Juan Carlos Rodríguez Ibarra-Vozpñopuli
- Utilizar las elecciones andaluzas como munición contra Sánchez o contra Feijóo es una falta de respeto que los votantes andaluces no deberían tolerar
Tratando de hacer un chiste, Feijóo metió la gamba cuando intentó comparar la belleza de la puesta de sol en Granada con la puesta de sol en Finisterre. “Clinton no estuvo en Finisterre y por eso proclamó la puesta de sol granadina como la mejor del mundo”. No teníamos bronca suficiente como para que ahora nos enzarcemos por el nombre de una ciudad fusionada o por una puesta de sol. Y como la comparación de Feijóo la hizo en el contexto de una campaña electoral andaluza, los electores deben estar pasmados por el nivelazo del debate político de la campaña, a la que, por si le faltaba algo, el presidente del Partido Socialista Obrero Español de Andalucía añadió algo de sal adjetivando de tonto-polla a Feijóo.
Como resulta imposible que la mayoría de los andaluces y gallegos acudan a Finisterre o a Granada para comprobar si Feijóo lleva no razón, unos y otros iniciarán una batalla dialéctica para defender cada uno su magnífico crepúsculo. Y, mientras, aquellos que viven en la oscuridad perpetua porque llevan años buscando empleo, o porque no les llega para pagar la luz, o porque no tienen recursos para mantener el pequeño negocio que montaron como autónomos, o porque no llegan a final de mes con la pensión no contributiva, se partirán el pecho observando a dirigentes políticos que, en lugar de apostar por un proyecto que permita soñar con una vida más digna y menos desgraciada, dedican su tiempo y espacio a la simpleza cateta de las comparaciones localistas o al insulto zafio y vulgar.
La izquierda no quiere que el PP alcance la mayoría absoluta para que de esa manera tenga necesidad de apoyarse en Vox
De nuevo, el sur de España vuelve a convertirse en un valor significativo para las diferentes fuerzas políticas y se deja aparte los intereses de una región tan importante como Andalucía. Los partidos de izquierdas dan por perdidas las elecciones en esa Comunidad y depositan sus esperanzas en la subida significativa de Vox para que el PP se vea obligado a contar con la extrema derecha a la hora de formar gobierno. No es el gobierno andaluz lo que le preocupa a la izquierda. Si así fuera, tratarían de contrarrestar el voto a ese partido para que no fuera decisivo en cualquiera de los escenarios resultantes el próximo día 19. La izquierda no quiere que el PP alcance la mayoría absoluta para que de esa manera tenga necesidad de apoyarse en Vox. Ese escenario piensa que le será rentable de cara a las elecciones municipales, autonómicas y generales del año 2023, pero no se tiene en cuenta si un gobierno PP-Vox interesa o no a la Comunidad Autónoma Andaluza.
Andalucía podría servir de laboratorio para ensayar un acuerdo postelectoral entre los dos grandes partidos que durante años han mantenido la centralidad política en España
En la otra orilla, el PP, actual titular del gobierno andaluz, huye como del fuego a la hora de encauzar un debate electoral que le obligue, por una parte, a rendir cuentas de sus años de gobierno y, por otra, a explicitar claramente para qué quiere seguir gobernando. Los andaluces tienen derecho a que sus elecciones autonómicas se enmarquen dentro de lo que es su territorio y que tengan un trato específico e independiente de los intereses que los partidos políticos quieran tener en otros escenarios posteriores. Utilizar las elecciones andaluzas como munición contra Sánchez o contra Feijóo es una falta de respeto que los votantes andaluces no deberían tolerar.
En última instancia, Andalucía, la región con más habitantes de España, podría servir de laboratorio para ensayar un acuerdo postelectoral entre los dos grandes partidos que durante años han mantenido la centralidad política en España. En Andalucía podría iniciarse el acuerdo para que PP o PSOE eviten el acompañamiento para gobernar con quienes o tratan de destruir el pacto constitucional o tratan de volver a la España de la caspa y del aislamiento. Si así ocurriera, muchos españoles recuperarían la confianza en la política, en los políticos y en la democracia. Pensar y debatir sobre esa posibilidad es hacer política a lo grande. Seguir con puestas de sol o con tontos-polla es seguir apartando a los andaluces y al resto de españoles de sus obligaciones ciudadanas.