EL CORREO 05/11/13
· Jonan Fernández ultima los detalles del homenaje, que tendrá lugar fuera de Ajuria Enea, ante la falta de consenso político.
· El PNV apostaba por un acuerdo a cuatro bandas que ha sido imposible por las posturas enfrentadas del PP y EH Bildu.
El Gobierno vasco está ultimando los detalles del acto propio que organizará el próximo domingo para conmemorar el Día de la Memoria. Como ya ocurriera en los últimos dos años, la imposibilidad de cerrar un acuerdo entre las cuatro grandes fuerzas políticas vascas llevará al Ejecutivo y al resto de instituciones a celebrar por su cuenta la efeméride, sin un manifiesto unitario al que dar lectura en todas ellas. Desde la Lehendakaritza se reafirmaron ayer en su intención de dar continuidad a esta fecha simbólica y, a la espera de cerrar el homenaje, tarea que Iñigo Urkullu ha asignado al secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, aseguran que se tratará de un acto sencillo que, a diferencia de citas precedentes, tendrá lugar fuera de Ajuria Enea.
La historia se repite. Y lo hace por tercera vez consecutiva. El Día de la Memoria nació en 2010 fruto de un acuerdo suscrito entre el Gobierno vasco, entonces en manos del socialista Patxi López, el Parlamento, las Juntas Generales de los tres territorios históricos y la Asociación de Municipios Vascos, Eudel. Su vocación inicial fue la de marcar en rojo un día en el calendario para que las instituciones recordaran a todas las víctimas del terrorismo recogidas en la ley vasca. Hasta entonces, el Ejecutivo había celebrado sendos homenajes a nivel particular en las tres capitales de provincia. La decisión de destinar la jornada solo a los damnificados por la lacra terrorista provocó que Aralar y EA se descolgaran de la cita. Cabe recordar que se eligió el 10 de noviembre por ser el único día del año en el que no se ha registrado un atentado mortal de ETA.
Si la efeméride arrancó de alguna forma viciada, en los dos años posteriores la división política fue ‘in crescendo’ hasta el punto de que ha sido imposible celebrar un Día de la Memoria unitario. El detonante entonces descansó en la apuesta del Ejecutivo del PSE por incluir en la efeméride también a las víctimas de abusos policiales, en coherencia con el trabajo llevado a cabo por la consejería de Justicia por reparar a este colectivo olvidado.
Los partidos buscaron sin éxito cerrar un texto conjunto. La negativa del PP y UPyD, que defendieron desde un primer momento que el acto se destinara en exclusiva a las víctimas del terrorismo –tal y como se había previsto–, desembocó en un Día de la Memoria en el que cada institución realizó su propio homenaje. En definitiva, una jornada en la que la unidad brilló por su ausencia.
La polémica llegó hasta tal punto que el pasado año el Parlamento vasco se autoexcluyó por primera vez de la celebración. El próximo domingo, la Cámara realizará una ofrenda floral y Bakartxo Tejeria dará lectura a un texto en recuerdo de todas las víctimas. Se tratará, ahora bien, de una declaración de Presidencia y no en nombre de la institución parlamentaria, que era el objetivo a lograr. Y es que la Mesa del Parlamento fue incapaz el pasado jueves de dar forma a una redacción que convenciera a todos sus miembros. El PP rechazó dar su voto favorable a un manifiesto que no hiciera una mención expresa a las víctimas del terrorismo.
«Enmarañarlo todo»
Los cuatro grandes partidos fueron incapaces, como viene siendo habitual en este tipo de cuestiones, de llegar a un acuerdo sobre la efeméride. Pero en esta ocasión, las diferencias no han venido marcadas tanto por la apuesta por incluir a las víctimas de abusos policiales, algo con lo que el PP estaba dispuesto a comulgar, sino con la intención de EH Bildu de incorporar a este día a los damnificados de la etapa predemocrática. Una línea roja que los populares no están dispuestos a traspasar.
«Nadie duda de que hay que condenar todas las vulneraciones de derechos humanos, pero la voluntad de la izquierda abertzale no es esa. Lo que quieren es enmarañarlo todo y decir que la violencia de ETA viene justificada por el franquismo y que todos tenemos la misma responsabilidad», manifestó ayer el portavoz del PP vasco, Borja Sémper. Los populares insisten en que «no pueden firmar cualquier cosa». «Sólo pedíamos un texto que refleje lo que ha sucedido en Euskadi», añadió Sémper.
Los socialistas, según reveló ayer Rodolfo Ares, propusieron un manifiesto que recogiera el contenido del acuerdo parlamentario del pasado mes de marzo –lo suscribieron todos menos EH Bildu, que se abstuvo en la votación–; es decir, lo que ha venido a denominarse como el «suelo ético». El documento recoge que «la paz y la convivencia futura requieren el reconocimiento de la injusticia de la violencia, el reconocimiento del daño causado y de la dignidad de las víctimas, todas ellas merecedoras del derecho a la verdad, la justicia y la reparación». Pero tampoco esta opción resultó viable.
La única salida que ofrecía la postura enfrentada del PP y EH Bildu era un acuerdo a tres. Lo que habría obligado al PNV y PSE a decantarse por las condiciones de los populares o de la coalición abertzale. La formación jeltzale y, por consiguiente, el Gobierno vasco declinó seguir este camino y se reafirmó en su apuesta por un consenso a cuatro bandas. Al no ser posible, el gabinete de Urkullu ha optado por organizar su propio acto con motivo del Día de la Memoria. Los últimos dos años, el exlehendakari Patxi López se decantó por la misma salida. No obstante, si bien el anterior Ejecutivo realizó un sencillo homenaje en los jardines de Ajuria Enea, con discurso a cargo de López, el Gobierno de Urkullu ha decidido buscar otro enclave para celebrar la efeméride.
Además del Ejecutivo y del Parlamento, el resto de instituciones, como las diputaciones y buena parte de los ayuntamientos, se sumarán al Día de la Memoria. Por su parte, el Consistorio de San Sebastián, gobernado por Bildu, organizará una ofrenda floral en el monolito de Alderdi Eder en recuerdo a «todas las víctimas». Será el 9 de noviembre, un día antes de lo previsto, para evitar que el homenaje coincida con la Behobia-San Sebastián.
EL CORREO 05/11/13