TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • Si alguien todavía se cree las mentiras del sanchismo, es ya sólo porque quiere

Se comprende el cosquilleo íntimo de satisfacción con que algunos han visto a Pere Aragonès, el ‘no molt honorable’ titular de la Generalitat, haciendo en el Senado campaña para sonrojo de la tropa socialista. ¡Ha troleado al PSOE!, clamaban algunos medios cercanos a La Moncloa, a los que interesa ahora mostrar a un PSC alejado del nacionalismo soberanista. Almas de cántaro, si saben bien lo que se hacen: Aragonès vende agenda ‘indepe’ y el PSC le da réplica constitucionalista mientras se disputan los votos de su espectro y comparten el objetivo de ver Puigdemont fuera de la política sin las llaves de la Casa dels Canonges. Aragonés no desafiará al Estado, como no lo ha hecho en todos estos años. La amnistía no es obra de Esquerra sino el precio puesto por Puigdemont para la investidura. Y Sánchez, que pagó sin demasiada resistencia, seguirá pagando. Se pueden dar dos cosas por seguras en el horizonte de la legislatura: habrá financiación singular y alguna consulta, como dice Aragonès; y esto no será por imposición de ERC sino de Junts. La coreografía de las catalanas se mantiene dentro de la partitura prevista.

En todo esto hay un gran trol o troleador y no es Aragonès sino Sánchez, cuya hoja de ruta es clara: mantener Euskadi con el PNV, a sabiendas de que podrá manejar a Otegi, contentado en Navarra, con una agenda previsible de redenciones penitenciarias para los etarras; y mantener el liderazgo de Esquerra en el soberanismo catalán. Hasta entonces, toca disfrazarse de pulcros constitucionalistas. Ahí está el desahogado cuajo de Patxi López sobre sus socios de Bildu: «Sabemos de dónde vienen y no es para estar orgullosos». Eso en Pamplona, hombre. O Eneko Andueza añadiendo «somos el dique de contención…», a sabiendas de que no son el dique de contención de nada. El 22 de abril se impondrá la ‘realpolitik’, y PNV y Bildu formarán parte del Club Sanchista, salvo catástrofe para los jeltzales… como también el nacionalismo catalán, eso sí, cobrándoselo bien.

Los titulares de diseño en periodo electoral a menudo distraen de la estrategia desplegada en el tablero, pero ahí está la idea del Gran Troleador. A Sánchez, por cierto, es difícil llamarlo «troleador» y no oír de fondo la música del aria del toreador que canta Escamillo en la ópera de Bizet con el coro de Carmen y compañía. ‘Troleador, en garde’ podría ser un himno para el sanchismo. Lo fascinante es ese teatrillo suyo de opereta para contentar a su clientela mostrándose como escrupulosos constitucionalistas dispuestos a cortar los abusos de la élite extractiva del nacionalismo. Tan pronto pasen las elecciones, empezarán a pasar por caja, ya desvirgados por la ley de Amnistía, para sumar 177 y asegurarse unos presupuestos que den viabilidad a la legislatura: la «financiación singular» de Cataluña está descontada… Y si alguien se cree las mentiras del sanchismo, es ya sólo porque quiere.