Ignacio Camacho-ABC

  • La izquierda se conforta a sí misma con una jaculatoria de beatitud política que esconde una convicción de supremacía

El lado correcto de la historia es una jaculatoria de arrogancia moral que a menudo la izquierda utiliza para sentirse bien consigo misma. Cómo resistirse a ese hechizo de superioridad capaz de producir una automática sensación de beatitud política, y que puede invocarse lo mismo para declararse feminista, antitaurino, defensor de los derechos humanos o concernido por la lucha contra el deterioro del clima. Se trata de definir un ámbito de dominancia, de hegemonía, con un derecho de admisión administrado por los prosélitos de una doctrina previamente establecida. Todo ello en exclusiva, claro, porque en ese espacio de certidumbres axiomáticas e infalibles no se cabría si las causas que acoge fuesen compartidas.

Sánchez se situó ayer en él, faltaría más, para anunciar las medidas de represalia contra Israel por la brutal invasión de Gaza. Calificó la operación de genocidio, y desde luego si no lo es ya va camino de serlo y se parece mucho a una limpieza étnica planificada. La estrategia de Netanyhau ha despertado una sacudida de horror en una opinión pública internacional conmovida por la escala de la matanza, y ese sentimiento natural de conciencia biempensante constituye una tentación para cualquier dirigente con olfato para la propaganda. Una oportunidad de tocar la fibra sensible de las buenas almas aunque, como el propio presidente admitió, la posición de España en el conflicto no vaya a arreglar nada.

La cuestión consiste en meter en un decreto las palabras ‘veto’ y ‘embargo’, reclamadas por sus socios propalestinos ante la inmediata negociación del proyecto presupuestario. Se supone que la prohibición del comercio de armas con el Estado judío ya existía pero el procedimiento normativo específico le da mayor rango. Si además el Gobierno israelí se cabrea y responde con virulencia verbal, la maniobra produce rédito inmediato y abre la vía para extender el enfrentamiento al plano diplomático. Objetivo cumplido: material de apertura en los informativos y posibilidad de mostrar compromiso humanitario y mirada elevada sobre el turbión cotidiano de escándalos y el consiguiente desfile de imputados.

No conviene, sin embargo, menospreciar la utilidad de la iniciativa en términos políticos internos, que son los únicos que importan a un Ejecutivo en serios aprietos. Evidentemente las decisiones gubernativas van dirigidas a esos votantes de izquierda que en los sondeos se muestran asaltados por la desafección o el arrepentimiento, y en ese sentido es probable que el intento de repescarlos logre surtir cierto efecto. Pero la conmoción por la masacre de Oriente Medio es transversal y muchos sectores simpatizantes del bando hebreo condenan sin reparo sus crueles excesos. La compasión no admite fronteras ideológicas y el pensamiento liberal es lo bastante abierto para saltarse los muros que pretenden delimitar el perímetro del mérito ético.