EL MUNDO 22/02/14
· La vicepresidenta omite cualquier lectura política e Interior rechaza la «teatralización».
El Gobierno puso ayer sumo cuidado en no conceder a ETA ninguna lectura política acerca de su singular ceremonia de desarme. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que compareció ante la prensa antes de la hora habitual, esto es, antes de la difusión del vídeo ya anunciado, desvió todas las preguntas al ministro del Interior. Y éste, a su vez, protagonizó un discurso duro, eminentemente policial, de respuesta a la «teatralización» etarra de un desarme «por entregas».
«Es evidente que no debemos contribuir a dar credibilidad a esa escenificación a la que ETA nos viene sometiendo. Lo único que le interesa a la sociedad española, y para lo único que está trabajando el Gobierno, es para la disolución definitiva y sin condiciones de ETA, para la derrota total y definitiva de ETA», arrancó Jorge Fernández Díaz, en lo que representó una enmienda a la totalidad al último comunicado: «Va a ser más de lo mismo», sentenció el ministro.
Pero más allá del rechazo frontal al último movimiento de la banda, más allá del natural escepticismo, el Ejecutivo trasladó dos mensajes dignos de analizar. El primero, y más importante, sonó a condición explícita para los terroristas para cualquier iniciativa de desarme. Y es que el titular de Interior arremetió contra los verificadores de ese pretendido desarme y reclamó para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado la exclusividad de dicha tarea.
«Para adquirir sus armas ETA no necesitó de verificadores. Por tanto, si de verdad quiere desprenderse de sus armas no hacen falta verificadores», declaró Fernández Díaz al término del Consejo de Ministros, para continuar: «Y tampoco fueron los verificadores internacionales los que derrotaron a ETA. Quien ha derrotado a ETA es el Estado de Derecho. Y en la vanguardia del Estado de Derecho ha estado la Guardia Civil y la Policía». Así que, concluyó, «con la Guardia Civil y la Policía nos basta y nos sobra para verificar si se han desprendido de sus armas. No nos hacen falta verificadores. Los mejores son la Guardia Civil y la Policía».
Su segundo mensaje, a diferencia del anterior, no estaba preparado. Fue a preguntas de la prensa, y en recuerdo de la comparecencia de Rajoy de octubre de 2011, en la que recibió con satisfacción el anuncio del cese definitivo de la violencia etarra, cuando Fernández Díaz admitió que también este último gesto de los etarras puede ser «positivo». «Todo lo que sea avanzar en la disolución definitiva y en la entrega de las armas es positivo», fueron sus palabras.
Pero lo cierto es que el grueso de su discurso estuvo dedicado, primero, a rebajar las expectativas creadas por la banda y, segundo, a advertir de que el Gobierno «no está en tregua». Así, en primer lugar, el titular de Interior metió en un mismo saco el comunicado de 2011 y el de ayer. Dijo que ambos forman parte de «un ejercicio de teatralización, de escenificación, que lleva realizando ETA» desde el cese de su actividad armada» con el objetivo de negar su derrota y de disfrazarla de una pretendida «concesión a la paz», por la que «tuviéramos que darles la gracias».
Y en segundo lugar, Fernández-Díaz se detuvo en subrayar las 99 detenciones de etarras practicadas dentro y fuera de España por su Gobierno, así como el «desmantelamiento de sus estructuras». Porque, según insistió, «el Estado de Derecho no está en tregua ni se va adaptando a esa escenificación. Mientras no se disuelva, es una organización terrorista viva», afirmó.
EL MUNDO 22/02/14