El sondeo de SocioMétrica que publica hoy EL ESPAÑOL arroja unos resultados que continúan la tendencia de los últimos meses, y que están en la línea de prácticamente todas las encuestadoras salvo el CIS de Tezanos. El PP aventaja en intención de voto en cinco puntos al PSOE, que se mantiene a costa de detraer voto de Sumar.
De hecho, es la agudización de la caída de Yolanda Díaz, que baja por primera vez en varios meses del umbral de los diez escaños, lo que constituye la principal novedad.
Es cierto que si Sumar y Podemos lograran volver a concurrir juntos, obtendrían diez diputados más de los catorce que lograrían por separado. Y, aún así, Sánchez seguiría muy lejos de poder gobernar.
Con la división actual, Podemos sólo recupera un escaño, hasta los cuatro. Lo que, unido al desplome de Sumar, el aguante del PSOE en los 115 diputados y la ausencia de crecimiento de sus socios, esquilmaría la actual mayoría de investidura de Sánchez, dejándola en 158 escaños. A mucha distancia de la mayoría absoluta.
Pero lo que resulta verdaderamente significativo es que sólo el PP sumaría más diputados que los seis partidos de izquierdas juntos (PSOE, Sumar, Podemos, ERC, Bildu y BNG).
Con estos números, sería más sencillo para Feijóo gobernar e incluso lograr la investidura sin depender de Vox, que hoy se sitúa en los 42 escaños. Feijóo estaría en condiciones de pedir al menos la abstención de Santiago Abascal sin darle cabida en el Gobierno. Y se antoja inverosímil que Abascal se obcecase en el no, teniendo en cuenta el castigo que le infligiría en una repetición electoral el haber impedido la alternancia en el Gobierno, como enseña el caso del Ciudadanos de Albert Rivera.
Lo más probable, sin embargo, es que Feijóo necesite un pacto de investidura con Abascal, que lógicamente iría aparejado a algunas concesiones a Vox. Pero no es lo mismo un pacto de investidura que una coalición de Gobierno sustentada sobre una mayoría de legislatura.
Con la aritmética parlamentaria que dibuja nuestra encuesta, se hace difícil pensar que todos los demás partidos del Congreso fueran a votar en contra del PP. Máxime cuando ya hemos comprobado esta legislatura que, para las votaciones sobre política económica, lo natural es que PP, Junts y PNV se alineen en virtud de su adscripción ideológica conservadora.
En ausencia de una suma alternativa, a Feijóo le bastaría con que sus homólogos nacionalistas se abstuviesen para sacar adelante cualquier votación en el Parlamento. Por el contrario, el PSOE necesita recabar el voto de todos sus socios del bloque de investidura para superar la suma de la derecha y aprobar sus iniciativas.
Es decir, que bajo un Ejecutivo de Feijóo, la gobernabilidad sería mucho menos enrevesada que la de Sánchez en el actual equilibrio de fuerzas parlamentario.
La última manifestación de esta volatilidad política crónica han sido las cinco derrotas parlamentarias sufridas por el Gobierno el pasado jueves, que se añaden al casi centenar de ellas en lo que va de legislatura. No en vano, la constatación de la inexistencia de una mayoría estable ha llevado a Sánchez a renunciar a presentar unos Presupuestos para 2025.
Se entiende que, con un PP situado en los 147 escaños, a Sánchez no se le pase por la cabeza convocar un adelanto electoral. Aunque es lo que una gran mayoría de los españoles (un 72%, según SocioMétrica), y casi la mitad de los votantes del PSOE, desea que hiciera Sánchez, para poner fin a la debilidad en la que se encuentra el Gobierno.
En cualquier caso, lo que demuestran estos números es que la alternativa a Sánchez no pasa necesariamente por un Gobierno en el que esté la ultraderecha. Y de esta forma se desmorona el argumento central (y prácticamente el único) en el que Sánchez ha justificado sus alianzas de bloqueo y su política chantajista de polarización: o Frankenstein, o Abascal de vicepresidente.