JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 28/07/13
· Concluía ayer Luis Ventoso que el único problema de Cataluña anida en Cataluña. Estoy de acuerdo, y el problema catalán principal es guardar silencio mientras el delirio se abre paso. La carta que Mas ha dirigido a Rajoy forma parte de un protocolo diseñado por inciertos órganos de pomposos nombres. El aval principal del plan que acaba de iniciarse con la carta, y que ha de concluir con una consulta sobre la secesión, es el primer informe (más de 200 páginas) del Consejo asesor de la Transición Nacional.
Viver encabeza
Encabeza dicho órgano Carles Viver Pi-Sunyer, ex vicepresidente del Tribunal Constitucional. Ver ese nombre junto a la información oficial según la cual los miembros del CTN no reciben remuneración me ha producido largos ataques de hipo. El recuerdo que dejó el paso de Carles Viver por el TC es descriptible; yo pediría esa descripción, para empezar, a dos conocidos primos financieros y tocayos. Y si a ellos no les apeteciera hablar, ya iremos proponiendo más nombres; la impronta de Viver fue perdurable, y es justo que la opinión conozca las proezas del máximo responsable «técnico» del último plan para romper España.
Las perlas del informe
Las perlas del informe son numerosas. Miren. Recomiendan los expertos de Mas evitar que en el referéndum sobre la secesión participe toda España, pues eso «puede dar a entender que el sujeto político legitimado para adoptar esta decisión es el conjunto del pueblo español». Frenen. ¿Por qué vías torticeras discurrirá la lógica jurídico – política de Viver y sus muchachos? O sea, no se trata de que la Constitución establezca con meridiana claridad que el sujeto de soberanía es el pueblo español; nada, eso se da por desconocido o, en todo caso, por superado tras la soberana declaración del Parlament (pieza que, por lo visto, habría derogado los artículos primero y segundo de la Carta Magna). De lo que se trata es de «no dar a entender» que la Constitución sigue vigente y que el pueblo español mantiene su soberanía. Tienen la cabeza al revés.
Al presidente de la Generalidad de Cataluña le recuerdan que podría ir a la cárcel, lo cual e s un detalle muy bonito, porque a don Artur le encanta imaginarse en esos trances. Y sobre todo, contárselo a familiares y amigos para anticipar la experiencia virtual de un martirio por la patria. Es una afición rara, sí, pero genuina en él. Hace ya meses se lo advirtió a sus hijos con aire solemne: Hijos, podría acabar en la cárcel. Es posible que le espetaran: ¡Pues no delincas, hombre! La juventud es muy insensible.
Sin respaldo internacional
Siguiendo con el realismo sucio, los de Carles Viver reconocen que su plan carece de asidero en el Derecho Internacional y en el de la Unión Europea. Lo limpio sería que, dándose cuenta de tal circunstancia, la comunicaran sin más al asesorado: tendrá que olvidarse, presidente. Lo que los coloca en el género sucio es el modo en que dejan desvergonzada constancia de que el Derecho sólo les vincula cuando coincide con sus planes. Cuando no, vengan trampas.
Violar la ley
En este caso, le ofrecen a Artur Mas tres formas elegantes de violar la ley. Recúrrase, dicen, al principio democrático (la gente lo quiere, punto pelota), al derecho de autodeterminación (mal lo han de ver para simular que Cataluña es una colonia africana), o a la protección de las minorías. Este último punto es importante, pues es el que Mas se va a encontrar de frente el día que declare la independencia unilateral de Cataluña: la “minoría” que querrá seguir siendo española y la “minoría” que tiene el castellano como primer idioma. Una minoría peculiar, pues alcanza el 55 %.
JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 28/07/13