JUAN CARLOS GIRAUTA-EL DEBATE
  • Lo último que uno debe hacer es jugar al gallina con un loco: con toda certeza perderá. Por eso se llama también al modelo «estrategia del loco»
Me sorprende que les sorprenda. Que el «no» de Junts a la ley de amnistía desconcierte a los no especialistas en el manicomio catalán es normal. Que desbarate la estrategia de Sánchez y Bolaños, con los centenares de asesores que les pagamos, clama al cielo. La PSOE tiene mucha gente que colocar, lo entiendo, pero es que entre sus mil figurantes de pasillo no hay un solo estratega de verdad. Si alguien en la panda sanchista de good for nothing tuviera la mínima idea de teoría de juegos, sabría que no funciona con actores irracionales. Hasta Feijóo se dio cuenta de que el Gobierno y Junts jugaban al «gallina», uno de los modelos más célebres de la disciplina después del dilema del prisionero. Aunque Feijóo no lo llamó el gallina, sino la gallina, lo que me hace sospechar poca familiaridad con el estudio de la estrategia. El gallina es el juego que aparece en la película Rebelde sin causa.
Lo último que uno debe hacer es jugar al gallina con un loco: con toda certeza perderá. Por eso se llama también al modelo «estrategia del loco». Se trata de que el otro jugador te crea dispuesto a barbaridades como la destrucción mutua asegurada (por eso el gallina presidió la disuasión nuclear). Pero si juegas al gallina con un loco de verdad, estás muerto. Así Sánchez, políticamente muerto. Bolaños razonó del siguiente modo: Puigdemont sabe que jamás un Gobierno de España ha llegado ni llegará tan lejos (entiéndase «ha caído tan bajo»); Puigdemont sabe que puede capitalizar electoralmente la amnistía ante ERC, pues los de Junqueras ni soñaban con ella hasta que Junts fue imprescindible; Puigdemont sabe que no podemos darles a los jueces órdenes sin más, pero también que podemos minar su moral, acorralarlos, presionarlos, desprestigiarlos; Puigdemont sabe que la posibilidad de que sea condenado por terrorismo y/o traición es solo eso, una posibilidad, no una seguridad, y que, como quedó dicho, no hay más de donde estirar sin que Europa nos pare los pies, en especial cuando podría parárnoslos con la amnistía votada; ergo Junts votará «sí».
Les habría bastado con consultarme, solo les habría cobrado quinientos euros la hora, y les habría ahorrado todo esto contándoles que Puigdemont y su círculo de confianza no actúan con parámetros racionales. En un sentido coloquial, están locos, majaras de verdad. No juegues al gallina con ellos. Segundo, sin ánimo de ofender y a modo de mera descripción, ese grupo no solo está loco: también son estúpidos, a diferencia de tantos locos memorables de la historia. Al ser estúpidos, cumplen la ley de oro del economista italiano Cipolla, máxima autoridad en el tema: los estúpidos causan el mal sin ganar nada, e incluso perdiendo algo. Hasta aquí ha llegado el juego de Sánchez-Bolaños con Puigdemont-Boye, cuarteto de patanes con ínfulas. Lo bueno es que los que no jugábamos sí ganamos algo. Algo mucho más importante de lo que ahora parece. Como dije, Sánchez está políticamente muerto.