EL CONFIDENCIAL 17/03/13
GRACIANO PALOMO
Los que mejor conocen la actual sociedad catalana insisten en que el avance de la deriva secesionista no sería posible si una gran parte de los hijos de ‘charnegos’ (emigrantes que en los años 60 y 70 llegaron a Cataluña desde Extremadura, Andalucía, Galicia, las dos Castillas, Aragón, etcétera) no se hubieran subido al carro.
Josep Pla, el gran escritor de L’Empordà ajusticiado a la vez por franquistas y rupturistas de la caverna, sostenía que los catalanes tenían suficiente con ser catalanes y que el nacionalismo había que dejarlo para la “xarnegos”.
Franco se equivocó pensando que diluiría el “problema catalán” favoreciendo la instalación de industrias en ese territorio y llevando emigrantes, mano de obra barata, de otros territorios españoles. Porque a día de hoy, lo cierto es que gran parte del voto secesionista tiene origen ‘chanergo’, al igual que muchos de sus dirigentes.
Joan Ridao (ERC) procede de Valladolid; Josep Antoni Durán i Lleida de Huesca; Alfonso López Tena (Solidaritat) es valenciano; David Fernández Ramos (CUP) tiene orígenes extremeños; Jordi Sánchez (anigua CRIDA), mesetarios; y hasta el obispo auxiliar de Barcelona, Sebastià Tatalvull, considerado el eclesiástico más proclive hacia el independentismo catalán, procede de Menorca.
Son tan sólo algunos ejemplos, la lista de nombres podría ser mucho más amplia. Lo cuenta muy bien Jordi Pujol en uno de sus libros. El molt honorable visitaba una localidad cercana a Barcelona cuando se le acercó un trabajador en mono. “Señor president, mire, yo soy emigrante, trabajo en Cataluña de albañil, pero he matriculado a mi hijo en una escuela totalmente catalana. ¡Quiero que sea ingeniero!”.