Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 13/12/11
Cuando María San Gil cuestionó públicamente a Mariano Rajoy en vísperas de aquel determinante congreso del PP en Valencia, la inmensa mayoria de sus compañeros del País Vasco, inicialmente desorientados, dieron al final un paso al frente en apoyo del líder del partido. Se asistía a un ruptura desgarradora, repleta de sentimentalismo tras haber compartido durante trágicos años la erosión del terrorismo, pero fue entonces cuando Antonio Basagoiti entendió que no era tiempo para las actitudes personalistas. Y como él, Alfonso Alonso, Iñaki Oyarzábal y Borja Sémper, convencidos de la necesidad de acometer una renovación interna y una adecuación ideológica en un partido sumergido entonces en las catacumbas de la sociedad vasca por la amenaza de ETA y su discurso impenetrable ante una realidad que le resultaba refractaria.
Hoy, Rajoy les devuelve el agradecimiento particular con un guiño político que supone, de paso, un elocuente refrendo al proceso de renovación emprendido por estos jóvenes líderes del PP vasco y que de entrada tuvo que superar fuertes resistencias. Además, este explícito reconocimiento a la trayectoria política de Alonso y Basagoiti levantará el ánimo entre quienes en Euskadi mantienen un sabor agridulce porque el partido no supo rentabilizar el 20-N los efectos de la ola ganadora a nivel estatal ya que simplemente repitió los tres diputados que ya consiguió paradójicamente cuando el PSOE alcanzó su récord histórico de votos.
Si hasta ahora Rajoy no ha dudado en avalar siempre la estrategia de Basagoiti en el sostenimiento del primer Gobierno vasco socialista y en la espinosa cuestión del terrorismo, la presencia de Alonso como portavoz popular en el Congreso le aportará un pivote determinante precisamente cuando a partir de ahora tenga que abordar, bajo una presión permanente desde credos opuestos, el nuevo escenario político que supone la llegada de la paz.
Todo ello coincide, además, con un PP vasco capaz de haber llegado por primera vez a un acuerdo con el PNV para salvar sus presupuestos en la Diputación de Bizkaia, mientras entiende que Patxi López tiene toda la legitimidad democrática para acabar su mandato y, con ello, frenar las aspiraciones nacionalistas de anticipar las elecciones autonómicas en el País Vasco. Jaime Mayor Oreja jamás imaginó que su partido pudiera jugar un papel de tamaña transversalidad. Ahí radica precisamente la renovación que ahora Rajoy ha querido premiar.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 13/12/11