Todos coinciden en que el líder del PP catalán es un parlamentario brillante, un hombre culto, con sentido del humor, hábil en las turbulencias dialécticas, de hondos y arraigados principios morales, éticos y políticos. Incluso sus adversarios. Y, además, como el mismo se define, es un españolazo como una catedral. En medio de ese pelotón de los torpes que, salvo contadas excepciones, forma la mayoría de la cámara catalana Alejandro brilla con luz propia. Tiene la virtud de decir lo que piensa, acomode o no a la dirección de su partido como ahora con esos devaneos de Feijóo con Junts ante los que Alejandro ha saltado rápidamente.
El jueves Alejandro impartió una conferencia bajo el título de “El proceso separatista, segunda parte: ¿y ahora qué?”. La sala del hotel Eurostar Gran Marina se quedó chica. Estuvieron presentes todas las entidades constitucionalistas y políticos como Anna Grau, Lorena Roldán, María de los Llanos de Luna o Daniel Serrán. Cuatrocientas personas que querían escuchar de boca del líder popular sus ideas. No defraudó. Ante el perpetuo aggiornamento de Génova con el separatismo catalán desde que Aznar le entregó la cabeza de Vidal Quadras a Pujol hasta el feijoniano “Junts es un partido de tradición y democrático” quien encabeza la procesión popular en mi tierra sabe que va a tener que sortear más peligros que Indiana Jones. Y que lo va hacer en soledad, porque a la conferencia no asistieron ni Nacho Martín Blanco, ni Dani Sirera ni Santi Rodríguez.
Es lo malo que tiene ser fiel a un partido desde la crítica, porque Alejandro Fernández es PP por los cuatro costados. Pero se atreve a dar su opinión y, como tengo repetido hasta la saciedad, en el mundo no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado
Es lo malo que tiene ser fiel a un partido desde la crítica, porque Alejandro Fernández es PP por los cuatro costados. Pero se atreve a dar su opinión y, como tengo repetido hasta la saciedad, en el mundo no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado. En círculos internos populares todo el mundo lo da por amortizado y cuando he consultado me han respondido que, como lo sabe, puede permitirse decir lo que quiera. Qué poco conocen a este hombre. Alejandro ha dicho siempre lo que le ha dado la gana sin moverse ni un milímetro de su ideario de centro derecha liberal. Lo que debería preguntarse ese areópago es por qué molesta que un alto dirigente del PP defienda el no a esa abyecta amnistía, ese ver si Junts hacer un guiño sin preguntarse lo que va a cobrar –en Junts no hacen nada gratis-, esa defensa a machamartillo de la libertad en Cataluña, sepultada bajo el separatismo con la complicidad socialista y comunista. ¿Dice acaso algo fuera de la ortodoxia? ¿Propone barbaridades? S’ha begut l’enteniment, que decimos en mi tierra lo que equivaldría a decir que se ha vuelto majareta? No. Lo que sucede es que la dirección nacional quiere que Dolors Montserrat venga a ocupar el sitio de Alejandro hace tiempo.
Alejandro ha dicho siempre lo que le ha dado la gana sin moverse ni un milímetro de su ideario de centro derecha liberal. Lo que debería preguntarse ese areópago es por qué molesta que un alto dirigente del PP defienda el no a esa abyecta amnistía
Dicen que Alejandro vive en tiempo de descuento desde la caída de Casado, se critica que se haya rodeado de sus compañeros de Tarragona como si Feijoó no hubiera hecho lo mismo con sus colegas gallegos. ¿Dónde está el problema? Digo más, ¿puede el PP catalán, que va de mal en peor desde Vidal Quadras y sólo pareció revivir con Alicia Sánchez Camacho, la política más injustamente tratada en la historia de Cataluña, prescindir de Alejandro Fernández?
Que me lo expliquen, porque para mí es un misterio insondable. Y una gran preocupación, si les soy sincero. Porque de Alejandros no andamos sobrados, precisamente.