EL MUNDO – 16/01/16
· El sucesor de Mas en la Generalitat se forjó en el independentismo en Gerona y Ames.
El Can Roca es el restaurante de los padres de los mejores cocineros del mundo. Desde el barrio de Taialà de Gerona, el bar ofrece menús cantados por 11 euros con el apellido Roca. Abierto desde 1967, tiene el verdadero sabor de una casa de comidas catalana. No hay carta y siempre está lleno a mediodía. Es uno de los establecimientos frecuentados por el nuevo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont i Casamajó, quien también se dejaba ver en ocasiones más especiales por el restaurante König. A Puigdemont, amante de la buena mesa, le afean que una de sus medidas más controvertidas como alcalde de Gerona fuera incorporar candados a los contenedores de residuos orgánicos para evitar que los indigentes se alimentasen de los productos caducados que desechan los supermercados.
Una estelada corona desde la octava planta un imponente edificio diáfano en el centro de la ciudad. Es la sede de Doble Utopía, empresa creada en 2006 por Puigdemont y el recién nombrado director de Catalunya Ràdio, Saül Gordillo Bernárdez, para dedicarse a la asesoría de comunicación. La empresa no presenta actividad desde 2012. Su sede, ubicada en el número 11 de la calle Sèquia de Gerona, es un edificio diáfano de ocho plantas. Formidable y de color negro, la finca aloja en sus bajos una oficina de Bankia. Entre la abundante actividad empresarial del emplazamiento no queda ni rastro de Doble Utopía.
Puigdemont siempre ha sido considerado uno de los dirigentes más independentistas de Convergència. Fue indepe mucho antes de que Artur Mas, su predecesor en la Presidencia de la Generalitat, se convirtiera a la causa. Podría decirse que Puigdemont nació con una estelada bajo el brazo.
El president, de 53 años, casado y con dos hijas (ocho y seis años), con estudios inacabados de Filología catalana, tuvo una carrera periodística antes de dar el salto al mundo de la política hace una década. Fue entre 1999 y 2002 director general de la Agència Catalana de Notícies (ACN), empresa que él mismo cofundó y que ahora pertenece por completo a la Generalitat. Las personas que trabajaron con él lo consideran un emprendedor entusiasta al que apasionan las nuevas tecnologías.
Aunque nació en el pequeño pueblo de Amer, su lugar en el mundo es Gerona. Durante su impulso a la ACN ya se caracterizaba por su apego a esta ciudad. No sólo tenía allí la sede central de la agencia, sino que fue reticente a asumir la necesidad de un centro de trabajo accesorio en Barcelona, explican antiguos colaboradores de Puigdemont. «No entendía o no quería entender que es en Barcelona donde se despliega la actividad informativa por tener el Parlament, las consejerías y el Palacio de Justicia sus sedes en Barcelona», cuentan. El periodista Puigdemont apostaba sin medias tintas por que cada uno trabajase desde su casa, un extremo que le llevó a plantear abundantes reservas al despliegue de la agencia de noticias en la capital catalana. A la vez, se obstinó en el uso del correo electrónico en el día a día en lugar del fax en un momento en que nadie en ningún organismo público conocía aún esta manera de comunicarse. «En esto fue un visionario; asumía con resignación pero también con fe que ‘no nos entenderían y nos criticarían’, pero que ese era el camino».
En su trayectoria periodística también destaca la creación en 2004 de un periódico en inglés, Catalonia Today. La publicación –que aún existe y está dirigida por la mujer de Puigdemont, Marcela Topor, una joven actriz rumana que lo deslumbró años antes– tenía el objetivo de divulgar la actualidad y cultura catalanas entre los extranjeros residentes en la comunidad. El periódico ha recibido abundantes subvenciones por parte de la Generalitat. La primera fue en el tercer trimestre de 2004, cuando obtuvo 30.000 euros para costear el lanzamiento, idéntica cifra que se le dio en el último trimestre. Al año siguiente, se le inyectaron 97.300 euros. En 2006, el diario recibió 97.450 euros para costear la publicación de dos suplementos y otros 14.550 para la edición de páginas especializadas para zonas geográficas de Cataluña. En los ejercicios consecutivos percibió 165.000 euros más.
