Santiago González-El Mundo
Cualquiera en su posición pensaría que la amistad entre ambos había pasado a mejor vida. Él no. La misma noche de autos Juan Antonio Marín hizo una propuesta que solo pudo engolosinar a los viciosos: que él, candidato tercero en las preferencias de los andaluces, se postulaba para presidente de la Junta, votado por el Partido Popular que había quedado segundo, contando con el beneplácito de Susana, la primera, a la que se trataba de desbancar.
Hubo una propuesta más audaz tras las elecciones vascas de 1986, cuando Juan Mari Bandrés, de Euskadiko Esquerra, quinta fuerza política, con nueve escaños, se propuso a sí mismo para lehendakari con parecida lógica: Txiki Benegas (19 escaños) no podía serlo por español. Ardanza (17) tampoco porque se trataba se sustituir al PNV, que acababa de sufrir la escisión de EA, (tercero con 13 parlamentarios), lo que incapacitaba a Garaikoetxea para lo mismo. Herri Batasuna, también 13 escaños, estaba manchada por su complicidad con la violencia. O sea que no se le ocurría mejor candidato de consenso que él mismo. Es verdad que Bandrés nunca pensó pedirle el voto a Ardanza.
Ayer hubo un momento mágico cuando todos los parlamentarios fueron llamados para votar a los tres vicepresidentes. Cuando Marín seacercaba a la urna buscaba la mirada de Susana Díaz que se mostró muy absorta en la conversación que mantenía con sus vecinos de escaño. Después de meter su voto, el líder naranja pasó junto a la presidenta en funciones sin perderle la cara, buscando sus ojos con los suyos, pero Susana no debía de tener el regazo para farolillos, porque paseó su mirada por la cara de Marín sin verlo.
Bien está lo que bien acaba y a veces perseverancias como la de Marín fan fruto. La composición de la Mesa responde a la voluntad de los andaluces expresada el pasado día 2. Maíllo protestó por la exclusión de Adelante Andalucía, aunque fueron él y su compañera Teresa los que rechazaron la oferta de Marín en la estación de Jerez, que habría concedido a los podemitas la vicepresidencia que su rechazo asignó al naranjitoDíaz Robledo.
Es lo que hay; la Mesa tiene una mayoría de las fuerzas del cambio reforzada: el rechazo de AA ha liberado al PP y a Ciudadanos de pactar en la Mesa con Vox, ya que ellos solos suman cuatro sobre siete, un repelús y un sofoco que se ahorra Juan Marín. Sofoco que tuvo que pasar la flamante presidenta Bosquet cuando los podemitas se le pusieron tarascas. Montarán más broncas sin que Ciudadanos explique por qué a ellos les parecen más indeseables los de Vox. Y luego está lo de alcanzar la mayoría en la Cámara para presupuestos, leyes y otras menudencias.