El hámster del Palau

EL MUNDO 10/03/17
SANTIAGO GONZÁLEZ

Jordi Montull había prometido que nos íbamos a divertir. El verbo no es preciso, pero lo del Palau se está poniendo muy entretenido. El 3% subió al 4% porque CDC quería más pasta. Es una versión razonable y con precedentes: Negrín visita a Azaña a finales de julio de 1937 y despotrica contra la deslealtad de los nacionalistas (catalanes y vascos), cerrando sus consideraciones con una frase lapidaria: «Y mientras, venga a pedir dinero y más dinero». El 3%. Y luego el 4%.

La comparencia del par director en el saqueo del Palau ha sido el punto de no retorno del proceso a la independencia. «El hámster ha salido de la rueda», ha dicho ese monumento a la incompetencia intelectual que se esconde tras el flequillo de Puigdemont.Se me antoja una metáfora apropiada. Después de todo, al final, el parto de los montes era un hámster, un ratón de laboratorio que ha perdido su herramienta de autopropulsión.

La ciencia y la cultura son conceptos bastante redentores. Fidel Castro llegó a blasonar del nivel de sus jineteras: «Son las prostitutas más cultas y más sanas del mundo». Debió añadir: «Y también las más baratas», pero el dictador cubano era gallego, no catalán, y no debía de parecerle de buen tono hablar de dinero, incluso en asunto tan irremediablemente venal.

Lo del Palau no era un trato venéreo, ojo, sino de carácter cultural. Millet y Montull, ese par, estaban obligados a rescatar en lo que les tocaba la imagen de los empresarios. No sólo de los catalanes, sino de los españoles en su conjunto. Ahí está Ferrovial, epítome de la España moderna y las nuevas tecnologías, que según aseguraba el miércoles en un comunicado, ha venido triunfando «en los mercados internacionales más exigentes con las conductas empresariales». Los más cultos y de mayor sensibilidad estética. Quizá creían ustedes que esto era un toma y daca con chicas del malecón. Y no.

Lo cierto es que esta semana, en el proceso por la sombra del burro convergente, se han puesto los hechos sobre la mesa por vez primera. Era un secreto a voces, todo el mundo lo sabía, incluso algunos pensábamos que lo del 3% les iba a costar una acusación de dumping. Ya se ha visto que no, que del 4% no bajaba. Pero es la primera vez que hay hechos. Recordarán aquella legendaria comparecencia del patriarca Pujol negando la evidencia: «Diuen, diuen, diuen». Artur Mas, que había enseñado el pico de la enagua en Oxford y Harvard, lo tiene crudo. Debería recordar que su socio de la CUP, Anna Gabriel, es una Salomé de pocas bromas que ya se había cobrado una vez la cabeza de Mas el Bautista. La prueba de la capacidad de discernimiento de Mas el Astut es que crea que ahora lo tiene más fácil. Con la CUP, o con ERC, donde Junqueras se relame esperando turno.

«Es pura invención», dice Mas, al igual que su tesorero Osàcar, que todo lo explica en los términos simples que el ex presidente puede comprender. En realidad era un móvil cultural, al que no podían resistirse los empresarios catalanes. Ni los españoles: «Más sardanas y menos sevillanas». El hámster ha salido del Palau.