ABC 12/02/16
DAVID GISTAU
· En plena negociación, Rajoy hace que al PP se le pronuncie aún más la identificación con la corrupción impune
RAJOY desconcertó a su electorado con dos torpezas consecutivas. La primera es una hazaña, porque Rajoy consiguió que Podemos, el de las guillotinas y los bustos depuestos, el que fantasea con degollar Borbones, se levantara para proteger al Rey del PP. A Rajoy lo irritan el protagonismo y las ínfulas presidenciales de Schz que él mismo le concedió al declinar la investidura. Así, y al mismo tiempo que pone en circulación la ocurrencia, contradictoria con un sistema parlamentario, de que cualquier gobierno que él no presida será «antidemocrático», trató de presionar al Rey para hacerlo instrumento de sus intenciones. Esto coincide con un delicioso rumor de Corte según el cual el Rey conspira a favor de Podemos porque la Reina, una podemita tremenda, lo ha hechizado. Como si María Antonieta hubiera frecuentado los clubes jacobinos y llamado a su marido ciudadano Capeto. Avisen ustedes en cuanto noten que el Rey se deja el pelo largo como para atarse una coleta.
A este paso, y con el pretexto de la tranquilidad de los mercados y de la legitimidad democrática que sólo él tiene, Rajoy llegará a pedir al Rey que se busque un elefante blanco. Mientras, su intento de arrastrar a la Corona a su «melé» seguro que ha molestado a esa parte de su electorado, no menor, que además es monárquica y quiere a su Jefe de Estado respetado y al mismo tiempo sujetado por las limitaciones constitucionales. Antes de irse, Rajoy aún tiene tiempo de averiar una de las pocas instituciones españolas que, desde la abdicación, goza de prestigio y conoce su sitio.
La segunda torpeza es autoparódica. Pocas horas después de ponerse dramático, como Escarlata cuando juró no volver a pasar hambre, acerca del se acabó la corrupción, Rajoy permitió que Rita Barberá se acogiera a sagrado en el aforamiento incluso si se disuelven las cámaras. Negada la corrupción estructural, establecida la teoría de los chorizos que se han colado y a los que hay que detectar y castigar, resulta que este segundo supuesto también tiene excepciones. En plena negociación, Rajoy hace que al PP se le pronuncie aún más la identificación con la corrupción impune.
Ignoro qué detiene a Rajoy ante ciertas personas. Si es una coacción por la información, demoledora para el partido, que éstas pueden divulgar en venganza, o si se trata tan sólo del afecto, de los años vividos juntos. En cualquier caso, Rajoy está demasiado entreverado con todos los personajes turbios que el PP necesita sacarse de encima con una refundación. Ésta habrá de acometerla otra persona. Una que no tema lo que los corruptos puedan contar y que no sienta nada por ellos gracias a una distancia generacional. Que no le haya dicho a ninguno sé fuerte o te quiero, coño. Supongo que la militancia comprende esto, como comprende que el Rey no está para ayudar al PP a operar como Partido Único. Otra cosa es que la docilidad del entorno gregario que Rajoy fue moldeando a su alrededor encuentre coraje para convertirlo en una prioridad de futuro.