William Chislett, EL IMPARCIAL, 21/11/11
Cuando se escriba la historia de la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero con suficiente distancia, objetividad y perspectiva es posible que sea recordado no sólo por haber dejado el poder con casi 5 millones de parados y una economía en profunda crisis.
Entre sus reformas sociales están las dos leyes antitabaco, aunque la primera vez resultase una chapuza; la ampliación de la Ley de Divorcio; la Ley de Plazos de Aborto (con el disparate de que a los 16 años las niñas puedan abortar sin el conocimiento o consentimiento de sus padres), Ley sobre Violencia de Género, Ley de Dependencia y Ley de Matrimonio Homosexual. Zapatero tuvo la valentía de retirar las tropas de Irak, aunque con demasiada prisa y sin consultar suficientemente con sus aliados, y no cedió ante la banda terrorista ETA, dando lugar al histórico anuncio del fin de la violencia armada y una victoria para el estado de derecho. Hubo un aumento de la inversión en I+D y en la ayuda exterior, y la introducción del carne de conducir por puntos produjo una disminución de los muertos en carretera. Esto no es un balance negativo.
Sin embargo, Zapatero deja el poder con 2,8 millones personas más sin trabajo y con una tasa del desempleo (22,6%) más del doble de cuando entró en La Moncloa en 2004 (10,4%) y la misma cifra que en 1996 cuando el Partido Popular llegó al Gobierno; un modelo económico excesivamente basado en el ladrillo (muy intensivo en mano de obra) cuyo colapso era una crónica de una muerte anunciada, remedando el título de una novela de Gabriel García Márquez; y un sistema educativo tan deteriorado que hace imposible crear una economía mucho más basada en el conocimiento.
Llama la atención que Alemania, con una población de 82 millones, tiene hoy 2,73 millones de parados y España, con una población de 44 millones, tiene casi 5 millones de desempleados. Ningún país europeo ha creado tantos puestos de trabajo tan rápidamente como España y los ha destruido con la misma velocidad. Esto ha sido el precio de una economía ficticia.
No se puede culpar a Zapatero de todo, aunque, como dice los anglosajones, it happened on his watch (ocurrió durante su mandato). Pero sí es responsable de negar la profundidad de la crisis cuando estalló y de políticas populistas como el cheque bebé o la deducción de 400 euros a asalariados, pensionistas y autónomos que Zapatero lanzó en su campaña electoral de 2008 para ganar votos (ambas medidas ya eliminadas).
Igual que el Presidente Obama en su luchas con un Partido Republicano extremista y obstaculizador, Zapatero tuvo un Partido Popular nada dispuesto a negociar y cuya única solución para los males del país, constantemente pedida, eran las elecciones anticipadas que el partido iba a ganar, algo que van a conseguir este domingo.
Entre 2000 y 2003, bajo el PP, el número de viviendas iniciadas era de 2,2 millones y si se incluye 2004 (Zapatero inicio su legislatura en abril de este año y muchas decisiones de invertir en viviendas son tomadas meses antes de empezar las obras) el número asciende a 2,8 millones, en comparación con los 2,7 millones de viviendas iniciadas entre 2005 y 2010 bajo los socialistas, aunque el número bajó bruscamente en 2009 y 2010 por la crisis.
Los dos partidos son responsables de la locura del ladrillo, pero los socialistas más porque no se atrevieron a retirar las deducciones por compra de vivienda, algo que estimuló este sector, sin hablar del aeropuerto fantasma de Ciudad Real, con una de las mayores pistas de aterrizaje de Europa.
Aún más que en los Estados Unidos, el ladrillo ha sido la gran lacra de la economía española. No sólo creó un modelo económico insostenible y la apariencia de riqueza, sino que ha sido el factor primordial detrás del colapso de algunas cajas de ahorro y del aumento preocupante en los morosos de todo el sistema financiero, incluso en bancos bien gestionados como Santander y BBVA, y ha puesto España en el centro de atención del huracán financiero de la zona euro.
Además, los problemas de falta de financiación han perseguido a la aplicación de la Ley de Dependencia, una reforma social digna de elogio, casi desde su entrada en vigor, en enero de 2007. Esta ley hoy está paralizada: hay más de 300.000 dependientes en lista de espera.
Sin una economía capaz de generar los fondos para mantener reformas sociales, tales reformas son demagógicas.
Por último, Zapatero deja el poder con altas tasas de fracaso y abandono en la educación. Durante sus más de siete años, la tasa de abandono escolar temprano de jóvenes de entre 18 y 24 años (no estudian más allá de la educación obligatoria) ha bajado del 32,0% en 2004 al 28,4% en 2010, pero no por los meritos del Gobierno (más bien los gobiernos autonómicos debido a que la educación ha sido descentralizada). La tasa sigue siendo el doble de la UE 27 y ha disminuido porque los jóvenes, con tanto desempleo, no tienen más remedio que seguir estudiando.
La mejor herencia del Gobierno de Aznar estuvo en el ámbito económico, todo lo contrario a la de Zapatero. ¡Pobre España!
William Chislett, EL IMPARCIAL, 21/11/11