El Estado Islámico (IS) reivindicó ayer la masacre de Manchester y se jactó de haber elegido como objetivo un «desvergonzado concierto», atiborrado de niños y adolescentes. Los ecos de la matanza de la sala Bataclan resonaron en el Manchester Arena, sólo que esta vez las víctimas no fueron jóvenes, sino pequeños como Saffie Rose Roussos, de ocho años, que acudió a ver la actuación de Ariana Grande con su madre y su hermana.
Veintidós muertos y 59 heridos es el balance provisional de la explosión causada por un terrorista suicida, Salman Abedi, 22 años, nacido en el propio Manchester en una familia de refugiados libios y reconocido por el IS como «un soldado del Califato».
Se trata del mayor atentado sufrido en el Reino Unido desde los ataques en el metro y los autobuses de Londres que causaron 52 muertos en el año 2005.
Salman Abedi hizo estallar un explosivo casero a las 22.33 horas del lunes en el hall de entrada al recinto y en el momento de la salida de los más de 21.000 espectadores que atiborraron el Manchester Arena. La policía aseguró que no fue el típico ataque de lobo solitario, sino que existía probablemente un plan y se requería un nivel de «sofisticación» para fabricar el explosivo.
«Todos los ataques terroristas son terribles, pero éste destaca sobre todo por su cobardía», declaró la premier Theresa May, que suspendió la campaña para las elecciones del 8 de junio y se desplazó a Manchester para visitar a los niños heridos.
«La policía cree que el atentado fue perpetrado por un solo hombre, aunque tenemos que asegurarnos de que actuó en solitario».
Horas después del atentado que mantuvo en vilo al país, justo dos meses después del ataque que dejó seis muertos a los pies del Big Ben, la policía detuvo a un sospechoso posiblemente relacionado con el ataque y peinó el barrio de Fallowfield, al sur de Manchester, donde se llevó a a cabo una detonación controlada de un artefacto sospechoso. A último hora de la noche de ayer la policía confirmó que ese detenido era Ismael Abedi, hermano del terrorista.
El autor de la masacre de Manchester fue finalmente identificado como Salman Abedi, nacido en el año 1994 en la misma ciudad y descendiente de una familia de refugiados libios que llegaron al Reino Unido huyendo del régimen de Gadafi.
El padre del suicida, Ramadna Abedi, es un agente de seguridad, de acuerdo con The Daily Telegraph. Su madre, Samia Tabbal, tiene 50 años. La familia pidió asilo en primera instancia en Londres y se trasladó al barrio de Fallowfield, donde existe una nutrida comunidad musulmana.
Salman Abedi fue el segundo de cuatro hijos y creció en las cercanías de la escuela Whalley Range, donde estudiaron Zahra y Salma Halane, que saltaron en 2015 a los titulares por renunciar a sus carreras de medicina para unirse al IS en Siria.
Al parecer, la familia de Abedi regresó recientemente a Libia, pero los dos hermanos mayores, con ciudadanía británica, decidieron quedarse en la casa familiar, inspeccionada ayer por la policía. Varios vecinos reconocieron que Abedi había exhibido un comportamiento errático en las últimas semanas y que se había hecho especialmente visible por sus plegarias en voz alta en la calle.
La policía ha incautado en su casa varios manuales para la manipulación de productos químicos. Según expertos citados por The Daily Mail, el explosivo usado en el Arena de Manchester tuvo que ser fabricado por un «experto». La policía sospecha incluso que Abedi estuvo el día anterior examinando el perímetro de seguridad para culminar su plan.
El terrorista suicida logró aparentemente franquear un primer control aprovechando que la atención de los agentes de seguridad se centraba en la salida de los asistentes al concierto. Así se explica que pudiera llegar hasta el hall del recinto con el explosivo que hizo estallar en el momento en que los 21.000 espectadores abandonaban el recinto, ante los ojos atónitos de muchos padres que esperaban la salida de sus hijos.
La confusión de los primeros momentos dejó paso a la trágica certidumbre de un atentado calculado fríamente para causar el mayor impacto posible, sin distinción de edades… «Cómo pueden haber hecho esto, joder, ¡sólo eran niños, adolescentes!», maldecía entre lágrimas una mujer cerca de la estación de Victoria, que tuvo que ser evacuada. «Éramos el blanco fácil: Londres fue otra cosa», añadió un joven con la abeja, símbolo de la hacendosa y combativa Manchester, dibujada y desteñida en la camiseta.
La explosión se sintió en gran parte de la ciudad. Más de 400 policías participaron en la operación de rescate, seguida por varios helicópteros desde el cielo. La ciudad y el país entero despertaban en plena madrugada a la cruel realidad, que recordó de lejos al atentado del IRA con un camión cargado de explosivos que causó más de 200 heridos hace 21 años.
Horas después, la ciudad entera cerró filas ante el terrorismo con una vigilia que congregó a decenas de miles de mancunianos en Albert Square. «La paz debe ganar y no el odio», podía leerse en un cartel exhibido por representantes de la comunidad musulmana. Dos altares callejeros en homenaje a las víctimas se levantaron ante el ayuntamiento.
«Los terroristas no nos derrotarán», proclamó el nuevo alcalde de Manchester, el laborista Andy Burham, en su primera prueba de fuego desde que asumió el liderazgo en la ciudad. «Estamos de duelo, pero somos fuertes».
En un tono solemne, por segunda vez desde su llegada a Downing Street el pasado mes de julio, la premier Theresa May condenó el «atroz atentado terrorista» y apeló al espíritu inquebrantable de los británicos. «Los responsables de éste y otros ataques rendirán cuentas ante la Justicia y nuestro estilo de vida prevalecerá», dijo al término de una reunión del gabinete de emergencia Cobra.
La campaña electoral británica para las elecciones del 8 de junio quedó temporalmente en suspenso y en su momento más álgido, cuando la premier se vio obligada a pasar a la defensiva tras el fiasco de las políticas sociales contenidas en el manifiesto conservador.
Theresa May decidió elevar la alerta antiterrorsita al nivel máximo o «crítico» por riesgo inminente de atentados. «No queremos alarmar innecesariamente a la gente, pero existe la posibilidad de que exista un grupo mayor de sospechosos vinculados con este incidente», reconoció la premier a la salida del segundo gabiente de emergencia del día, tras su paso por Manchester
May anticipó que la medida se traducirá en la presencia de 5.000 soldados en las calles británicas y en refuerzos de la vigilancia en los actos públicos. «La policía ha pedido al secretario de Defensa el despliegue de personal militar como apoyo de los agentes armados», explicó.
Los servicios de seguridad británicos han reconocido entre tanto que el terrorista suicida, Salman Abedi, había sido fichado por su posible vinculación a grupos extremistas, aunque estaba consdierado como una «figura periférica».