EL CORREO 05/03/15
· Varios ertzainas presentes en los dos altercados advierten que el modo de operar de los encapuchados era «calcado» al de la ‘kale borroka’
La capital de Euskadi vive convulsionada por los dos graves incidentes callejeros ocurridos en sus calles en el espacio de cinco días. La noche del martes, unos 300 encapuchados aprovecharon el término de la manifestación en memoria del 3 de marzo para atacar la Subdelegación del Gobierno, quemar el único cajero automático ubicado en el Casco Viejo, arrasar elementos del mobiliario urbano, como un par de contenedores, y poner en serios aprietos a la Ertzaintza, a la que atacaron con una lluvia de botellas, piedras y tornillería.
Cinco agentes resultaron contusionados. Dos alborotadores – de 18 y 19 años– fueron detenidos e imputados por el Juzgado de Instrucción Número 3 por «desórdenes públicos» y «atentado contra la autoridad». El pasado jueves, en el campus de Álava, sucedió algo parecido.
En ambos casos, los grupos de desconocidos usaron tácticas calcadas a la desaparecida ‘kale borroka’. Iban encapuchados, con vestimentas similares hasta en el tono y se movían al unísono. Lanzaban objetos, se replegaban, cargaban y vuelta a empezar. «Estaban muy organizados», reconocen varios ertzainas presentes en los incidentes.
El Departamento vasco de Seguridad, preguntado por este periódico, calificó ayer ambos actos de «graves» y de «violencia radical». No obstante, un portavoz autorizado evitó establecer cualquier relación con la izquierda abertzale mientras «no haya evidencias» –de hecho, EH Bildu rechazó ayer mismo los altercados– y explicó que sí hay abierta una «investigación» para tratar de identificar a los organizadores de los enfrentamientos.
Hasta la fecha, lo único seguro es que ambas batallas campales han generado una mezcla de malestar y de preocupación en las bases de la Policía autonómica. Si el pasado jueves hubo quejas por la «falta de planificación, efectivos y medios» –fue el estreno de los nuevos lanzadores HK 169, que disparan proyectiles de caucho–, la noche del martes ocurrió algo parecido.
El martes, sólo tres furgonetas de la Brigada Móvil acudieron a las cercanías de la Cuesta de San Francisco, epicentro de los ataques. Apenas una quincena de efectivos se enfrentó a más de tres centenares de encapuchados. «Falló el material y, de nuevo, la planificacion», critican fuentes de la plantilla. «Tres lanzadores ni siquiera funcionaron, los cartuchos no siempre salieron y, sobre todo, esta munición se mostró ineficaz para dispersar a los alborotadores». Así lo gritaron por su emisora interna los propios ertzainas.
«Retírense, no entren»
Mientras llovían botellas, adoquines y tornillería, el resto de la Brigada Móvil desplegada en Vitoria aguardaba en la otra punta del Casco Viejo, sin que ningún mando les permitiera prestar apoyo a sus compañeros. La mesa de crisis –compuesta por los ‘nagusis’ de Álava, Vitoria y de la Brigada Móvil, entre otros– paralizó cualquier entrada en la almendra medieval de la capital alavesa. «Retírense, no entren», les ordenaron. Al replegarse por las escaleras anexas a la Subdelegación, el destacamento de quince efectivos quedó a merced de los encapuchados, favorecidos al encontrarse en una posición más alta.
Estos incidentes han caldeado aún más el tenso clima interno en la Policía autonómica. La consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, manifestó ayer que su departamento pone «todos los medios» para que los agentes no sufran agresiones, aunque éstas no se puedan «evitar al cien por cien», admitió. Su mano derecha, Gervasio Gabirondo, director de la Ertzaintza, fue muy duro con las críticas internas. «Los mandos se sienten vapuleados, cuando no dolidos y menospreciados, al escuchar que no tienen en cuenta la seguridad» de sus efectivos, señaló. También la propia consejera lamentó las críticas de algunos sindicatos del Cuerpo, a los que acusó de no «ayudar al prestigio» de la institución.
Curiosamente, ayer en la Brigada Móvil, algunos mandos reconocieron en privado que «quizá se equivocaron» en el operativo de Vitoria. Por su parte, el Sindicato Profesional de Policía (SIPE) volvió a exigir la destitución de Gabirondo y la dimisión de Beltrán de Heredia.
¿Y qué piensan de estos incidentes en la asociación en memoria del 3 de marzo? Andoni Txasko puntualizó que «son ajenos a nuestra lucha y por eso no entramos a valorarlos». Eludió condenarlos porque «desconozco qué ocurrió».