EL MUNDO – 21/08/16
· La ANC interpela a su electorado y el equipo de la alcaldesa coquetea con el referéndum unilateral.
· El independentismo usa el gancho de la Diada para presionar a la izquierda social y lograr el apoyo de Ada Colau, una imagen que reforzaría el proceso soberanista de cara a la reanudación del curso parlamentario y al pulso que Junts pel Sí y la CUP mantienen con el Estado.
«Todos los demócratas dispuestos a hacer realidad el derecho a decidir son bienvenidos el 11 de septiembre», asegura el presidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sànchez, antes de reconocer que la principal entidad soberanista tiene «los brazos abiertos» al electorado vinculado a Barcelona en Comú, la plataforma municipalista de Colau, y En Comú Podem, la coalición que ganó las elecciones generales en Cataluña con Xavier Domènech al frente.
Un espacio en auge desde que la alcaldesa anunció la creación de un partido de izquierdas autonómico que dispute la Generalitat a Convergència –ahora Partit Demòcrata Català– y a Esquerra. Mientras, el equipo de la ex activista ya participa en actos de la ANC y coquetea con el referéndum unilateral propuesto por la CUP y las organizaciones civiles.
Desde que Artur Mas perdiera 12 escaños en las elecciones de 2012 y decidiera virar definitivamente hacia el Estado propio de la mano de Esquerra, su máximo objetivo ha sido «ensanchar la base del independentismo» y lograr atraer a la izquierda que antes capitalizaba Iniciativa.
Ahora es Colau quien lidera un movimiento favorable al derecho a decidir con la convocatoria de una consulta vinculante para Cataluña, pero que ha rechazado posicionarse públicamente sobre la independencia. Sin embargo, desde el soberanismo entienden que la debacle de Podemos en las elecciones generales y el plan de desconexión aprobado por el Parlament este verano obligan a la izquierda de Colau a posicionarse a favor o en contra y a tomar partido definitivo por uno de los dos bandos, el constitucionalista o el independentista.
«El referéndum es la alternativa real para cambiar todo lo que los resultados del 20-D y el 26-J demostraron que era imposible cambiar», explica Jordi Sànchez en declaraciones a este diario antes de confirmar que «muchos votantes del espacio de Catalunya Sí que es Pot y Barcelona en Comú estarán» en las marchas de la Diada.
Esta presión hacia los diferentes sectores de la izquierda social se ha redoblado en los últimos días y ha llegado también desde los partidos políticos. En concreto, la coordinadora general del Partit Demòcrata Català, Marta Pascal, pidió la semana pasada «fortaleza» a los más soberanistas dentro de Catalunya Sí que es Pot para evitar que este espacio quede «al margen del proceso soberanista».
Por si fuera poco, desde el Govern utilizan los datos del último barómetro electoral, que recoge un incremento de los independentistas dentro de Catalunya Sí que es Pot, para apuntalar su tesis. En concreto, la última encuesta de la Generalitat indica que un 30% del electorado de la coalición de izquierdas apuesta por un Estado independiente, una cifra que ha crecido un 20% en los últimos meses y que ha sido propagada por el Ejecutivo catalán.
Por su parte, el equipo de Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona ya ha confirmado que participará «activamente» en los actos de la Diada e incluso asistirá a las manifestaciones orquestadas por la Asamblea Nacional Catalana «para denunciar las políticas autoritarias del PP y su negativa a permitir el derecho a decidir del pueblo catalán». No obstante, aún queda por ver si la ex activista acudirá en persona a una marcha que el sector independentista entiende como una nueva demostración de fuerza de cara a la hipotética proclamación de una «República catalana».
De momento, el primer teniente de alcalde de Barcelona y mano derecha de Colau, Gerardo Pisarello, ya ha participado esta semana en un debate organizado por la ANC, donde se ha referido al referéndum unilateral de independencia en Cataluña como un «instrumento legítimo» dada la situación de bloqueo que ve en el Gobierno central.
EL MUNDO – 21/08/16