Miquel Giménez-Vozpópuli

No es barato. Junts cifra que el Estado debe a Cataluña, es decir, a los separatistas nada menos que 450.000 millones de euros. Me niego a calcularlo en pesetas poque mi calculadora no tienen tantos ceros. Deuda histórica, dicen, por no llamarlo extorsión que es palabra más fea y de connotaciones mucho más siniestras. Y se remontan a 1986 para calcularla. Gracias a Dios que no se han ido hasta el general Prim. Según el figura de Waterloo – nunca alguien tan insignificante, gris e intelectualmente nulo tuvo tanta influencia en la política española – si Sánchez quiere que Junts le apoye ha de comprometerse a pagar el rescate. Además, porque las desgracias nunca vienen solas, hay el referéndum de independencia, la creación entre tanto de una Agencia de la Seguridad Social Catalana para mangonear todavía más pasta desde sus nada honorables despachos, recaudar los impuestos o el 19% de los fondos europeos Next Generation ¡con efecto retroactivo!

Piden más cosas, claro, porque saben que el kilo de lazi se ha disparado en el mercadillo político y quieren aprovechar la coyuntura. Pero esto, siendo gravísimo, escandaloso y una infame desigualdad con el resto de españoles, no es lo más sustancioso. ¿Se acuerdan de que existe también la exigencia de la amnistía? ¿Recuerdan que se pretendía incluir en la misma a la condenada por delitos comunes Laura Borrás, ex presienta del parlamento catalán? Pues ahora los neoconvergentes han dado un paso más allá: dicha amnistía debe incluir al Clan Pujol. Como lo oyen. Haciéndola llegar hasta noviembre del 2014. Precisemos que al nada honorable Pujol se le imputó un mes después. El círculo quedaría cerrado. Aquí nadie se ha llevado un duro, el nacionalismo es más virtuoso que Bernadette Soubirous, España sería la única que ha cometido latrocinio y esto forma parte del plan de invasión, colonización, destrucción y centrifugado sin precisar plancha de esa nación milenaria llamada Cataluña. Con eso y un bizcocho, Sánchez sería presidente con los votos del tres por ciento.

Yo ignoro si le van a dar a Junts todo lo que pide porque, en primer lugar, los del PNV andan mosqueados por ese idilio entre Moncloa y Waterloo y en segundo porque no creo que la burra dé para tanto

Tamaña demostración de dureza en la epidermis facial no se conocía desde aquellos tiempos en los que Cánovas del Castillo tuvo noticia de que alguien que se hacía pasar por sobrino suyo había conseguido una jugosa canonjía. Cuando lo llamó al despacho para cantarle las cuarenta, afeándole el lujoso tren de vida que se pegaba a costa del cargo que había obtenido con tan malas artes, el pícaro le dijo con gracejo “Es verdad, usted no es mi tío, Don Antonio. ¡Usted es mi padre!”. Cánovas no pudo por más que reírse y no pasó nada más, porque en España siempre se le ha tenido cierto aprecio al sinvergüenza gracioso, al pícaro, al sablista que sabes que te está contando por enésima vez que no vendrá a trabajar porque tiene que acudir al entierro de su padre al que ya lleva sepultando años.

Creo que debería rectificar el título de este billete. No es impuesto revolucionario, es la gracia que el milieu nacionalista tiene, que te está quitando la cartera y encima le das las gracias por la habilidad que muestra. Yo ignoro si le van a dar a Junts todo lo que pide porque, en primer lugar, los del PNV andan mosqueados por ese idilio entre Moncloa y Waterloo y en segundo porque no creo que la burra dé para tanto. No hay un duro y lo poco que queda se emplea en chiringuitos de correligionarios, paguitas, subsidios y demás gabelas. Pero no me negarán que estos tíos tienen mucho arte a la hora de estrujar la teta de esa España de la que abominan pero sacan todo lo que pueden. Desde luego, si el ingenio que ponen en el mangoneo lo hubiesen dedicado a la política honesta y positiva para la gente, ahora estaríamos todos con más duros que Don Juan March. Que, por cierto, inició su fortuna como contrabandista al igual que el padre de Pujol lo hizo con unas divisas de manera escandalosa.