JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA-EL DEBATE
  • La izquierda ha considerado siempre que es bueno que no exista otra autoridad distinta de la suya, pues los ciudadanos no tienen derecho a actuar como quieran
Existe, en las redacciones de los medios, esencialmente de los diarios, el llamado «libro de estilo», que impone tanto las características de la línea editorial y los usos gramaticales y de estilo en la redacción de las informaciones, como lo que en el medio se puede decir y lo que no.
Sánchez ha levantado un muro, y en su lado ha impuesto su «libro de estilo» de obligado cumplimiento para todo afiliado al PSOE, y muy especialmente a sus ministros, diputados, senadores y funcionarias de alto rango.
Y ese libro de estilo de marcado carácter mentiroso y con evidentes tics totalitarios, se sustenta en los siguientes puntos fundamentales:
1°.- La culpa de todos los males de España es del PP.
2°.- La corrupción no existe en el PSOE y por tanto hay que silenciar cualquier episodio de esta, negando pese a las pruebas, su existencia.
3°.- La mentira es un método aceptable de ocultar los defectos y corrupciones del sanchismo y la imputación de lo mismo a la oposición.
4°.- No se trata de gobernar, sino de mantenerse en el poder, olvidando las necesidades de los ciudadanos y, por tanto, la actividad de la administración toda, desde el presidente del Gobierno hasta el último afiliado al PSOE, deben centrar su actividad en criticar a la oposición, como forma de desautorizarla y dificultar su acceso al poder.
Y así se llega a la situación política en que nos encontramos con que:
«Los pueblos que ya no tienen solución, que viven ya a la desesperada, suelen tener estos epílogos letales.
»Se hace regresar a los exiliados. Se rehabilita a los condenados en todos sus derechos. Se libera a los presidiarios. No se respetan las sentencias judiciales.
»Cuando esto sucede no hay nadie que no entienda que eso es el colapso total del Estado, y tampoco nadie que piense que hay alguna esperanza de salvación.»
Retrato que sorprendentemente, 2100 años después de ser pronunciado por Cicerón en su «Discurso contra Berres» que refleja la situación que España sufre en estos momentos, pues:
Sánchez gobierna a la desesperada.
Ha indultado y liberado a los condenados separatistas golpistas catalanes.
Prepara la vuelta de Puigdemont y demás exiliados.
Ponen en cuestión las sentencias judiciales que no le son favorables.
Y con sus actuaciones ha provocado el colapso del Estado, sin visos de que exista ninguna esperanza, más que una improbable reacción de la Sociedad Civil.
Además, todos los que no estén en el lado del muro, en la que se sitúa Sánchez, y acepten sus consignas, se definen por el sanchismo como ultraderecha fascista, cuando no existe mayor fascismo que el estúpido y excluyente sanchismo.
Tampoco podemos olvidar que Largo Caballero eligió en 1932 el lado del muro en que quería colocarse. El de la república bolchevique, revolucionaria y asesina.
Sánchez Castejón también lo sabe perfectamente y es el mismo lado del muro, como ya advirtió en el congreso de la UGT de 2022.
El de Largo Caballero, cuyos pasos quería seguir.
En definitiva su posicionamiento es una declaración de guerra a todos los españoles que no estén en el lado sanchista del muro.
La izquierda le ha vuelto a declarar la guerra a la derecha después de que lo hiciera hace 92 años en 1931.
Claro que 2023 no es 1931 ni sociológica ni políticamente, pero la declaración de guerra está ahí presente
La izquierda ha considerado siempre que es bueno que no exista otra autoridad distinta de la suya, pues los ciudadanos no tienen derecho a actuar como quieran, en ejercicio de su «libre albedrío», sino que no respeta la libertad de quien quiere comportarse de modo diferente a como ellos consideran que deben comportarse los ciudadanos, y todo comportamiento no homologado por ellos se considera que es propio de fascistas.
Esa es la posición de la izquierda sanchista, la supremacía de sus intereses sobre la libertad, en base al falso argumento de que para lograr la igualdad de todos, todos tienen que renunciar a su libertad.
Sin embargo, el sanchismo está en disposición de renunciar, incluso, al principio de igualdad mediante el reconocimiento de «privilegios particulares» en favor de los partidos catalanes y vascos, a cambio de su apoyo para conformar la mayoría parlamentaria que le permita continuar al frente del Gobierno de la nación, como ya hemos dicho no para gobernar, sino para mantener los privilegios económicos del poder.
Privilegios que además habrán de ser financiados por el resto de los ciudadanos españoles ni vascos ni catalanes.
  • Jesús Fernández-Miranda es abogado