Las preguntas que prepara el Gobierno Vasco para la “consulta” plantearían a los ciudadanos el principio ético del rechazo a la violencia y el principio político del derecho a decidir. Una vez más el PNV mezcla el fin del terrorismo con el derecho de autodeterminación.
EL Partido Nacionalista Vasco está inmerso en la confusión de su propia estrategia frentista y se acerca con evidente nerviosismo a las fechas fijadas por el lendakari Ibarretxe para iniciar su campaña de consultas ilegales. En junio habrá de celebrarse, según el calendario del Gobierno vasco, un pleno del Parlamento de Vitoria para que autorice la celebración de una consulta en octubre, a la que seguiría la convocatoria de nuevas elecciones. El fracaso electoral del PNV en los comicios generales del 9 de marzo -y con todos los elementos coyunturales que quieran los estrategas nacionalistas- ha trastocado la previsión del lendakari, basada una vez más en el aprovechamiento político del terrorismo de ETA, reactivado después de la ruptura de la tregua, para alcanzar los objetivos comunes del nacionalismo en su conjunto.
La última ocurrencia del Gobierno autonómico ha sido preparar un proyecto de ley que aprobará en los próximos días para regular las preguntas de la «consulta» del mes de octubre. Preguntas que, según los nacionalistas, plantearían a los ciudadanos el principio ético del rechazo a la violencia y el principio político del derecho a decidir. Es decir, una vez más, el PNV mezcla el fin del terrorismo con el derecho de autodeterminación. En el fondo y en la forma, es una coartada más del PNV para lanzar balones fuera y jugar con ventaja en cualquier posible escenario. Si el Partido Comunista de las Tierras Vascas no apoya el proyecto de ley, el PNV podrá decir que sus diferencias con el mundo proetarra han quedado acreditadas, además de vender la idea de que la izquierda abertzale vota lo mismo que socialistas y populares; y si lo apoya, podrá decir que ha conseguido que el PCTV se desmarque de la violencia. El problema, no obstante, seguiría siendo el paso siguiente, porque el lendakari o convoca elecciones, con el riesgo cierto de perderlas, o convoca la consulta, con la certeza -por tal hay que tenerla- de que el gobierno de Rodríguez Zapatero la impedirá. Si no hace una cosa ni otra, el lendakari se mostrará definitivamente como el lastre que dentro del PNV empieza a advertirse y será entonces cuando el bloqueo político de los nacionalistas tenga que resolverse con una crisis seria de liderazgo y de programa, empezando por prescindir de Juan José Ibarretxe, quien lleva más de siete años amagando y no dando con planes de los que únicamente se tiene la seguridad que se alimentan de las bases pactadas con ETA en Estella.
Entre tanto, el PNV empieza a perder su principal argumento defensivo, el de las contradicciones del socialismo sobre la política vasca, para ahogarse en las propias, que estos días pasados han revelado las visiones opuestas de Urkullu y Egibar sobre el mantenimiento del plan del lendakari o la posibilidad de negociar con el PCTV su apoyo al proyecto de ley con el que pretenden dar una imposible cobertura legal a la consulta de octubre. Pero no todo el problema es la actitud y las propuestas del PNV, porque el Partido Socialista de Euskadi, por boca de su máximo responsable, Patxi López, ha puesto sobre la mesa un «referéndum legal» para «construir la nacionalidad vasca», contempla nuevamente el final dialogado de la violencia de ETA y acepta cambiar el estatuto de Guernica. Tres ideas que discurren en paralelo a las del PNV y tienen como telón de fondo la experiencia confederal catalana, que junto con la declaración parlamentaria de mayo de 2005 -que autorizaba el diálogo con ETA en caso de abandono de la violencia-, forman el argumentario del PNV para reprochar al PSE que no apoye la nueva versión el plan Ibarretxe. La alternativa socialista que está definiendo López no implica realmente una política alternativa a la del PNV -lo que, a falta de oposición por parte del PP, no está siendo debatido como merece-, sino una mera sustitución en el liderazgo político para llevar adelante un proyecto que socialistas y nacionalistas podrían intercambiar en muchos de sus aspectos.
Editorial en ABC, 27/5/2008