EL MUNDO 03/12/12
El Gobierno cree que la aventura secesionista está desactivada a medio plazo.
Considera que la oferta de CiU a ERC es una coartada para dejar de lado la consulta.
El resultado de las elecciones catalanas ha sido estudiado detalladamente en La Moncloa y la conclusión es una: la aventura independentista ha quedado neutralizada, al menos a medio plazo. No implica esto, sin embargo, que el Ejecutivo de Mariano Rajoy vislumbre un panorama sencillo en las relaciones con Cataluña, pero sí alberga esperanzas de poder reconducir la situación hacia un estado de «razonable normalidad».
Por el momento, en La Moncloa apuestan por no forzar ni precipitar los contactos. «Hay que dar tiempo para que se asiente la polvareda», explican en el equipo del presidente.
Saben que en CiU se impone un periodo de reflexión. Hay que limar las aristas internas entre Unió y Convergència y analizar el por qué del varapalo. Duran Lleida, líder de Unió, cuenta ya con un sondeo que explicaría los flujos de trasvase de votos y que debe ser estudiado por la cúpula de la federación.
En Convergència y especialmente en el círculo más próximo a Artur Mas se destaca la mayoría en favor del soberanismo que se ha registrado en las urnas sumando los votos de CiU, ERC y CUP.
En Unió, sin embargo, más autocríticos, se fijan en la percepción errónea que tuvieron de la manifestación de la Diada y de los votos prestados que acumulaban de los comicios de 2010.
En cualquier caso, y a la espera del duelo interno en la formación catalana, en el Ejecutivo han empezado a percibir algunas señales que interpretan como positivas. La conversación entre Rajoy y Mas el pasado miércoles se presentó como un gesto institucional pero, aún así, no le dejó al presidente mal sabor de boca.
En el Gobierno dan por hecho que CiU finalmente no podrá formar un Gobierno de coalición con ERC y creen que de esta manera se abren posibilidades para «algunos entendimientos». ¿Cuáles? Obviamente, aquéllos que se acomoden a la línea estricta de consolidación fiscal trazada por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
Esto es, en buena medida, lo que Duran Lleida define como «gestionar el día a día». Un argumento que Rajoy utilizó profusamente en campaña y al que Mas y su entorno hicieron oídos sordos, apostando sólo por la baza del soberanismo, pero que, ahora, tras los resultados cosechados por CiU, vuelve a imponerse.
Frente al panorama endiablado que se abre ante la Generalitat, en el Gobierno no falta quien ve en los primeros pasos postelectorales algunos signos que inducen al optimismo. De hecho, creen que la insistencia con la que Mas reclama a ERC la entrada en su Gobierno, aún a sabiendas de que se trata de una fórmula prácticamente imposible, es en realidad una buena coartada para dejar que empiece a decaer el proyecto de celebración de un referéndum de autodeterminación.
«Sabían que la respuesta sería negativa», opina un alto cargo gubernamental, «y ello les permitirá ir dejando de lado el plan del referéndum con el razonamiento de que es imposible convocarlo si, en paralelo, Cataluña no avanza en el camino de la solvencia».
ERC ya ha dejado claro su rechazo a la política de ajustes. CiU es consciente de que con los republicanos no será posible aprobar los Presupuestos y, sin ellos, y sin cumplimiento de la Ley de Estabilidad, la comunidad ni siquiera podrá acceder a las ayudas del Fondo de Liquidez Autonómica, imprescindibles para cubrir los pagos más básicos.
Finalmente, la nueva Generalitat estará a expensas de Hacienda para sobrevivir y es más que probable que, a la hora de aprobar las inevitables medidas de ajuste, sólo pueda encontrar cobijo en los votos del PP. Eso sí, el pack de objetivos, como lo define Mas -que incluye la consolidación fiscal y la superación de la crisis de un lado, y el referéndum de autodeterminación, de otro- tendrá que mermar dejando de lado el segundo término de la ecuación.
A cambio, Rajoy sigue dispuesto a reiterar su oferta de revisión y mejora de la financiación autonómica. Mas la rechazó el pasado 20 de septiembre por considerarla «la misma historia de siempre», pero ahora, en el nuevo escenario, podría estar dispuesto a reconsiderarla.
Los Presupuestos en todo caso, marcarán una frontera. En Moncloa sólo les queda una duda: ¿cuáles serán los movimientos del PSC?
EL MUNDO 03/12/12