ABC 07/12/16
· Sáenz de Santamaría viaja a Barcelona por tercera vez en apenas veinte días
Por tercera vez en los últimos veinte días, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, viajará hoy a Barcelona, donde trabajará desde su despacho en la Delegación del Ejecutivo en la capital catalana. La vicepresidenta, que también es la responsable de la política territorial del Gobierno, tiene previsto mantener varias reuniones con distintos sectores de la sociedad catalana. En realidad, este viaje responde a un plan del Gobierno, que está dispuesto a tener más presencia, más protagonismo y más diálogo en Cataluña. «Queremos fundirnos en el ambiente, ser necesarios, hacernos imprescindibles», comentan fuentes del Ejecutivo.
Política de gestos El Gobierno no descarta celebrar un Consejo de Ministros en la capital catalana
La agenda «catalana» de la vicepresidenta, que también ha viajado a otras comunidades como Baleares, País Vasco y Canarias, no se limita a sus reuniones con los interlocutores de la Generalitat, sobre todo con Oriol Junqueras, con quien mantiene una relación razonable y cordial. Sáenz de Santamaría quiere extender las redes del Gobierno a la sociedad civil, al conjunto de los partidos y a las organizaciones que tengan algo que decir y aportar al debate político catalán y nacional.
El objetivo del Gobierno es claro: lograr la distensión con la Generalitat, frenar el desafío independentista, no dejar de dialogar y evitar que se produzca el choque de trenes, que hasta ahora parecía inevitable. Desde el Gobierno se insiste en que la ley estará siempre por delante, pero «con mucho esfuerzo y mucho diálogo» se pretende lograr un cambio en las relaciones en los próximos meses.
Habrá gestos por parte del Ejecutivo, y uno de ellos podría ser la celebración de un Consejo de Ministros en Barcelona, algo que no está en absoluto descartado en La Moncloa. Pero también esperan ser correspondidos por parte de la Generalitat.
Los esfuerzos están centrados ahora en la Conferencia de Presidentes, que se pretende celebrar a mediados de enero. El Gobierno tiene el máximo interés en que acuda Carles Puigdemont, y ha dejado claro que será una reunión «de contenido», y no protocolaria. No solo se hablará de financiación autonómica, sino también de recuperación económica, creación de empleo y Estado del bienestar, aunque aún no hay orden del día cerrado.
Millo, figura clave
En este plan del Ejecutivo para recuperar presencia en Cataluña –una demanda histórica del Partido Popular en esta comunidad–, el recién nombrado delegado del Gobierno, Enric Millo, está llamado a desarrollar, de hecho ya lo está haciendo, un papel clave. Millo, con el encargo, en palabras de la vicepresidenta Santamaría, de ser «los ojos, los oídos, la mano derecha y la mano izquierda» del Gobierno en Cataluña, se reunió con el presidente de la Generalitat la pasada semana. El encuentro, con una duración inusual de dos horas, en lo que a priori solo era una presentación formal, sirvió, no para llegar a acuerdos, pero sí al menos para dejar abierta una vía de diálogo hasta el momento inexistente.
Fuentes conocedoras del encuentro señalaron que Puigdemont valora el nombramiento de Millo como un «gesto» del Gobierno, siendo una persona además con la que tiene sintonía desde que ambos iniciaron su carrera política en Gerona. Discrepando en lo esencial –referéndum, soberanía…–, tanto la Generalitat como el Gobierno han llegado a un punto de acuerdo, que establece precisamente que la distancia en estos aspectos no debe impedir llegar a pactos en otros campos que no son menores.
Millo, que ayer mismo apelaba al espíritu de «acuerdo» que representa la figura de Josep Tarradellas, cita aspectos relativos a financiación, infraestructuras, lengua o educación como puntos en los que las dos partes deberían poder hablar. En su encuentro el pasado viernes con Puigdemont, planteó la necesidad de reactivar la ahora invernada comisión mixta de transferencias Estado-Generalitat, así como otras comisiones sectoriales.
Es pronto para conocer si el cambio de actitud del Gobierno ablanda-
rá la posición catalana –por ahora, no–; lo que sí es cierto es que ha descolocado a la Generalitat, desde donde siempre se ha reivindicado un diálogo que ahora es el Gobierno el que lo brinda. Aunque la reunión Santamaría-Junqueras ya está encauzada, la prueba definitiva será la asistencia o no de Puigdemont a la conferencia autonómica de enero, un objetivo para el que se está empleando a fondo el nuevo delegado del Gobierno.