Luis Riestra-Vozpópuli
- A la tragedia social por la crisis se suma ahora el problema en la balanza de pagos, algo para lo que este Gobierno de enemigos de la realidad no tiene la más mínima solución
El pasado treinta de julio conocimos la estimación del Producto Interior Bruto para el segundo trimestre de este año, una ocasión única para estudiar qué le ocurre a una economía cuando se le echa un cerrojazo histórico y, posteriormente, se la abre gradualmente; por supuesto, más importante todavía es saber cómo vamos quedando tras el desastre, estimar lo lejos que estamos del potencial y qué hacer.
Los datos muestran más o menos lo que se esperaba: la recuperación parcial de la producción, un evento que, en su confusión, llevó a una conocida banquera española, muy colaboradora con los peores gestores públicos de la OCDE, a decir aquello de que «nos saldríamos del mapa». Pues no, salvo que se refiriera a que más españoles deban emigrar.
Se ha rebotado bien, sí, dentro de lo posible, que, salvo partitócratas y establishment, los españoles hacemos las cosas bastante bien, pero el daño en el sector privado -«lo público», salvo sanitarios, seguridad y algún otro colectivo, Jauja- está ahí y es muy duro, como todos hemos comprobado en la mirada de desesperanza de muchos de nuestros compatriotas ajenos al clientelismo partidista y cuya situación es terrible, demostrándose además que nuestra desalmada clase política, en su codicia sociópata, han perdido toda clase de empatía.
Producción interior
Una de las formas más sencillas y útiles de calcular la producción interna bruta (PIB) de un año, es tomar la demanda Interna y sumarle (superávit) o restarle (déficit) el resultado del comercio exterior de bienes y servicios. Demanda y oferta se igualan según el mecanismo de precios y, si la demanda supera a la oferta, los precios de equilibrio suben y, si ocurre lo contrario, bajan. Dadas las mediadas tomadas por las calamidades que nos mal gobiernan, la inflación ha subido al 2,9% anual, con lo que los pobres (los anteriores más los del cierre gubernativo) son más pobres, algo que seguro llenó de alborozo a la bruja numeróloga del BCE a la que le pirra la inflación.
Para valorar cuánto ha sido ese «rebote» producto de la apertura, nos fijaremos en la contribución que esos dos componentes han tenido en el crecimiento del PIB real respecto al mismo trimestre del año anterior, que fue el del cerrojazo. El PIB real creció un 19,8% (línea negra, gráfica anterior) y, lo que el INE denomina «Demanda Nacional» (línea verde) aportó a dicha tasa 20,3 puntos porcentuales, mientras que lo que denomina «Demanda Externa», en realidad «Demanda Exterior Neta»(línea ocre), aportó -0,5.
Ese déficit exterior que se señala en la gráfica es algo más complejo una caída de nuestros turistas foráneos (también los turistas españoles fuera cayeron) pues, por ejemplo, nuestras exportaciones de coches (casi una cuarta parte de la exportación de bienes) cayeron un 16%. De modo que, a la tragedia social por la crisis se suma ahora el problema en la balanza de pagos, algo para lo que este Gobierno de enemigos de la realidad, o de enemigos del comercio, que diría Antonio Escohotado, no tiene la más mínima solución.
Demanda Agregada
Al observar sus componentes, destacan dos cosas: la primera, que el «Consumo Privado» creció casi un 30% (venía de sucesivas caídas, una de casi el 25%), creciendo mucho más que el PIB, que fue el referido 19,8%; el segundo aspecto de interés ha sido la estabilidad del Consumo Público, razón por la que, ante el cerrojazo de la producción de los contribuyentes netos, se ha disparado el déficit fiscal y generado parte del enorme endeudamiento público nuevo.
El PIB nominal
Las tasa de variación del PIB real está muy bien para ilustrar la fuerza de la respuesta a la apertura parcial que han permitido los políticos, sobre todo cuando se piensa en la presión que debe haber sufrido la oferta la crecer el Consumo Privado casi un 30%, pero al venir de fuertes caídas no ilustran bien dónde estamos, o si estamos produciendo al nivel de antes del cierre, para eso hemos de ver el PIB real, tal como hicimos recientemente con el caso estadounidense al analizar la recuperación global; lo que ocurre es que el INE, a diferencia del resto de institutos de estadística de países serios del mundo desarrollado, ya no lo informa como ellos, así que solo usaremos el PIB nominal que, de momento, sí lo informa.
