EL CORREO 09/06/14
· Los jeltzales seguirán detrás de un acuerdo con Rajoy sobre el nuevo estatus pese a ser conscientes de que la presión de Sortu aumentará ahora
«Euskadi no es Cataluña. Todavía». La reflexión, con tintes de advertencia al Gobierno central, proviene del entorno de la cúpula del PNV y refleja en pocas palabras el panorama político que abre, a grandes rasgos, el indudable éxito de la gran movilización de ayer por el derecho a decidir, organizada a imagen y semejanza de la independentista vía catalana. Una exhibición de músculo soberanista que, por el momento, no precipitará a los jeltzales al choque con el Estado ni a plantear un órdago como el de Artur Mas, pese a que la jornada de ayer permitió constatar que hay agua en la piscina. De hecho, les carga de argumentos para seguir presionando a Mariano Rajoy con el fin de que acceda a reforzar la bilateralidad Euskadi-Estado si no quiere que, a medio plazo –y en plena crisis, ya comúnmente aceptada, del modelo institucional armado en la Transición–, al incendio catalán se sume otro en Euskadi.
«Es el tiempo de la palabra, del acuerdo. Es hora de dar la palabra al pueblo», dice el presidente del EBB
La cadena humana entre Durango y Pamplona impulsada por la plataforma Gure Esku Dago logró reunir a casi 150.000 personas, según los organizadores, que entrelazaron sus manos en un ambiente festivo y colorista para reclamar que Euskadi sea consultada sobre su futuro. La jornada resultó espléndida para los organizadores, y no solo por el sol que seguramente animó a los más rezagados, sino sobre todo porque el nacionalismo en su conjunto –la base social de la izquierda abertzale pero, sin duda, también parte de la del PNV– respondió positivamente al llamamiento, al que se sumaron , aunque solo como nota ‘exótica’, socialistas como la exconsejera Gemma Zabaleta.
Aunque Gure Esku Dago interpretó la ágil respuesta ciudadana –que mereció una cobertura especial en los informativos de EiTB– como «histórica» y un «hito» que marcará un antes y un después en las reivindicaciones vascas y abrirá «una nueva era» política en Euskadi, lo cierto es que el PNV, partido mayoritario y de gobierno, mantendrá su actual estrategia, que consiste básicamente en nadar y guardar la ropa. O dicho de otra manera, en mantener un discurso de defensa activa del derecho de autodeterminación –como demuestra la declaración, de hace casi un cuarto de siglo, que volvió a aprobar recientemente en el Parlamento de la mano de EH Bildu o la presencia de su presidente, Andoni Ortuzar, en la cadena– pero, a la vez, alentar un debate de perfil bajo en la ponencia de autogobierno cuyo arranque pactaron con el PSE e intentar buscar un acuerdo con el Estado sobre el nuevo estatus vasco sin órdagos rupturistas ni golpes en la mesa.
Sabin Etxea prefiere mantener una actitud de prudente espera hasta aclarar si el ‘sí’ a la independencia de Reino Unido da la sorpresa en Escocia –lo que alentaría sin duda las pulsiones soberanistas vascas–, ver cómo resuelve Mas su entuerto en Cataluña y cómo queda el tablero político tras las municipales y forales de la próxima primavera y las generales de otoño. Unos comicios, que, con total probabilidad, acabarán con las mayorías absolutas y repartirán juego a los nacionalismos periféricos.
La hora de la democracia
El PNV ha meditado cuidadosamente la escenificación de su presencia en la cadena y la elección de los dirigentes que participaron en la iniciativa, según han resaltado una y otra vez, «a título personal». Esa es la razón por la que Andoni Ortuzar, que unió sus manos a las de un chaval de 14 años y un veterano gudari casi centenario para escenificar esa máxima nacionalista de ‘Katea ez da eten’ (‘la cadena no se ha roto’), prefirió no hacer declaraciones en el alto de Kanpazar. Aunque, por la tarde, a través de una red social, el líder del EBB –que estuvo acompañado por nacionalistas de la vieja guardia como el senador Iñaki Anasagasti, el exparlamentario José María González Zorrilla o la expresidenta de EA Begoña Errazti– aludió a la experiencia en la guerra de los combatientes vascos para recordar que, en una etapa en paz como la actual, «es el tiempo de la palabra, del acuerdo, del pacto». «Es la hora de la democracia. Es la hora de volver a dar la palabra al pueblo vasco», concluyó Ortuzar. Joseba Egibar, acompañado en el recorrido por dos dirigentes muy próximos a él, Eneko Goia y Markel Olano, habló de «ventana a la esperanza».
Al margen de las valoraciones a pie de recorrido de dirigentes de EA o Aralar, la izquierda abertzale, motor principal de la movilización, guardó silencio para dejar el protagonismo al tejido social y evitar que se le acuse de patrimonializar la iniciativa. Pero no cabe duda de que Sortu y Bildu seguirán intentado trasladar el modelo catalán a Euskadi, lo que añadirá más presión a los jeltzales, a quienes Hasier Arraiz ya ha ofrecido un acuerdo entre nacionalistas que sustituya a su pacto de estabilidad con el PSE.