Serán dos semanas de ‘guante blanco’ en la sala de vistas del Tribunal Superior del País Vasco y a ‘cara de perro’ en la calle.
Ha hecho bien el lehendakari al convocar ya elecciones autonómicas para el 1 de marzo. Total, si ya tiene los deberes pasados a limpio, con sus más de cuarenta leyes aprobadas en su mayoría gracias a la ayuda de los socialistas. De la misma forma que los Presupuestos que, a pesar de la partida para sufragar los gastos de desplazamiento de los familiares de los presos a las cárceles y la partida destinada para las «víctimas de la violencia policial», también han sido aprobados gracias a los socialistas -no tendrá queja el lehendakari, con estos líderes de la oposición socialista que son unos benditos…-.
Con su principal apuesta de la legislatura (la consulta) fracasada, con peligro de que su imagen quede salpicada por los escándalos de los casos Guggenheim y Museo Balenciaga, y a punto de rendir cuentas ante la Justicia por haberse reunido con la ilegalizada Batasuna…, casi mejor cerrar el escenario para abrir la carpa electoral. Ha hecho bien Ibarretxe. No le quedaban ya mensajes en la recámara. Tan pocas ideas nuevas que el atentado de ETA contra el edificio de EITB (que alberga también a otros medios de comunicación) tan sólo le provocó decir que los terroristas querían amargarnos las vacaciones.
Casi mejor que haya echado el cerrojo a esta legislatura tan singular como poco productiva, aunque la enumeración de las cuarenta y tantas leyes pueda merecer un marco en un lugar destacado del Parlamento. También va a ser singular la campaña que empieza ya, de hecho, el próximo jueves. El mismo día que los dos candidatos a lehendakari, Ibarretxe y Lopez, se sientan en el banquillo de los acusados por haberse reunido con Otegi y sus socios durante la última tregua de ETA. Serán dos semanas ‘de guante blanco’ en la sala pero ‘a cara de perro’ en la calle donde los dos partidos representados por los candidatos acusados de haber cometido un delito como ‘cooperadores necesarios’ de una presunta desobediencia, puedan fijar su mensaje electoral.
Decía el decano del Colegio de Abogados de Vizcaya, Nazario Oleaga, en unas sorprendentes declaraciones a EL CORREO, que este juicio «va a ser una juerga, un espectáculo». Todo dependerá, sobre todo, de la actitud que vaya a adoptar, finalmente, el PNV. Si el partido que ahora dirige Urkullu opta por seguir con el estilo adoptado en el ‘caso Atutxa’, intentando influir en la Justicia a base de demostraciones de presión en la calle, o si se muestra un respeto por el desarrollo del proceso y la deliberación de los jueces, como hasta ahora ha hecho el Partido Socialista.
Lo que sí parece claro es que este episodio «una bobadita que no tenía que haber llegado a juicio», según el mismo decano, marcará el inicio de la batalla electoral más reñida entre nacionalistas y socialistas. Un episodio que ha servido, de paso, para que el PNV no haya tenido más remedio que hacer piña en torno a Ibarretxe, a falta de otro candidato mejor. Lo defenderán y promoverán, al menos, hasta el próximo 1 de marzo. Un fecha en torno a la que no se han terminado de despejar incógnitas tan decisivas como la participación, o no, de nuevas siglas que puedan representar los intereses del entorno de ETA.
El ministro Rubalcaba repite que la izquierda abertzale no tiene «ninguna posibilidad» de presentarse en las próximas elecciones pero los aludidos no se dan por vencidos e insisten en que estarán de alguna forma en los próximos comicios. La izquierda abertzale maneja el ‘agit prop’ como nadie y en el juicio, aunque los hombres de Batasuna que se sientan en el banquillo ya forman parte de la reserva en sus filas, aprovechará la ocasión para empezar una agitación electoral en sus bases. A nadie se le escapa que el ambiente de movilización abertzale en torno a la causa nacionalista, en cualquier ámbito social, supera con creces la capacidad organizativa de los partidos constitucionalistas.
La historia está salpicada de ejemplos, en el mundo educativo, deportista, cultural pero el último, el de la concentración frente a EITB dos días después del atentado, está dando mucho qué hablar. La concentración tuvo una convocatoria que no puede pasar desapercibida. El sindicato mayoritario del ente público es ELA y en el acto de protesta lució una pancarta que contenía idéntica frase que la exhibida por los trabajadores de la empresa de Inaxio Uria después de que fuera asesinado por ETA: «porque somos trabajadores y abertzales, no estamos de acuerdo». Un lema que, además de destilar un total autismo (se puede no estar de acuerdo en la negociación de un convenio colectivo pero no ante un atentado terrorista), excluía a todo aquel ciudadano vasco que no fuera abertzale. Que los hay, desde luego. Son los que votan a socialistas, populares y otros muchos desencantados que se abstienen o votan en blanco, pero mucho menos movilizados que los nacionalistas.
Y ocurrió que muchos compañeros de profesión, que no son abertzales, acudieron a la concentración en señal de generosa solidaridad. Seguramente si la pancarta no hubiera sido excluyente, el acto de protesta habría sido más numeroso. ¿Quién sabe? Quizás los convocantes buscaban eso: que la protesta no traspasara la línea abertzale. Este es el país que tenemos. Si el atentado lo hubiera cometido un grupo terrorista de extrema derecha, por ejemplo, los mensajes habrían sido notablemente distintos. Se les habría llamado «fascistas» y «totalitarios» sin ningún problema. Pero los abertzales, a ETA, no la llaman así.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 5/1/2009