Como recordarán, nuestro presidente del Gobierno, supuesto doctor en Economía (todos son «doctores» y «masters»), al ser preguntado por este valor, metió la pata hasta el fondo, demostrando su ignorancia sobre uno de los datos más elementales de su oficio. Podía haber dicho «entre 1,2 y 1,3 billones» y haber quedado muy bien, que a ningún colega se le pide más. El dato del INE para 2019 fue 1,245 billones de euros que, trimestralmente, por la estacionalidad, es algo mayor a la cuarta parte en el último trimestre (324.901 MM€), el mejor trimestre, y algo menor a la cuarta parte en el primer trimestre (298.529 MM€), el peor de todos, como pueden ver en la siguiente gráfica.
De la estadística de la gráfica destaca la anomalía del primer trimestre de 2019, que no toca la línea negra de tendencia potencial, cuando se notaron con fuerza las medidas absurdas de enfriamiento del gobierno Sánchez y su voraz ministra verde mata pobres, tan absurdas que nos llevó a preguntarnos si era un Gobierno idiota. No lo es, simplemente lleva a cabo los planes de lobbies globalistas y el interés nacional les da igual. Luego, aquel daño, que ha sido reforzado con más delirios, sigue pesando en la recuperación, resultando en un PIB nominal un 10% por debajo del potencial (línea negra) e inferior al del segundo trimestre de 2019.
«Volumen encadenado»
Aunque tienen los datos, muchos y muy buenos, el INE, en vez de informar del PIB real en euros constantes (sin inflación), se ha sacado un índice remanguillé que llama de «volumen encadenado». Ningún país serio hace eso, porque, aparte de que muchos investigadores estamos acostumbrados a pensar en términos reales de un año base, los problemas de modelización que crea se hacen exponenciales, por solo citar una aspecto.
El caso es que, es lo que hay y, según ese índice (anterior gráfica), el «volumen encadenado» del segundo trimestre de este año de apertura da un nivel similar al de 2016 (cinco años perdidos) o un 6,1% inferior a la del segundo trimestre de 2019, que ya estaba dañado por este Gobierno ecologista, feminista, socialista, progresista y sigan ustedes con la lista, que lobbies hay para regalar. Cualquier cosa menos un plan serio para recuperar el potencial (flecha verde, anterior gráfica), que son casi once puntos, pues van a lo suyo.
Nuestro problema es político
Como hemos demostrado repetidamente, la economía española, aún en las peores circunstancias, como ahora, reacciona bien y la causa de nuestros pesares viene de que permitimos una forma de gobierno perversa, que además lleva intrínseca su degeneración permanente. Por eso, cuando Sánchez dice que tiene el «mejor equipo posible», acierta, ya que el siguiente será peor, y los que sueñan con que nos salvarán master Casado y aceitunas Gatling, yerran, pues serán peores que Rajoy y Soraya y solo alargarán la agonía de un orden disfuncional que está destruyendo a la nación, eso suponiendo que el nacionalsocialismo acepte el resultado de la votación, claro. ¿Habrá un fraude como el de 1936? Porque «memoria democrática» tienen para parar el «fascismo». Si se saboteó un hospital abierto para atender la pandemia, cualquiera sabe.
Desde que Su Sanchidad Mr. Deliverings dio el golpe de Gobierno contra el anterior presidente, pasando por su sangrado verde, el 8M, el mangoneo con los suministros médicos, los caprichos de los confinamientos según ideología, los rebuznos continuos y ocurrencias climáticas, y ahora, en el reparto de fondos UE por estos expertos en, como dicen en los foros libres, «ecofeudalismo» y «funcivagos» (vergüenza del ofidio), en administraciones clientelares paralelas, siempre ha puesto sus intereses antes que los de los españoles, y todo alegrado por el cártel televisivo. Luego, cuando les haces el repaso, te acusan de sacar cosas viejas, cuando están todo el tiempo con su cuento (para vivir del prójimo) de la Guerra Civil.
Como decía ZP1 y ahora su sucesor: «La economía tiene que estar al servicio de la política», de ahí que no se le conozca, por ejemplo, ni una sola política sectorial de futuro que facilite al sector privado sacarnos de esta crisis, sino meras ocurrencias o plagios. ¿Y a quién sirve la política? Pues a una oligarquía de partidos estatales y a un establishment cómplice de sus desmanes, no a los ciudadanos, tema que hemos tratado aquí extensamente. Este «orden» perverso debió caer en la anterior crisis, pero lo salvó la UE, como ahora, y hasta que no cambie dicho orden habrá que padecer el expolio de su enorme ejército de parásitos, endeudamiento público, disfuncionalidades, ocurrencias ruinosas y delirios constantes. Ese es el gran enemigo de la recuperación española.