A este paso, el que va a terminar pidiendo una ley de amnistía (política) va a ser Pedro Sánchez, quien, a costa de primero alcanzar y después mantenerse en la Moncloa cualquier precio y con las peores compañías imaginables, está llevando al PSOE a su destrucción definitiva. Es producto, en todo caso, de una deriva tomada a conciencia que viene de lejos y que casi nadie en el PSOE la ha querido detener con suficiente ahínco: la inició Zapatero y Sánchez la está llevando al extremo. Y ahí sigue.
De hecho, el PSOE ya ha sido fagocitado por los populismos y los nacionalismos disgregadores, por lo que el PSOE histórico que vertebrara (con todos sus errores) España, referente de los ciudadanos progresistas y de izquierdas, ya ha desaparecido. Su disparatada estrategia plurinacional, o sea, la de entregarse en cuerpo y alma a prestigiar como si fuera progresista al nacionalismo reaccionario está beneficiando al nacionalismo reaccionario, qué sorpresa, de modo que este nacionalismo que él considera progresista lo está sustituyendo en muchas partes de España. Y tanto se ha mimetizado que se termina votando al original (BNG) antes que a la copia (PSdeG). El resto de los gallegos ha decidido quedarse en su casa o votar al regionalismo del PP, como llevan haciendo décadas. Es lo que han vuelto a demostrar las elecciones autonómicas celebradas en Galicia, en las que los partidos de la coalición del Gobierno de España han sumado sin Sumar 9 diputados de 75, y el PP, su quinta mayoría absoluta.
El PSOE ha desechado definitivamente defender la igualdad, la solidaridad y la redistribución para abogar por todo lo contrario, que en la práctica no es sino mantenerse en el poder caiga quien caiga
Ana Pontón, candidata del BNG, debería haber empezado su comparecencia en la noche electoral dando las gracias a Pedro Sánchez por su inestimable labor de presentar como presentable lo que tendría que ser su otro adversario político natural: ese nacionalismo excluyente que rompe la igualdad entre españoles. Pero si para el PSOE hasta Bildu son sus compañeros de viaje, es normal que lo sean también quienes se presentarán con Bildu a las próximas elecciones europeas… y tienen además una imagen más amable. Es otro de los éxitos de Sánchez es que muchos jóvenes crean ya a pies juntillas que izquierda y nacionalismo no solo son compatibles sino deseables compañeros de viaje, lo que es un drama para el PSOE pero sobre todo para España. En lugar de librar esa batalla, el PSOE ha desechado definitivamente defender la igualdad, la solidaridad y la redistribución para abogar por todo lo contrario, que en la práctica no es sino mantenerse en el poder caiga quien caiga, aunque sea el propio PSOE quien termine cayéndose con todo el equipo… de opinión sincronizada.
Porque no es solo la rebaja del delito de malversación, la supresión del delito de sedición, la concesión de los indultos o la redacción de la ley de amnistía de la mano de los delincuentes en una negociación vergonzante que hoy todavía continúa; es, además, la concesión de privilegios económicos para las regiones más ricas de España a costa del resto, la defensa ufana del concierto económico, la posible ruptura de la caja única de la Seguridad Social, la parcelación de la Hacienda estatal y, en última instancia, la propia fragmentación del Estado como instrumento igualitario y de redistribución, lo que no es sino el sueño húmedo de los más radicales defensores del liberalismo económico más extremo. Una amalgama, por tanto, de decisiones incoherentes, antisocialistas y antiespañolas que ya ha comenzado a pasarles una factura enorme. Es la asunción de gran parte del ideario nacionalista… y de algunos de sus más cochambrosos principios. Era todo ello, lo dijimos, migajas para hoy y hambre para mañana, y ya estamos en la fase de adelgazamiento socialista hasta los huesos.
Entregado al nacionalismo
Los resultados en Galicia son consecuencia de muchas cosas: además de todo lo anterior, el desgaste que provoca permanecer en la oposición tantos años sin un proyecto alternativo ilusionante, un candidato socialista subalterno de Sánchez o un BNG pujante que ha sabido adueñarse de la posible solución a los problemas sociales que efectivamente existen en Galicia y que el PSOE ha olvidado. Los gallegos han votado en unas elecciones autonómicas, sí, pero teniendo presentes las cosas que han pasado en el conjunto de España en los últimos tiempos. Cómo olvidarlas.
Pero lo esencial, en Galicia y en el resto de España, es que el PSOE está entregado al nacionalismo disgregador e identitario, y ha dejado de ser un partido de Estado. Lo insólito es que no haya nadie en el PSOE, más allá de los clásicos, que se pregunte de verdad y en voz alta si merece la pena seguir destruyendo el partido en beneficio de Sánchez.