Pedro Chacón-El Español
  • Es dudoso que Pedro Sánchez, delante del Guernica de Picasso, se dé cuenta de la potencia descomunal que irradia ese cuadro y de lo mucho que significó para sellar la reconciliación entre los españoles.

Que la presencia en España del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, incluya la visita, acompañado del presidente Pedro Sánchez, al Guernica de Picasso en el Museo Reina Sofía de Madrid no es para nada casual.

La visita al cuadro deriva de aquella videoconferencia que ofreció Zelenski a las dos cámaras legislativas reunidas en el Congreso de los Diputados en abril de 2022.

En ella, Zelenski arrancó, para sorpresa y emoción de todos los allí reunidos, y con las imágenes horrendas de los cuerpos masacrados en las calles de Bucha todavía en nuestras retinas, diciendo aquello de “estamos en abril de 2022, pero parece que estemos en abril de 1937, cuando todo el mundo conoció el nombre de una ciudad española, Guernica”.

Una pintura de una potencia icónica tan colosal como el cuadro del genio de Málaga, considerada la más importante de la época contemporánea por sus connotaciones artísticas, históricas y políticas, no sólo marca la visita de Zelenski a España, sino la propia situación del presidente Pedro Sánchez, ahora que Junts ha anunciado que ya no le apoyará en el Congreso.

Nos encontramos, por lo tanto, con un gobierno en minoría parlamentaria y con una oposición que podría, si se lo propusiera, sacar adelante leyes contra el criterio del propio Ejecutivo. Algo extraordinariamente anormal en cualquier sistema político democrático equiparable al nuestro.

Pedro Sánchez, sin duda, querría verse, si por él fuera, como los protagonistas del cuadro. Bombardeado por la oposición y ahora también por parte de la antigua mayoría que le apoyaba.

Su intención será, a no dudarlo, utilizar el cuadro de Picasso para darle expresividad plástica a su actual situación minoritaria y doliente. ¿Qué hacer, salvo lamentarse de su suerte y, eso sí, seguir ocupando el gobierno hasta que se cumpla la legislatura?

¿Pero, cómo? Eso sólo él lo sabe.

Ver a Pedro Sánchez delante del Guernica significa algo muy distinto a lo que él pretende. Porque si el Guernica representa algo es, sobre todo y ante todo, la reconciliación entre los españoles tras el periodo de la dictadura y el comienzo mismo de la Transición.

Todo lo contrario de lo que él, con su plan de memoria democrática y su levantamiento de muros y excavación de trincheras, pretende hacer, rescatando el espíritu cainita de las dos Españas que se enfrentaron en la Guerra Civil.

Ahora que tenemos al emérito Juan Carlos de plena actualidad por sus memorias, que son la muestra evidente de su interés por volver a lo que él considera su hogar, España, no está de más recordar el papel decisivo que tuvo en la venida del Guernica a Madrid, allá por los comienzos de la Transición.

Porque la llegada del Guernica a España tuvo mucho que ver con el trabajo del rey Juan Carlos, que favoreció, con su prestigio internacional, que el cuadro recalara finalmente en la patria de quien lo pintó.

Así lo reconoció Roland Dumas, el abogado de Picasso, que entonces era su albacea testamentario y que, tras entrevistarse con el rey Juan Carlos en 1978, vio clara la salida democrática del país y la satisfacción de los deseos del artista de que el cuadro volviera a España una vez conseguido ese cambio de régimen.

Y es que no podría haber sido de otra manera, teniendo en cuenta la implicación con la que el rey Juan Carlos se tomó su reinado, en cuanto a la implantación y consolidación de la democracia en España.

Algo que, sin duda, es el mejor legado que cualquier mandatario soñaría con dejar a su país tras un periodo de cuarenta años de dictadura.

«Que el Guernica volviera a España significó que nuestro país había hecho borrón y cuenta nueva»

Nada de lo que hiciera luego con su vida privada puede emborronar aquel logro. La llegada del Guernica al aeropuerto de Barajas desde Nueva York el 10 de septiembre de 1981 vino a significar, según tituló el ABC, “el regreso del último exiliado”.

Durante la última etapa en la que el cuadro estuvo colgado en las salas del MoMA de Nueva York, y tras los periplos y utilizaciones sectarias que había sufrido desde el final de la Guerra Civil, los responsables del museo neoyorquino pusieron un letrero al lado del espacio privilegiado donde se exponía, que decía: “Ha habido muchas y a menudo contradictorias interpretaciones del Guernica. El propio Picasso ha negado cualquier significación política, indicando simplemente que el mural expresa su aborrecimiento de la guerra y la brutalidad”.

Que el cuadro volviera a España significó que nuestro país había hecho borrón y cuenta nueva, que los que se fueron se integraban con los que se habían quedado y que el régimen político que el rey Juan Carlos representaba era lo suficientemente ancho y profundo para acoger en su seno todas las opiniones posibles.

Porque teníamos una Constitución no militante, a diferencia de otras de nuestro entorno más próximo, que permitía pensar lo que uno quisiera. Incluso ir en contra de la propia Constitución, a condición de hacerlo por medios pacíficos y de conseguir los apoyos mayoritarios necesarios.

Todavía a día de hoy parece que mucha gente no se ha dado cuenta de lo importante que fue aquel logro y de lo elástica que resulta nuestra Carta Magna para amortiguar todos los golpes.

Y todavía tenemos partidos y corrientes internas dentro de esos partidos que incluso pretenden sustituir el régimen que nos dimos entonces por otro mucho más sectario, limitado y estrecho.

No creo que Pedro Sánchez, delante del Guernica de Picasso, se dé cuenta de la potencia descomunal que irradia ese cuadro y de lo mucho que significó para sellar la concordia y la reconciliación entre los españoles.

Es más, pensará que está ante otro elemento beligerante más que colocar frente a la dictadura de Franco y el peligro de la ultraderecha, como él dice.

Pero los españoles sí perciben el mensaje profundo que transmite el cuadro, la atmósfera que lo envolvió cuando llegó a España y la influencia que tuvo en ello el rey Juan Carlos.

*** Pedro Chacón es profesor de Historia del Pensamiento Político.