Cuando el gobernador de Indiana y vicepresidente electo, Mike Pence, presentó a primera hora de ayer a Donald Trump en el hotel Hilton de Manhattan, ambos mantuvieron las distancias. Apretón de manos y amago de palmada en la espalda antes del discurso de la victoria del presidente electo, que deberá dejarse guiar por la experiencia en puestos públicos de su número dos, con un bagaje que le falta al empresario.
Rodeado de su familia, Pence había insistido minutos antes en lo difícil que era para él expresar el «honor que yo y mi familia sentimos por tener el privilegio de servir como vicepresidente».
Este político ultraconservador de 57 años tomó las riendas de Indiana en el año 2013 y, hasta que Trump lo sumó a su equipo, atravesaba horas bajas de popularidad en su estado natal. Entre otras razones, por la firma de la Ley de Libertad religiosa en marzo de 2015 que puso en pie de guerra a la comunidad de Gays, Lesbiana, Bisexuales y Transexuales.
Por eso, no es de extrañar que la emoción de este hoosier (como se denominan a los ciudadanos de Indiana) fuera tan grande en la noche electoral. De la mano de Trump, el político pasa a ocupar la Vicepresidencia de Estados Unidos y su posición en el Partido Republicano sube varios enteros. En parte porque más de uno ve en Pence la parte sensata y experimentada del tándem presidencial.
Cuando salió a la luz la polémica grabación de Trump sobre cómo actuaba con las mujeres, el entonces candidato a vicepresidente aseguró que «como marido y como padre» estaba «ofendido por las palabras y acciones descritas» por Trump.
Y, aunque no condenó esas declaraciones, sorteó acudir en su nombre a un acto de campaña. Varias congresistas republicanas pidieron al empresario que se retirara y dejase su plaza a Pence.
Entre el ticket presidencial republicano hubo algunos otros desencuentros a cuenta de la propuesta de prohibir la entrada de musulmanes al país –que según el vicepresidente electo era «ofensiva e inconstitucional»–, de los acuerdos de libre comercio o del presidente ruso, Vladimir Putin, pero parecen haber logrado encontrar un buen encaje.
Antes de ser elegido gobernador por Indiana, el vicepresidente electo fue congresista por ese estado entre 2001 y 2012. Con este pasado, nadie duda que Pence conoce la maquinaria de Washington. Casado desde 1985 con Karen, el número dos de Trump es padre de tres hijos. El político conservador, en todos los sentidos, no apoyó a su compañero de cartel en las primarias. Entonces prefería al senador por Texas, Ted Cruz.