Carlos Sánchez-El Confidencial
- Un informe del jefe del Servicio de Estudios de la Agencia Tributaria concluye que es el Gobierno quien más se equivoca en sus estimaciones macro. Lo achaca a que a partir de una primera estimación errada no la actualiza
El análisis lo ha realizado el jefe del Servicio de Estudios de la Agencia Tributaria, Rubén Fernández de Santiago, y entre sus conclusiones se encuentra la constatación de que ha sido el Gobierno quien más ha errado en sus previsiones macroeconómicas, tanto en 2021 como en 2022. No se incluye el año 2020 por ser un ejercicio especialmente volátil a consecuencia de la irrupción del covid.
El Ministerio de Economía, en concreto, fue quien más se equivocó frente a otros organismos oficiales que periódicamente presentan sus proyecciones, como son la Comisión Europea, la AIReF, el Banco de España, la OCDE y el FMI. El estudio deja fuera a los institutos privados de coyuntura, que cada dos o tres meses elaboran sus propias previsiones, coordinados en el Panel de Funcas.
El error de previsión se refiere al crecimiento del PIB real y a la estimación de déficit público, habitualmente las variables macro más polémicas a la hora de realizar previsiones. Y así, por ejemplo, en 2021, y en relación con el producto interior bruto, mientras que el Gobierno se ha equivocado en 1,9 puntos por encima de la cifra real que formalmente publicó Estadística, el resto de organismos lo ha hecho en 0,86 puntos, es decir, menos de la mitad.
En 2022 ha ocurrido algo parecido. Economía sobreestimó el crecimiento económico en 1,33 puntos, también por encima de los 0,8 puntos en que erró el resto de organismos. Aunque todavía no se conoce cómo cerrará la economía este año en términos de avance del PIB, el autor del estudio utiliza para su análisis la previsión que hace la propia Agencia Tributaria a partir de sus indicadores fiscales, mientras que para el déficit público la comparación se hace en relación con lo que sucedió el año pasado entre agosto y el fin de año.
En este último caso, solo la OCDE y la AIReF (precisamente el organismo encargado de fiscalizar las cuentas públicas) se equivocaron más que el Gobierno en 2021, mientras que respecto a 2022 las peores previsiones fueron también las de la OCDE y el FMI. El error medio del Ejecutivo fue de 1,27 puntos el año pasado y de 1,1 este año. Estos valores (ver gráfico) salen de comparar cada una de las cuatro previsiones que se hicieron antes de conocer el resultado final y posteriormente sumarlas y dividirlas entre cuatro, lo que se considera más representativo. Es decir, se acumulan los errores de previsión y posteriormente se comparan con el resultado final.
Un error “no desdeñable”
El estudio del alto funcionario de Hacienda, a partir de esta metodología propia, destaca los altos niveles de error en casi todos los casos. En 2021, y en relación con el PIB, el error representó el 21,4% de la cifra final (la economía creció un 5,5% y se estimó de media que crecería un 6,68%), mientras que en 2022 el fallo fue del 18,6%. Respecto del déficit público, el error fue del 17,7% el año pasado y del 26,6% este año. A la vista de estos datos, el autor del artículo asegura que se trata de un error “no desdeñable”.
Se achaca a una doble causa. Por un lado, a lo que Fernández de Santiago denomina “efecto anclaje”, que tiene que ver con que la primera estimación fue equivocada y a partir de ahí lo que se produjo fue una especie de arrastre que afectó a las proyecciones posteriores. Lo que se detecta, igualmente, es que también existe un “efecto confluencia”. Es decir, a medida que pasa el tiempo, las previsiones tienden a converger entre sí, lo que se achaca a que cuando se hacen las nuevas estimaciones, los organismos encargados de actualizarlas disponen de mayor información para realizar sus proyecciones.
Según el autor del artículo, el primer efecto “resulta preocupante” porque podría ser indicativo de resistencia a la revisión de las estimaciones “a pesar de contar con información actualizada que permitiría mejorar la precisión de las mismas”. El artículo precisa, sin embargo, que “no se detecta” la existencia de sesgos sistemáticos ni tampoco “ganadores” o “perdedores”. Es decir, instituciones que siempre “aciertan” o siempre se “equivocan” más que las demás, ni en todos los años ni en todos los indicadores. La no actualización de las previsiones en función de las información más reciente es, precisamente, una de las críticas habituales desde la oposición al partido en el Gobierno.
La demostración de que no hay ni “ganadores” ni “perdedores”, según el estudio, explicaría que la OCDE haya sido el organismo con menor error en la proyección del PIB real en 2021 y 2022, mientras que, al mismo tiempo, también el organismo con sede en París es el que registra la mayor desviación media en la estimación de la ratio de déficit público en el mismo periodo. Por su parte, el Banco de España y la AIReF serían los que apuntarían los menores errores medios absolutos en las previsiones de PIB real y déficit en 2022, respectivamente, pero los mismos organismos también fueron los penúltimos en acertar justo esas mismas variables en 2021.
Los mayores errores
En el último programa de estabilidad, el Gobierno admitió que las variables donde se concentran un mayor número de errores desde 2017 son el gasto en consumo final de las administraciones públicas, la productividad por ocupado a tiempo completo y la remuneración por asalariado, con errores en todos los ejercicios desde 2017.
Para evitar sesgos deliberados por parte de los gobiernos nacionales a la hora de hacer sus previsiones, lo que ha decidido la Comisión Europea es que se hagan sobre hipótesis comunes para garantizar que los programas de estabilidad sean comparables al usar los mismos supuestos. En particular, sobre los tipos de interés a corto y a largo, crecimiento de la zona euro y crecimiento del resto del mundo. En el caso de los tipos de cambio y los precios del petróleo, se considera la media de los 10 últimos días de negociación anteriores al cierre de la información utilizada. Se supone que el valor medio de estas variables se aproxima a su valor en el resto del año. Por último, la evolución de los mercados se aproxima a lo que estima el FMI sobre el crecimiento de las importaciones mundiales, ponderado por el peso de cada país en la exportación española.