EL MUNDO – 04/07/16
· Tras atacar en Estambul y Daca, los yihadistas provocan una masacre con 125 muertos en Bagdad.
Un camión frigorífico cargado de explosivos causó ayer una carnicería en Al Karrada, un céntrico barrio de Bagdad en el que, pasada la medianoche, cientos de almas disfrutaban de una de las últimas noches del mes sagrado de Ramadán. La explosión, registrada a las 00.45 de la madrugada, arrasó una zona atestada de cafés, galerías comerciales y hoteles. La detonación y las llamas derrumbaron varios inmuebles del barrio. Al cierre de esta edición, el ataque más mortífero del año en la maltratada Bagdad se había cobrado la vida de al menos 125 personas y herido a otras 150.
Los bomberos aún continuaban con la búsqueda de una docena de desparecidos sepultados por los escombros.
El baño de sangre, reivindicado velozmente por el autodenominado Estado Islámico, clausura una semana negra en la que la rúbrica de la organización yihadista ha asomado por el aeropuerto internacional de Estambul, en una acción de tres kamikazes que mató a 43 personas, y un restaurante del barrio diplomático de Daca, la capital de Bangladesh, cuya toma de rehenes se saldó con 22 fallecidos, la mayoría extranjeros. «Podría ser la respuesta del IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) a sus importantes pérdidas militares en Irak y, en menor medida, en Siria», señala a EL MUNDO el iraquí Fanar Haddad, investigador del Instituto de Oriente Próximo de la Universidad Nacional de Singapur.
«No obstante, podría ser menos planeado de lo que parece. Aún no tenemos suficiente información sobre los atentados de Daca y Estambul para llegar a la conclusión de que ambas acciones fueron incubadas en Raqqa o Mosul [bastiones del IS en Siria e Irak, respectivamente]», agrega el analista. «El IS es una organización muy descentralizada y por desgracia los autores de los ataques pueden estar inspirados en el grupo y actuar en su nombre sin haber recibido órdenes directas».
Un escenario que coincidiría con el tiroteo en el club Pulse de Orlando y el asesinato de un policía francés y su cónyuge en los alrededores de París. Todas estas acometidas han sido perpetradas durante el Ramadán, que concluye esta semana, coincidiendo las proclamas del portavoz del IS, Abu Mohamed al Adnani. A finales de mayo, el vocero instó a sus seguidores desperdigados por el planeta a aprovechar el mes de ayuno con un sermón similar al que lanzó el pasado año. «Musulmanes, embarcaos y apresurad el paso hacia la yihad. Muyahidines (guerreros santos) de todo el mundo, corred y moveos para convertir el Ramadán en un mes de desastres para los infieles», clamó. El noveno mes del calendario islámico está cargado de simbolismo: es el único citado en el Corán y alberga la Lailat al Qadr (La noche del destino) en la que por vez primera le fue enviada a Mahoma la revelación divina. En el ideario yihadista, cumplir con la yihad (guerra santa) es una obligación que durante el Ramadán se premia con creces.
A lo largo de este mes, el IS también ha diseminado el terror con ataques kamikazes en Jordania, Yemen y en un pueblo cristiano del Líbano. Según datos de la propia organización, durante junio los acólitos de Abu Bakr al Bagdadi han efectuado un centenar de operaciones suicidas: 56 en Irak, 41 en Siria y tres en la ciudad libia de Sirte.
A pesar de sus zarpazos, sus caudillos han tenido que soportar la humillación de perder Faluya, la primera ciudad iraquí en caer en sus manos a principios de 2014 y cuya liberación anunció hace una semana el ejército iraquí tras 35 días de intensos combates. La urbe, a unos 40 kilómetros al oeste de Bagdad, se había convertido en el cuartel donde el IS diseñaba sus ataques sobre la capital iraquí. Precisamente los dos atentados de ayer serían la señal de revancha de una organización que, al ver reducido su territorio en Irak, se ha reconciliado con las tácticas de la insurgencia en las que se curtió antaño. «Irak sufrirá muchos más atentados como éste en los próximos años. No cabe duda de que las fuerzas de seguridad destruirán el protoestado que llamamos Estado Islámico, pero el IS sobrevivirá como una organización terrorista. Y, en ese caso, resulta más incierta la posibilidad de que sea controlada en un breve período de tiempo», arguye Haddad.
La pesadilla que transitó las calles calcinadas de Al Karrada, un distrito de mayoría chií en el corazón de Bagdad, reavivó la ira popular contra la élite política iraquí, que registró su cenit el pasado mayo con el asalto a la fortificada Zona Verde y había quedado apaciguada por la victoria militar en Faluya. Ayer, el convoy del primer ministro Haidar al Abadi fue recibido con piedras, botellas, zapatos y cubos vacíos por los vecinos de Al Karrada entre insultos de «ladrón» y «perro». «Los terroristas han sido derrotados por las fuerzas iraquíes en el campo de batalla, por lo que en un intento desesperado han comenzado a llevar a cabo ataques terroristas contra civiles», afirmó el premier.
Pasada también la medianoche, un segundo coche bomba fue detonado en una carretera próxima al mercado de Shalal –en el distrito de Al Shaab, en el norte de Bagdad y también de mayoría chií–. Al menos cinco personas murieron y otras 16 resultaron heridas.
EL MUNDO – 04/07/16