Diputado del Parlament durante tres legislaturas, como alcalde de Gerona siguió con su cometido de lograr una Cataluña independiente. En la ciudad la gente dice que ellos ya han desconectado de España. Por ejemplo, el Pleno del Ayuntamiento aprobó en 2013 una moción para declarar a la delegada del Gobierno en Cataluña, María de los Llanos de Luna, persona non grata en la ciudad por su supuesta actitud hostil.
La etapa de Puigdemont al frente del Consistorio gerundense ha durado cuatro años y medio. Ha sido un periplo con claroscuros. Sus ex compañeros de Gobierno señalan las luces: más participación ciudadana y modernización de la ciudad. Las sombras tienen que ver con una gestión supeditada al independentismo; con una subvención anual de 210.000 euros concedida al Patronat del Call Jueu, del que forma parte un ex coronel del Ejército del Aire de Israel; con el supuesto aumento de los vínculos de Gerona con el Estado sionista; con los candados en los contenedores, y con una ordenanza de civismo que prohíbe colgar ropa de los balcones, jugar a la pelota en la calle, comer bocadillos en parques públicos e ir con patines o bicicleta por algunas calles del casco antiguo.
Amer, comarca de la Selva, zona rural, los orígenes de Puigdemont. En una mañana gris, encontramos un pueblo pequeño en el que las esteladas cuelgan de los balcones y el olor a lumbre impregna las calles estrechas. Terra de presidents, recibe una banderola en la plaza mayor, donde los vecinos siguieron la investidura del hijo pródigo. Hasta cuatro de los 130 presidentes de la Generalitat guardan relación con Amer.
El silencio es sepulcral en la plaza del Monasterio. Josep Bassà compartió pupitre con Puigdemont antes de que éste se fuera en cuarto curso al internado Santa María del Collell. Los dos viejos compañeros también compartieron viaje en autobús a Basilea, donde celebraron el triunfo del Barça en la Recopa de Europa de 1978. «En esa época, él ya era independentista. Puede que en las ciudades no existiera aún esa corriente, pero en Amer todos éramos ya independentistas», subraya el hombre, que recuerda a Puigdemont subido a un escenario, bajo en ristre, en una actuación musical en el Mas Franc. «Puede que fueran versiones de The Beatles», apostilla el antiguo compañero del president, que destaca que ha tenido una vida muy diferente a la de Puigdemont: «Él se fue a estudiar fuera y luego se hizo político; yo cuido de una granja».
En el pueblo reivindican que el nuevo president es diferente de su predecesor porque viene de las clases populares. Puigdemont es el segundo de ocho hermanos de una familia de tradición política (su bisabuelo y su tío fueron alcaldes de Amer) y pastelera. Su hermana Anna, menuda y amable, regenta la pastelería Puigdemont en la calle Sant Miquel de Amer. «Tener siete hermanos te imprime carácter: has de espabilarte más, aunque eso no significa que no te atiendan bien», dice Anna, escueta, tras el mostrador. Establecido en 1928, el establecimiento elabora Caprichos, una especialidad surgida de la más pura tradición pastelera de Cataluña.
El joven Carles echó una mano en la tienda hasta que se hizo corresponsal local de medios gerundenses. La pastelería, como ocurre con las tiendas de pueblo, es también estanco y quiosco, y en tiempos de Franco albergaba reuniones políticas. Aparece el padre del president, Francesc, ya jubilado y que dejó el negocio en manos de Anna y de otro hijo, Francesc. El hombre dice que es Josep, su hermano, quien conoce bien la historia de la familia y la del pueblo. En Amer todos se refieren al tío del president, el ex alcalde Josep, como una enciclopedia humana. De su casa, ubicada en la plaza Sant Miquel, cuelga una enorme estelada. Una de las muchas esteladas que rodean la existencia de Puigdemont.