EL CORREO 23/11/13
· Acentúa su contundencia contra ETA y deja la ubicación del Instituto de la Memoria en manos de los partidos
El Gobierno vasco ha corregido su plan de paz con el objetivo de lograr un gran acuerdo político antes de que finalice esta legislatura. El secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, presentó ayer en San Sebastián el texto definitivo del proyecto, en el que se recogen las aportaciones de los partidos y agentes sociales. El documento, más contundente con la violencia de ETA, hace suyas 27 enmiendas, algunas de las cuales buscan poner fin a aspectos que resultaron especialmente polémicos en su primer original. Así, elimina su apuesta por ubicar el futuro Instituto de la Memoria en Gernika y destaca el compromiso, esta vez «continuado», de la Ertzaintza con la convivencia y los derechos humanos.
En el Ejecutivo son muy conscientes de los recelos que despertó el borrador inicial del plan. La necesidad de reformular el texto teniendo en cuenta las opiniones de las diferentes sensibilidades políticas, aunque los cambios no alterasen los principios rectores del mismo, resultaba clave, sobre todo si lo que se busca es un futuro consenso. Con ese objetivo en mente, la secretaría de Paz y Convivencia ha intentado hacer un encaje de bolillos intentando satisfacer aportaciones de unos y otros, matizando acciones concretas del proyecto –en ciertos casos de carácter significativo– e incluyendo un nuevo preámbulo «explicativo» que deje atrás «interpretaciones» erróneas del contenido del plan. El resultado es un documento más contundente con ETA, sobre todo en cuanto a la «valoración específica» de la violencia ejercida por la banda terrorista en relación a otras vulneraciones de derechos humanos , que tiene como eje el denominado «suelo ético» aprobado por el Parlamento vasco.
El nuevo documento incluye este acuerdo a modo de anexo –así lo habían solicitado el PSE y PP– y lo hace al completo. Es decir, sus cinco apartados, pese a que tan solo uno de ellos recibió el visto bueno de las cuatro grandes fuerzas políticas. EH Bildu se abstuvo en el resto. Dicho punto en cuestión es el que marcó el 10 de noviembre la celebración, por separado, del Día de la Memoria: «La paz y la convivencia futura requieren el reconocimiento de la injusticia de la violencia, el reconocimiento del daño causado y la dignidad de las víctimas, todas ellas merecedoras del derecho a la verdad, la justicia y la reparación».
«Estamos ante un momento histórico, en el que debemos tener claro de dónde venimos y a dónde queremos ir», subrayó ayer Jonan Fernández. Es precisamente el citado «suelo ético», que el propio lehendakari elevó a la categoría de «punto de partida», el que marca el arranque de la introducción del plan de paz. Un preámbulo de nueva redacción en el que el Gobierno vasco no solo ahonda en la exigencia a ETA de un «desarme ordenado, seguro y definitivo», sino que se muestra tajante a la hora de referirse a la necesidad de hacer una revisión «crítica» del pasado, en la que cada uno asuma su «responsabilidad».
El Gobierno vasco advierte que no puede «imponer por decreto un relato» sobre lo ocurrido en Euskadi. Ahora bien, remarca que «ni un contexto de conflicto ni una tesis sobre dos bandos diferentes ni la denuncia de vulneraciones de signo diferente ni la razón de Estado pueden ser invocados para minimizar, justificar o legitimar la violencia de ETA», como «ninguna violación de los derechos humanos».
En esa mirada al pasado, el Ejecutivo asume que «una de las tareas más costosas» es reconocer todas las vulneraciones, «sin excluir ni diluir ninguna de ellas». Defiende en este sentido un «tratamiento integral», pero con «valoraciones específicas». Destaca así que la violencia de ETA merece, «por su dimensión y significación», una «valoración expresa de su injusticia». Sobre todo, «del daño causado a las víctimas y sus familias». El informe sobre vulneraciones de derechos humanos encargado por la secretaría de Paz y Convivencia –se presentó el pasado mes de junio– atribuye 837 muertes a ETA, 94 a la Policía y 73 a la extrema derecha.
Ertzaintza y memoriales
La modificación del borrador inicial no se circunscribe en exclusiva a las páginas de arranque. Es decir, al preámbulo. Sino que entra de lleno en algunas de las iniciativas que recoge el plan. Cabe apuntar que en ciertos casos los cambios son mínimos, si bien el significado –o la interpretación del mismo– varía cualitativamente. Es el caso, por ejemplo, del programa relativo al «compromiso social de la Ertzaintza por la convivencia y los derechos humanos». Esta iniciativa fue duramente criticada por el PSE, PP y UPyD, como también por sindicatos de la Policía autónoma, que reprocharon al Ejecutivo que «cuestionara» el trabajo desempeñado por los agentes. El texto dado a conocer ayer incluye desde la primera línea que se trata de una acción de «continuidad», en base a la labor que el Cuerpo «ha venido desarrollando a lo largo de todos estos años».
El Instituto de la Memoria y el Centro de la Memoria por las víctimas del terrorismo, dos proyectos diferentes tanto en origen como en contenido, también están sujetos a reformulación. En el último de los casos, se trata de un proyecto conjunto entre los gobiernos vasco y central, cuyas relaciones están aún en proceso de deshielo.
En este sentido, la secretaría de Paz y Convivencia se limita a eliminar los plazos que hacían alusión a la presentación del diseño del memorial, así como de su puesta en marcha, prevista en el primer borrador para el segundo semestre de 2014. El nuevo documento supedita estos pasos a las decisiones que se adopten en la comisión mixta sobre el centro, en la que están presentes miembros de ambos gobiernos.
Casi 17 millones en tres años
El Instituto de la Memoria es, por contra, un proyecto que deberá sacar adelante el Ejecutivo vasco en solitario y que tendrá por objetivo coordinar todas las políticas públicas de memoria que se lleven a cabo desde las diferentes instituciones. Este organismo abarcará no solo diferentes periodos históricos, sino también distintas violencias: Guerra Civil, franquismo, terrorismo –ETA, los GAL, el BVE y otros grupos– y los excesos cometidos por miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado.
El borrador del plan de paz situaba este instituto en Gernika, símbolo de la barbarie franquista. Esta ubicación, sin embargo, no tardó en despertar las críticas de todos los partidos de la oposición, salvo de EH Bildu. La coalición abertzale gobierna el municipio vizcaíno. Los populares, así como UPyD, llegaron a proponer como alternativa Ermua, localidad de la que era natal el concejal del PP secuestrado y posteriormente asesinado por ETA Miguel Ángel Blanco. Para evitar polémicas, el Gobierno ha optado por retirar la referencia a Gernika y dejará en manos de los partidos la decisión de dónde llevar este centro.
El plan incluye, asimismo, el programa educativo ‘Gizalegez’ que se presentó hace poco más de una semana. En él se recoge el sistema de subvenciones para acciones en favor de la convivencia (Bonos Elkarrekin) y la apuesta por el testimonio directo de las víctimas en las aulas, también en este curso de las de abusos policiales. Además, se abre la puerta a la elaboración de nuevos informes sobre vulneraciones de derechos humanos. El proyecto, en el que el Ejecutivo invertirá cerca de 17 millones de euros repartidos en los próximos tres años –en 2013 ha destinado 3,2–, recibirá el visto bueno definitivo en el Consejo de Gobierno del próximo martes.