EL CORREO 22/06/13
· El Ejecutivo ve aún factible el consenso, pero advierte de que su voluntad sigue siendo aprobarlo en octubre aunque no haya acuerdo.
El Gobierno vasco no se plantea de ninguna manera retirar el Plan de Paz y Convivencia presentado la semana pasada por el lehendakari, Iñigo Urkullu, a pesar de los múltiples recelos y críticas directas que ha recibido el proyecto por parte de todos los partidos con representación en el Parlamento. A los reproches expuestos por el PSE y el PP se ha sumado la izquierda abertzale, que considera el texto un «ejercicio de funambulismo político» que no tiene «recorrido». Aun así, la secretaría de Paz y Convivencia que lidera Jonan Fernández mantiene el «optimismo» y el convencimiento de que todas las formaciones harán sus aportaciones y se logrará un acuerdo final a «cuatro bandas» porque es lo que Euskadi «necesita». Pero también advierte de que, aunque no haya consenso, la propuesta saldrá adelante y será aprobada en octubre por el consejo de Gobierno.
El borrador del plan de paz consta de 18 acciones que engloban varias iniciativas puestas en marcha ya durante la pasada legislatura y otras más novedosas que han sido interpretadas como un guiño hacia la izquierda abertzale. Algunas de las más polémicas son la intención de desarrollar el programa ‘Hitzeman’ sobre política penitenciaria, una materia en la que el Ejecutivo de Vitoria carece de competencia; la decisión de ubicar la sede del Instituto de la Memoria en Gernika, símbolo de la barbarie franquista; o la puesta en marcha de un programa de formación dirigido a los ertzainas sobre derechos humanos.
A pesar de ello, y tras un debate interno, la izquierda abertzale ha llegado a la conclusión de que alcanzar, aunque sea un «miniacuerdo», es «casi imposible». Desde Sortu se sostiene que el documento elaborado por el antiguo responsable de Elkarri es demasiado extenso, sólo busca contentar a todo el mundo y supone un ejercicio de equilibrismo del PNV, sobre todo, frente al PP. Eso sí, la antigua Batasuna está dispuesta a dar sus aportaciones, al igual que lo harán el resto de grupos.
Una reacción que, en todo caso, no ha sorprendido en el Ejecutivo de Iñigo Urkullu. «Nadie esperaba otra cosa. También expresaron sus pegas al ‘suelo ético’ de la ponencia de paz, pero ahí están», señaló ayer un portavoz del Gobierno, convencido de que estos antecedentes permiten mantener la esperanza y ver la postura de la izquierda abertzale sin dramatismos.
De hecho, las mismas fuentes consideran que los recelos expuestos al propio Fernández por EH Bildu, PSE, PP y UPyD este pasado martes en el Parlamento entran dentro de lo «previsible». Incluso, se viene a decir que las críticas generalizadas que ha recibido el proyecto desde casi todos los ámbitos demuestran su validez y el esfuerzo del Ejecutivo por buscar un punto común que facilite el acuerdo. «Lo fácil hubiera sido contentar a la izquierda abertzale o al PSE y al PP. Pero eso no habría contribuido nada a asentar la paz porque no supondría un paso adelante», añaden desde el Ejecutivo.
A pesar de las evidentes «dificultades», el gabinete presidido por Urkullu mantiene el «optimismo». Sólo reclama algo de «paciencia» porque, a su juicio, aún queda tiempo para alcanzar un acuerdo y negociar fuera de los focos. A pesar de este mensaje esperanzador, el margen para alcanzar ese consenso tampoco parece demasiado amplio.
Posibles añadidos
El Ejecutivo ya ha dejado claro que lo aprobará en octubre. Los partidos tienen de plazo hasta el 20 de septiembre para presentar sus alegaciones, aunque Jonan Fernández está dispuesto a reunirse con todos los grupos a finales de agosto para ir viendo cuáles de sus propuestas se pueden incorporar al texto final.
El acercamiento no será sencillo. Durante la comparecencia del martes en la Cámara de Vitoria, PP y UPyD fueron muy duros. «El consenso no se logra sobre el buenismo ni con frases hechas, sino sobre unas bases éticas», recalcó el socialista Rodolfo Ares.
EL CORREO 22/06/13