EL MUNDO 02/08/14
· Rajoy está convencido de que el 9 de noviembre no pasará nada
En Moncloa reina la calma. La ha transmitido el propio presidente. Mariano Rajoy lo admite: «Yo estoy muy tranquilo». Y lo dice sólo dos días después de haber mantenido una larga entrevista con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, en la que no hubo ningún acercamiento en las posiciones que cada uno de ellos mantiene sobre la cuestión catalana.
No importa. Los gestos y las actitudes valen a veces más que las palabras y Rajoy, que es un hombre al que le gusta más escuchar y observar que hablar, ha concluido de su encuentro con Mas que el próximo 9 de noviembre no sucederá «nada ilegal». O lo que es lo mismo: no habrá consulta ni se intentará forzar el brazo de la ley.
¿Por qué si no el president habría de traer un documento con 23 propuestas, alguna de ellas con la vista puesta en el largo plazo?, se preguntan en Moncloa inducidos por el propio Rajoy, que fue quien acogió con satisfacción, y un punto de alivio, los papeles que le entregó Artur Mas.
Ese documento vino a ser, para el círculo del presidente, la mejor prueba de que sí hay terreno sobre el que seguir construyendo un futuro compartido con Cataluña.
Ayer, Rajoy confesó su «tranquilidad». «Siempre lo he estado. Entre las obligaciones que tengo está la de no perder los nervios con facilidad. Eso sería malo para España y también para mí mismo».
Esa calma, sin embargo, no ha existido siempre. En el curso de los últimos meses la preocupación en relación con los acontecimientos en Cataluña ha sido mucha en Moncloa. Ahora ha remitido.
El presidente del Gobierno asegura que eso es así porque tiene «claro lo que hay que hacer». Y porque, en su opinión, la Generalitat no hará nada finalmente que se sitúe al margen de la legalidad. Así, recuerda Rajoy, lo ha recalcado en múltiples ocasiones el propio Artur Mas. Y él le cree.
Pese a todo, cuando se le pregunta por el futuro admite que es «probable que haya algunas dificultades», pero insiste en su convencimiento de que «las cosas volverán a su cauce». De hecho, hoy por hoy, y pese a tener el desafío independentista del 9 de noviembre a la vuelta de la esquina, el jefe del Ejecutivo responde con un «no» cuando se le pregunta si ve algún riesgo para la unidad de España.
De momento, el plan del presidente es estudiar con «ánimo constructivo» y con atención las propuestas que le entregó Mas. «Es mi obligación», dijo ayer con un punto de satisfacción, porque la simple presentación de esas demandas significa en buena medida que él ha llevado el agua a su molino. El Gobierno siempre ha insistido, y el presidente el primero, en que donde había que concentrar esfuerzos era en superar la crisis y resolver los problemas de los ciudadanos.
Así pues, que Artur Mas dibuje hasta 23 propuestas pensadas en el «día a día» de los catalanes, en sus servicios públicos, en su financiación, en su sanidad y en sus infraestructuras, abre un nuevo escenario que en Presidencia del Gobierno ven reconfortante. En definitiva, creen que se abren perspectivas de futuro que hasta hace muy poco parecían cerradas.
Cosa distinta es acertar con los nombres que protagonizarán ese futuro. En el Gobierno dan por hecho que Artur Mas firmará, apoyándose en la ley de consultas catalana, el decreto de convocatoria del referéndum del 9 de noviembre, pero también están convencidos de que, una vez que el Tribunal Constitucional lo declare ilegal, el president renunciará a las urnas. Se entrará entonces, como explica el propio Mas, en una nueva fase del proceso, «probablemente la última».
Rajoy no quiere aventurar en qué consistirá. Ayer mismo renunció a ello. «No me corresponde a mí hacer apuestas sobre lo que pueda ocurrir», afirmó, haciendo alusión a las posibilidades de que se intente conformar un Gobierno de coalición o se adelanten las elecciones.
En su entorno, sin embargo, sí se pronostican escenarios. Nadie cree que Artur Mas pueda sobrevivir políticamente al 9 de noviembre. Opinan que lo más probable es que desde dentro de Convergència se imponga la necesidad de dar paso a un nuevo líder, a imagen y semejanza de lo que sucedió en el seno del PNV cuando se apartó a Juan José Ibarretxe y se aupó a Iñigo Urkullu. Y ello se hará con la mirada puesta en unas elecciones anticipadas. Quizá para marzo, aventuran.
En cualquier caso, las fuentes consultadas creen que en esos comicios ERC ganará una fuerza muy considerable, aunque dudan de que los independentistas radicales tengan un programa de gobierno completo que vaya más allá del puro secesionismo.
«Si ganan y lo que ofrecen es simplemente una declaración unilateral de independencia, tendrán muy pocas posibilidades», opinan en medios gubernamentales. «Los ciudadanos querrán resultados, un proyecto claro, alguien que tome las riendas a todos los niveles; el día después del día después, cuando se apague la euforia, querrán seguir con sus vidas, con seguridad, con certidumbre», advierten.
Ayer, Rajoy insistió en este punto. Para prosperar, es necesaria la estabilidad y la seguridad. Son condiciones «capitales», en su opinión, para llevar a cabo cualquier proyecto. Él asegura estar dispuesto a ofrecérselas a Cataluña «sin abdicar de la ley», pero «también con diálogo».