluto desgobierno. Tanto que el ministro de Trabajo, que explicaba en la tribuna del Congreso el contenido de la norma, no sabía cómo quedaría en realidad, pues otros negociaban su texto final mientras él alargaba artificialmente su discurso con la chusca finalidad de hacer una especie de filibusterismo del revés: dar tiempo a los negociadores socialistas para que comprasen las abstenciones de CiU y PNV.
Pues, y solo esto faltaba para el duro, un Gobierno en situación de extrema debilidad no tiene ya más socios para sacar a España de su peor crisis de las últimas tres décadas que dos partidos que proclaman una y otra vez que sus respectivas comunidades son el único objeto de su preocupación. ¿Pueden ser los leales aliados para tan dificilísima tarea partidos que quieren que sus comunidades abandonen España en cuanto puedan?
La trampa del Gobierno para rechazar al adelanto electoral consiste en proclamar que lo defienden solo en el Partido Popular, cuya obsesión se centra en llegar a la Moncloa cuanto antes. Pero no es cierto: el adelanto de elecciones lo defendemos también gentes que nada tenemos que ver con el PP, entre ellos importantes dirigentes socialistas y muchos intelectuales que han apoyado o apoyan aún a Zapatero, pero que creen que su empeño en seguir es suicida para él, para el PSOE y para España.
Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 24/6/2011