La consejera de Educación, Isabel Celaá, se ha revelado como una de las personalidades con mayor proyección y las ideas más claras.
En Euskadi también. La alternativa de relevo en el liderazgo del primer mandatario vasco tiene nombre de mujer. La carrera de recambio no se plantea en los mismos términos en los que ha saltado la ministra Carme Chacón a pisarle la huella al presidente Zapatero en cuanto éste se descuida con algunos de sus innumerables frentes abiertos. Y no se plantea así porque Patxi López aguanta entre los suyos a pesar del ‘efecto lastre’ que está suponiendo Zapatero en todas las encuestas de intención de voto en donde su credibilidad derrapa vertiginosamente por una pendiente sin frenos.
El lehendakari aguanta pero, dado el caso, la alternativa existe. Isabel Celaá, consejera de Educación, se ha revelado en esta legislatura como una de las personalidades políticas del Gobierno con mayor proyección y las ideas más claras. En sus últimas comparecencias ante el Parlamento vasco, ha puesto en juego una dialéctica democrática muy poderosa para neutralizar los intentos nacionalistas de erosionar el departamento estratégico y sumamente delicado que comanda. «El que crea que no voy a seguir trabajando, es que no me conoce», argumentaba con seguridad. No es de las que se promocionan con madrugón y alevosía, como la ministra de Defensa. No rehuye las respuestas a los medios de comunicación como Chacón. No necesita asociarse a un mecenazgo político como la ministra de Exteriores. Ni la amadrinó un líder ni la protegió otro.
Pero, con el peso de la enseñanza como principal baluarte de futuro, la consejera Isabel Celaá está asumiendo un protagonismo, a su pesar, desde que se empeñó, con la ayuda del Partido Popular y el apoyo de UPyD, en llevar a las aulas el plan de convivencia democrática y el trilingüismo en donde el inglés se va a medir con el euskera y, ¡ay!, nos vamos a encontrar, entonces, con la hora de la verdad al comprobar las preferencias del alumnado. La semana pasada saltó la alarma con los estudios del Sociómetro del Gobierno vasco que revelaban la indiferencia mostrada por muchos jóvenes que rehuían tener como vecinos a un amenazado o a un etarra, al mismo nivel. Dato que reafirma a la consejera en la urgencia de llevar a cabo el plan.
La homologación en la encuesta sociológica entre los amenazados y sus verdugos, como vecinos indeseables, está mal planteada, según la líder de Aralar, Aintzane Ezenarro. Pero Isabel Celaá no quiere distraerse en tecnicismos. Prefiere mantenerse en guardia y despejar minuciosamente cualquier poso de incomprensión o indiferencia ante las víctimas. Es la necesidad de cultivar la memoria lo que le mueve a defender contra viento y marea el protagonismo de las víctimas como ‘relatores’ especiales en los centros de enseñanza.
El lehendakari le ha secundado en sus discursos al poner de realce la necesidad de no olvidar nuestra historia en un momento político tan decisivo en Euskadi, en donde la clase política está dividida en torno a la necesidad, o no, de que la marca de Batasuna-Sortu rechace sólo la violencia que se pueda dar en un futuro haciendo tabla rasa sobre el sufrimiento provocado por el terrorismo durante los últimos cuarenta años. La consejera de Educación está empezando a resultar molesta entre los colectivos nacionalistas que, aprovechando el resultado de las elecciones sindicales en la enseñanza pública que dieron como vencedor al sindicato abertzale LAB, le pidieron la semana pasada, nada menos que en sede parlamentaria, que diera un giro a su política educativa o que se fuera a casa.
Isabel Celaá sacó la calculadora para que su interpelador, de EA en este caso -con un escaño-, hiciera bien los cálculos de las mayorías y minorías, y, sobre todo, no mezclara las elecciones sindicales con las políticas. ¿De qué mayoría estaba hablando el representante de un partido que tiene un solo representante en el hemiciclo autonómico a la consejera que representa a un partido que obtuvo veinticinco escaños? No aceptará imposiciones de nadie. Lo repite en los últimos días, como un mantra, mientras se apoya en el PP y tranquiliza a UPyD diciéndole que no piensa ceder en sus planes educativos. Todo un carácter. Un perfil de autoridad moral y firmeza de planteamientos que, sin duda, mañana, Día de la Mujer, se reivindicará como valores necesarios para reforzar los liderazgos femeninos en nuestra sociedad.
En plena recolocación preelectoral, en la que el lehendakari no asegura que vaya a extender el pacto con el PP a los ayuntamientos y diputaciones y Basagoiti pone precio a su apoyo si su partido gana en Álava, la consejera de Educación sabe quiénes han sido sus aliados en esta legislatura. En tiempos de carnaval en los que el PNV de Vizcaya se ha adornado ‘haciendo el indio’ -menos mal que Urkullu conserva su sentido del ridículo-, no conviene cegarse con las señales de humo. Josu Puelles ya ha podido poner cara al presunto asesino de su hermano gracias al juez Grande-Marlaska y viaja esta semana a la ONU de la mano de la Fundación para la Libertad, para contrarrestar la campaña de internacionalización de un conflicto del que ha vivido ETA durante todo este tiempo. No entiende que se pueda exigir que no se detengan a los etarras. ¿Qué explicaciones le pueden dar a Puelles quienes sostienen que la Policía no debería haber detenido al presunto asesino de su hermano?
Tonia Etxarri, EL CORREO, 7/3/2011